Iván Prado •  Internacional •  07/06/2018

Un partido de fútbol con l@s refugiad@s

2ª Crónica de la Ruta de los Balcanes:
Caravana Refugiando Esperanzas, Pallasos en Rebeldía y Txarango con Jutt Helping People.

Un partido de fútbol con l@s refugiad@s

Campo de refugiad@s de Subotica

No deja de llover, pero han traído una pelota y Mesi (no le conocemos otro nombre) no para de regatearnos con sus 120 cm de puro fútbol kurdo.

Alí, desde hace un rato rebautizado cómo bananu (nombre que nació del grito de guerra de Sergi Carbonell de: Va, nanu!!!. ) cada vez que tiro a portería se me acerca y me grita: “ good good Ronaldiño” , (y eso que soy de Lugo y peso 100 kilos)

Su hermana gemela me llama para que me ponga en la portería, no dice nada en inglés pero su kurdo iraquí, le sirve para comunicar que quiere salir de delantera.

Bruce Lee es afgano, y mide la mitad que alguer, pero le lanza unas patadas al aire para robarle el balón, que parece que baila en una película de Boliwood

Malika pone cara de malota cuando se enfila a portería, pero es la niña que más se ha reído durante la actuación.

He tenido que tirar las chancletas porque me las cargué en un ataque a portería ante el Joan Palá, y ahora juego descalzo comiéndome todas las piedras, y chutando más raíces de árbol que balones.

Durante unos instantes decido guarecerme de la lluvia, que ahora ya es casi torrencial, instantes que me sirven para ver que la ropa de los niños sigue colgada en la valla del campo de refugiados de Subotica, pero el partido en rebeldía continúa, así que salgo corriendo de nuevo al campo porque no puedo dejar de celebrar la vida con estos niños, con estas niñas, que son felices jugando con Txarango en un campo de refugiados que se vuelve el Camp Nou por arte de magia.

Cuando ya no podemos más, tras 90 minutos de balon-agua, nos ponemos a cantar todo tipo de canciones con nuestra nueva familia. La madres se acercan por primera vez en todo el día, a ver como sus crianzas se divierten con estos extranjeros locos.

Para cuando llegan los coches que nos van a llevar a ver a la gente que vive escondida en los bosques, la impotencia y la incertidumbre se mezclan con la tristeza de la despedida.

Pero esos minutos bajo la lluvia jugando con niños llenos de luz y vida, le imprime una verdad y sobre todo un sentido tan grande a lo que hacemos que ni el cansancio ni la rabia consiguen dejar un resquicio en nuestro corazón al desánimo

Seguiremos visitando campamentos de refugiados, seguiremos luchando contra nuestros gobiernos y seguiremos gritado contra los muros y las fronteras, porque es mayor la fuerza de lo que nos une, es más intenso el hambre de fraternidad humana, que el miedo o la desidia.

Poner piel con piel con aquellos que más sufren este sistema global de terror es la manera más bella que hemos encontrado para vivir en libertad en medio de la barbarie.


Pallasos en Rebeldía /  refugiados /