Kepa Arbizu •  Cultura •  22/04/2024

Tomás García Azkonobieta: «Es sorprendente que muchísima gente piense que es más fácil imaginar el fin del mundo que el del capitalismo»

Con su primer libro, «La filosofía es La Polla«, el profesor donostiarra teje de forma hábil y didáctica toda una mirada a la historia del pensamiento político a través de las canciones escritas por Evaristo al frente de la banda punk de Agurain.

Tomás García Azkonobieta: «Es sorprendente que muchísima gente piense que es más fácil imaginar el fin del mundo que el del capitalismo»

En realidad sólo los prejuicios y el elitismo cultural son los responsables de que el ceño se frunza al intentar juntar en un mismo espacio a Platón, Walter Benjamin, Marx y Evaristo Páramos. Porque todos ellos, y unos cuantos más, comparten el denodado esfuerzo por retratar las conductas del ser humano y tejer un cuerpo reflexivo sobre la relación, casi siempre intempestiva, entre el individuo y la sociedad. Una ecuación que pronto aprendió el ahora profesor de filosofía Tomás García Azkonobieta, quien ha intercalado la escucha de las arengas contenidas en las múltiples canciones de La Polla Records con los doctos tratados de la historia del pensamiento universal. Tanto es así que su didáctico, original y realmente interesante libro, «La filosofía es La Polla» (Pepitas de calabaza, 2024), no es si no una cronología por muchos de esos pilares intelectuales hilvanada a través de las canciones de la mítica banda de Agurain. Una pirueta, tan digna de admiración por su osadía como por el perfecto resultado, que merece ser desgranada hablando con el propio autor.

Cuando se lee este libro da la sensación de que las canciones de Evaristo son el “MacGuffin” para tejer toda una historia de la filosofía. ¿Fue esa la aspiración original; cómo se gestó la idea del libro?

Tomás García Azkonobieta (T.G.); Todo empezó con una actividad que se me ocurrió para mis clases. Se trataba de que los alumnos ejerciesen de censores para un nuevo gobierno que ha decido ilegalizar las ideas marxistas. Les pasé varias canciones de la Polla (sin decirles que eran suyas). Tenían que eliminar todo lo que hiciese referencia a alguna de las ideas clave de Marx; alienación, ideología, lucha de clases… justificándolo adecuadamente. Las llenaron de tachones. También les pedía que sugiriesen un texto alternativo. Fue muy divertido. Empecé a pensar que quizá las letras de la banda se podrían utilizar para explicar otros temas fundamentales de la filosofia política. Hice una clasificación temática de sus más de doscientas canciones y vi que había material hasta para escribir un libro…

¿Crees que muchas veces la educación académica desprecia la utilidad que pueden ofrecer ciertos lenguajes populares, como la música, para hacer más atractivas y cercanas ciertas disciplinas?

T.G.: Puede que en ocasiones sea así, pero, por lo menos en mi entorno, los profesores hacemos de todo por captar la menguante capacidad de atención del alumnado.

Cuando escuchamos canciones de La Polla Records llama la atención su verbo descarado, malsonante, e incluso una estética llamada a incomodar. Pero al fin y al cabo no deja de ser algo muy parecido a lo que ya hacían los cínicos en la antigua Grecia..

T.G.: Así es, como explico en el segundo capítulo, las actitudes contraculturales tienen una larga historia. Las anécdotas sobre Diógenes siguen haciéndonos reír más de dos mil años después. A esa forma directa de decir verdades con descaro y espontaneidad los griegos le llamaban “anaideia”. Un arte en el que Evaristo es un experto.

A grupos como La Polla Records se les tilda de bandas “políticas”, a veces casi con tono despreciativo, ignorando que en realidad el término “idiotes” (idiota) proviene de la antigua Grecia y señalaba a aquellos no querían opinar o inmiscuirse en los temas públicos y colectivos, es decir, en política.

