Pablo Jofré Leal •  25/02/2018

Jodyali: una herida abierta en la conciencia del mundo

Jodyali: una herida abierta en la conciencia del mundo

A 26 años de la matanza de Jodyalí y en un marco internacional surcado de inestabilidad y agresiones a la soberanía de numerosos países, el tener presente los sucesos de la localidad de Jodyalí en los territorios ocupados actualmente por Armenia en Nagorno Karabaj nos permite no olvidar que entre los días 25 y 26 de febrero del año 1992 613 civiles, entre ellos 108 mujeres y 83 niños ofrendaron su vida a manos de una agresión militar que hasta el día de hoy mantiene al 20% del territorio de Azerbaiyán en manos de Armenia.

Jodyali: una herida abierta en la conciencia del mundo

Los episodios de Jodyalí han sido definidos como uno de los hechos de violencia más tenebrosos y oscuros de fines del siglo XX, que es recordado en forma permanente por el pueblo de Azerbaiyán pero también debe ser un hito para todos aquellos que creemos en la integridad territorial de los pueblos, la libre determinación, el respeto al derecho internacional y la resolución pacífica de las controversias, además del respeto a las obligaciones jurídicas internacionales derivadas de aquellos países  que bajo la condición de ocupante beligerante somete a su dominio un territorio que no le pertenece.

El genocidio cometido contra el pueblo azerí, entre el 25 y el 26 de febrero de 1992, se dio en el contexto de la guerra de Nagorno Karabaj. En una trama bélica, de asedio militar, bajo las duras condiciones del invierno, con carestía de agua y luz, las tropas de la República de Armenia, apoyadas por las unidades del regimiento 366 del ejército de la ex Unión Soviética atacaron la localidad de Jodyalí asesinando a cientos de personas. Una asociación criminal que se explica por la aceptación durante el período de la ex Unión Soviética de un proceso de expansión del territorio de Armenia con cambios en su composición demográfica a expensas de Azerbaiyán. Una sovietización que recién en estos últimos años ha tenido trabajos de estudios históricos que dan cuenta de esta situación, que implicó, por ejemplo, el traslado forzoso de decenas de miles de azerbaiyanos.

Es interesante dar cuenta de las declaraciones de actores relevantes de esta guerra de agresión y como ha sumido su responsabilidad en ello. Efectivamente, el 15 de diciembre del año 2000, en una entrevista concedida al periodista británico Thomas de Waal, el presidente en ejercicio de Armenia, Serzh Sargsyan reconoció que su país había desencadenado la guerra contra Azerbaiyán bajo el marco de una lógica de estrategia militar de larga data destinado a ocupar territorio de Azerbaiyán y que su país en plena fase bélica desoyó “abierta  y conscientemente los llamados del Consejo de seguridad de las naciones Unidas para el cese del fuego”.

La negativa de Sargsyan a poner fin a las hostilidades – que como consecuencia trajeron resultados sangrientos y criminales como el de Jodyalí – permite entender la lógica subyacente en las autoridades armenias: “nos embarcamos una vez en una guerra como esta, pero no creo que pudiéramos hacerlo por segunda vez. Sería simplemente imposible. Quizás fuera posible pasado 50 o 100 años. Pero cuando le dices a un soldado que se retire no volverá a combatir. No había ninguna garantía seria. Primero devolvamos los territorio decían y después podremos examinar la situación. Pero ¿por qué deberían examinar la situación? ¿Por qué?. No tenía sentido¨ A confesión de parte relevo de pruebas suele decirse en el ámbito jurídico.

Han pasado 26 años de aquel acto criminal sin que hasta ahora se haya dictado justicia para las víctimas de la masacre de Jodyalí, sus familiares y haya retornado a su seno la región de Nagorno Karabaj que sigue sometida a la ocupación de Armenia. Esto, a pesar de las numerosas resoluciones incumplidas por Armenia emanadas del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: la Número 822, 853, 874 y 884, todas ellas del año 1993 y que reafirman la soberanía y la integridad territorial de la República