César Pérez Navarro •  Actualidad •  18/05/2020

Córdoba despidió a su más querido alcalde, Julio Anguita, con una ovación de 22 minutos

  • El histórico dirigente comunista falleció este sábado en Córdoba tras no superar un problema cardiorrespiratorio con varios episodios años atrás y tras una semana ingresado en la UCI del hospital Reina Sofía de la ciudad.
  • Fue secretario general del PCE entre 1988 y 1998 y coordinador general de Izquierda Unida entre 1989 y 2000, cuando volvió su trabajo como maestro en un instituto de Córdoba. Alcalde de Córdoba en 1979 y cuatro años después, arrasando con mayoría absoluta en 1983. Dejó su puesto de alcalde en febrero de 1986, para ser candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía en las segundas elecciones autonómicas.
  • Julio Anguita cerró su campaña a las elecciones Generales de 1996 recordando que Felipe González se «vendió» a la derecha en el 93. Efectivamente, el PSOE, que contaba entonces con 159 escaños podría haber pactado una mayoría estable con IU (18 escaños), pero lo hizo con CiU (17 escaños). Francisco Frutos quiso aclarar tiempo después que Anguita no le había puesto a Felipe González «ninguna traba» para llegar a un acuerdo de Gobierno.
Córdoba despidió a su más querido alcalde, Julio Anguita, con una ovación de 22 minutos

El domingo 17 de mayo amaneció con un sol espléndido interrumpido por una llovizna en el momento en el que sacaban el féretro del fallecido maestro y, alcalde de Córdoba y ex-Coordinador Federal de Izquierda Unida, Julio Anguita. Las personas allí congregadas de manera espontánea le dedicaron entonces un aplauso que se prologó durante 22 minutos. Sin abrazos, sin besos y manteniendo -por lo general- los dos metros de distancia entre los asistentes. Muchas lágrimas y gestos compungidos, la plaza frente al ayuntamiento de Córdoba rebosaba de emoción contenida. Grandes coronas se volcaban en el salón de plenos y en pequeños ramilletes sobre el suelo con emotivos mensajes -«¡Hasta siempre camarada!, que la tierra te sea leve»-. Grandes coronas a ambos lados del coche fúnebre, de las Juventudes Comunistas, de Izquierda Unida, de Adelante Andalucía, del presidente del Gobierno, del Gobierno Andaluz…

La familia de Julio Anguita, sus hijos, las madres de sus hijos y su actual pareja pudieron acudir al velatorio oficial Salón de Plenos de la Casa del Pueblo siguiendo el protocolo establecido en cumplimiento del estado de alarma y la crisis sanitaria. Las mismas cautelas motivaron que tanto el PCE como Izquierda Unida llamaran a no asistir al acto a su militancia: «Julio no querría haber sido una excepción en este momento tan difícil, cuando la gente lo está pasando tan mal porque no puede despedir a los suyos, es importante que nosotras y nosotros demos ejemplo, que transmitamos serenidad. Se le hará a Julio el más grande de los homenajes cuando podamos hacerlo, pero ahora él mismo hubiera querido un entierro sencillo y sin excepcionalidad. Por eso tenemos que aguantar las ganas y no querer estar en todas partes ni querer hacer homenajes más allá de lo que nos permite la ley. Os pido que transmitáis estas palabras a la militancia». De hecho, esa petición de IU y el PCE se hizo después extensiva a toda la ciudadanía cordobesa.

El Ayuntamiento de Córdoba había anunciado a media mañana que el traslado del féretro con los restos mortales de Julio Anguita abandonaría el salón consistorial a las cinco de la tarde, pero mucho antes de esa hora, la calle Capitulares ya estaba repleta de ciudadanos, al igual que los balcones de los alrededores. El libro de condolencias virtual expuesto en la página web del Ayuntamiento de la ciudad ha recogido hasta el momento más 12.000 mensajes de condolencia. El silencio y el civismo fueron la norma en la espera. También entre la gente, que echó a caminar con tranquilidad en la mayor parte de los casos cuando arrancó el coche hacia la «calle de la Feria». No así en algunos otros aislados por parte de periodistas o fotógrafos de medios locales.

Entre los medios generalistas casi todo fueron alabanzas este fin de semana. Eso sí, llamativo el artículo de El País titulado «Julio Anguita, el hombre que no negociaba los principios» en el que, entre otras muchas críticas veladas, se dice que los que le conocían «lo retratan como una persona con un carácter difícil, gran estratega, pero sin cintura política». Se le suele achacar no pactar con el PSOE en momentos clave, pero, en homenaje a la verdad, los que le acusan de carecer de «cintura política» lo hacen para evitar una crítica a los bochornosos pactos que protagonizó Felipe González con la derecha nacionalista. Julio Anguita cerró su campaña a las elecciones Generales de 1996 recordando que Felipe González se «vendió» a la derecha en el 93. Efectivamente, el PSOE, que contaba entonces con 159 escaños podría haber pactado una mayoría estable con IU (18 escaños), pero lo hizo con CiU (17 escaños). Francisco Frutos quiso aclarar tiempo después que Anguita no le había puesto a Felipe González «ninguna traba» para llegar a un acuerdo de Gobierno.

A partir de ese momento se inició una terrible campaña mediática que popularizó el término «califa» con sentido peyorativo, en relación a formas autoritarias, rescatado después para la izquierda con el «rojo» colocado detrás. Se le llamó «iluminado», se le caricaturizaba como Don Quijote desde el Grupo PRISA, como a un loco cuyas palabras significaban lo más parecido a una utopía inalcanzable, se le acusó de hacer «pinza con el PP» tras el pacto PSOE-CiU… Pero lo que denunciaba Anguita se iba cumpliendo pasados los años: «González y Aznar, Aznar y González van en el mismo tren, en el tren que conduce a Maastricht y que pasa por los recortes drásticos del gasto público que afectarán a pensiones, jubilaciones, cobertura del desempleo, sanidad, educación, etc» dijo Anguita en el cierre de campaña de las elecciones Generales de 1996, y añadió; «El voto de todas las personas de izquierda es precioso. Todos, todos y cada uno de ellos. No se lo entreguéis a nadie. Ese voto es nuestro, es de Izquierda Unida. Si se lo dais a otros, si se lo dáis a González, os volverá a traicionar, lo volverán a mancillar». Fue en Madrid, frente a unas ocho mil personas que se desplazaron hasta la Casa de Campo. El candidato de IU a la Presidencia del Gobierno repasó en aquel acto las consecuencias de ese pacto González-Pujol: la reforma del mercado laboral, la huelga general del 27 de enero, las privatizaciones de las empresas públicas rentables, la penalización de la insumisión y de la objeción de conciencia, los recortes en las prestaciones sociales, la negativa a tramitar una ley de plazos sobre la interrupción voluntaria del embarazo, etc.

Sin duda, las personas que acudieron a ese acto y entonaron la Internacional, casi todos vecinos de Córdoba, conocían todo esto, pero también otros muchos -la gran mayoría- que se quedaron en casa.

No diremos mucho más. Otros artículos publicados estos días transmiten sus logros y su pensamiento, pero nos parecía importante que casi todo lo malo que se leyó sobra Anguita respondía a lo de siempre: propaganda partidista generada desde medios ultramontanos o neoliberales en su línea editorial.

Fotografías y primer vídeo: Nacho Carretero.

Segundo vídeo: Braulio Valderas.


Julio Anguita /