T.G.: Para los griegos era prácticamente imposible desvincularse de los procesos de toma de decisión colectivos. Participar en política era algo esencial si eras un ciudadano. Hoy en día hemos creado sistemas de gobierno que nos permiten despreocuparnos de todo eso dejando la compleja tarea de decidir a políticos profesionales. Ahora tenemos mucho más tiempo para idiotizarnos.

Uno de los grandes temas de la filosofía es la relación entre la legalidad y lo realmente justo, una indefinición que traslada a la perfección precisamente una canción como “La justicia”.

T.G.: La justicia es el tema central de la “República” de Platón. Sócrates desarrolla un larguísimo argumento que ocupa prácticamente todo el libro para tratar de justificar por qué es mejor ser justo y arriesgarse a sufrir injusticias por ser una buena persona y cumplir con la ley que ser injusto y cometerlas. ¿Qué pasa, que solo somos justos por miedo al castigo? “¿Por qué no sois capaces de convencer?” Canta Evaristo. Esta es una pregunta fundamental de la filosofía política.

Esto es el mundo y yo una persona, todo lo demás llegó después” es un verso de la canción “Las marras” , pero parece todo una certera y explícita sinopsis de muchas teorías sociales que señalan el origen de cualquier organización social en el individuo.

T.G.: La idea de explicar la sociedad desde el individuo surge con la modernidad. ¿Cómo podemos explicar que unos humanos aceptemos ser gobernados por otros? ¿Por qué obedecer al monarca? Decir que ser rey es un derecho otorgado por Dios ya no se considera una buena respuesta. Se hace necesario inventar otra forma de legitimar la monarquía y explicar el origen de la sociedad. La nueva cosmovisión científica, mecanicista, de la realidad trata de explicar todo a partir de sus componentes más simples. Hobbes describe el Estado como un gigantesco hombre artificial formado por individuos.

En ese conflicto entre individuo y sociedad surge el Estado como escenario donde cohabitar ambos. Un “ente” propiciado por lo que llamamos un “contrato social” que la banda de Agurain cuestiona a través de canciones como “El congreso de los ratones” o “Socios a la Fuerza”.

T.G.: Los contractualistas defienden que entrar en sociedad es consecuencia de un pacto hipotético por el que los individuos renunciamos a nuestro legítimo derecho a hacer lo que nos de la gana a cambio de seguridad. El problema es que al hacer esto creamos un monstruo todopoderoso. Hemos tratado de controlarlo de diferentes modos (separación de poderes, etc…), pero continuamente vemos como, a pesar de todo, el poder del Leviatán estatal sigue siendo terrible y muchas veces rompe sus cadenas.

Por otro lado, nuestras democracias, además, son solo democracias nominalmente. No tienen nada que ver con esa idealizada democracia griega a la que han robado el nombre. En realidad los estados modernos son gobiernos representativos. Rousseau, Bakunin, o el propio Evaristo (en esas canciones que citas, entre otras), creen que nunca debimos ceder nuestra soberanía personal a unos supuestos representantes. En cuanto lo hacemos dejamos de gobernarnos a nosotros mismos, nos convertimos en esclavos.

Las sociedades modernas sufren un trastorno denominado “síndrome de fatiga democrática”. No confiamos en los políticos (y ellos tampoco en nosotros). Hay que tener en cuenta que nuestras democracias fueron creadas para personas que en su mayoría eran prácticamente analfabetas. Necesitan una reforma.

La lucha de clases es una temática muy común a lo largo del cancionero de Evaristo, temas como “Ángeles caídos” o “La solución final” hacen hacen la labor de mostrar la cara más terrible de los grandes popes del capitalismo, sean Adam Smith, Spencer o Fukuyama.

T.G.: Bueno, en realidad, como muestro en el libro, muchos de los grandes “hombres del saber” de la historia de la humanidad, juzgados desde los estándares morales actuales, han dicho cosas horrorosas acerca de las clases más desfavorecidas. Platón, Aristóteles, Locke, Nietzsche… Los mismos padres de la constitución estadounidense, por ejemplo, eran explícitamente racistas. Pero no creo que por ello tengamos que dejar de tener en consideración sus buenos argumentos. Una opinión equivocada no debería nunca servir para “cancelar” a una persona o a toda su obra.

Las canciones de La Polla Records pueden ser conocidas o coreadas incluso por gente que ni esté cerca de los sonidos punk ni incluso del ideario de la banda, pero que se han colado en el imaginario colectivo, siendo incluso himnos para movimientos sociales como el 15M ¿dónde crees que radica esa cualidad para ser asimiladas por tanta gente?

T.G.: Sobre todo en el talento de Evaristo para escribir muy buenas letras y melodías. Si a esto le sumas su habilidad para detectar los problemas importantes tienes un bombazo.

En uno de los momentos del libro reflexionas sobre cómo históricamente la contracultura ha sido fagocitada por el sistema precisamente convirtiéndola en un elemento de consumo más. Dada la popularidad en todos los ámbitos que ha adquirido La Polla Records, llenando estadios en su regreso y siendo avalada por una gran campaña de publicidad, ¿de qué manera observas esa paradoja con respecto a temas como “Muy punk” o “Estrella del rock”?

T.G.: En el capítulo ocho me centro en el origen del punk, que coincide con el del neoliberalismo de Reagan y Thatcher. Puede que la intención del punk fuese responder a esos intentos por desmantelar los nuevos estados del bienestar y tratar de acabar con el sistema, pero desde el principio las multinacionales vieron su potencial comercial y se convirtió en una moda más dentro de la sociedad del espectáculo. Pero vamos, es algo normal, en el capitalismo todo y todos (hasta los propios empresarios) estamos sometidos a los imperativos mercado, tenemos que vendernos para trabajar.

Una de las conclusiones que se saca tras leer el libro es que todo, de una forma u otra, está ya inventado o planteado. ¿Las incógnitas existenciales no cambian sustancialmente a lo largo de la historia, solo el formato a la hora de plantearlas?

T.G.: Las grandes preguntas, las preguntas propiamente filosóficas, sobre todo las políticas o éticas, que cuestionan lo que quieres hacer con tu vida (pero también las epistemológicas, ontológicas o estéticas) son recurrentes. Pero las respuestas que les damos van cambiando. Cambian nuestros conocimientos, nuestras experiencias y nuestra manera de mirar y de vivir en el mundo. Por eso es sorprendente que hoy muchísima gente piense que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Andamos faltos de imaginación.

Apoyándome en la parte final del libro, parece que tanto la música punk, encarnada en este caso en La Polla Records, como la filosofía, y por extensión el propósito de este libro, aspira sobre todo a lanzar interrogantes más que a enunciar certezas…

T.G.: En cuanto a Evaristo, él mismo lo dice en diferentes ocasiones, no tiene las respuestas. Con respecto a la filosofía, Bertrand Russell decía que la filosofía disminuye nuestro sentimiento de certeza acerca de lo que las cosas son. Precisamente en estos tiempos en los que la gente busca certezas desesperadamente, una solución concreta a sus problemas, una cura para el alma, una especie de pastilla filosófica (como ofrecen los libros de autoayuda que llenan las estanterías de las librerías), leer filosofía debería servir como medicina preventiva, como una forma de llevar una sana vida mental para evitar las locuras de las soluciones fáciles, el misticismo ingenuo y sobre todo el dogmatismo intransigente.

¿Crees que dentro de cincuenta o cien años se podrá escribir un libro como éste pero tomando como referencia musical alguno de los grupos que hoy en día, o próximamente, saldrán?

T.G.: Claro que sí, y mucho mejor… mientras quede un poco de “poción mágica” todo es posible.

Kepa Arbizu.


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