Alejandro Floría Cortés •  Opinión •  10/07/2016

Podemos, las idioteces y un fin de ciclo

La palabra prostituida de los pastores intelectuales me repugna tanto o más que la palabra mercenaria de los lacayos políticos. Entre estas dos aguas, el mal uso y abuso podemita del trasvase de significados alcanza el summum del (des)propósito.

Se suponía que la «idiotez» era, por su origen etimológico, despreocuparse de la política, permanecer ajeno a ella, a la cosa pública,… pocas cosas se antojan más idiotas que «practicar democracia» votando ¿representantes? cada cuatro años. Lo idiota ahora es, tachán, otra cosa:
«Nosotros aprendimos en Madrid y Valencia que las cosas se cambian desde las instituciones, esa idiotez que decíamos cuando éramos de extrema izquierda de que las cosas se cambian en la calle y no en las instituciones es mentira» [1].

El tragasables Pablo Iglesias, que ha vivido dos vidas en lo que usted ha pasado la ITV tres veces, se permite adoptar una agridulce melancolía para cerrar la puerta a la idoneidad intelectual de nuevos procesos de organización popular. El mismo cínico que se jactaba de canalizar el descontento y la indignación, incrementando sus renuncias programáticas mientras desaceleraba la movilización, se ofrece para articular las luchas desde el paupérrimo marco de las instituciones.

Que todo despropósito esconde un propósito es algo evidente, y previsible, en quien abunda en banderas, patria, retórica y decepciones. El movimiento continuo se hace indispensable, especialmente cuando se huye hacia delante. El ciclo de vida del primer producto estrella podemita ha resultado ser corto, como admite Errejón, y es el momento de desplegar las estrategias para gestionar la madurez parlamentaria de los morados (Decía Rafel Barrett que «se parecen tanto unos a otros los partidos, que la única manera de distinguirlos es ponerles un color».).

Demasiada teoría de dirección estratégica impregnando los discursos. Hasta dejar de ser sexy. Nos vemos dentro de cuatro años, a ver si queda alguien, que, al fin y al cabo, «los hombres son tan simples y de tal manera obedecen a las necesidades del momento, que aquel que engaña encontrará siempre quien se deje engañar» [2].

“¿Quieres cultura, libertad, igualdad, justicia? Pues ve y conquístalas, no quieras que otros vengan a dártelas. La fuerza que tú no tengas, siéndolo todo, no la tendrán unos cuantos, pequeña parte de ti mismo. Ese milagro de la política no se ha realizado nunca, no se realizará jamás. Tu emancipación será tu obra misma, o no te emanciparás en todos los siglos de los siglos”. (Ricardo Mella. Solidaridad Obrera nº 4, Gijón, 25 XII 1909)

Pues no, sin movilización no hay paraíso [3], y moverse, ”la calle” que desprecia Felipe González Pablo Iglesias, no es solamente aquello de seguir el trazado estipulado por el permiso de un ayuntamiento en tiempo y forma detrás de una pancarta y una banderita. “La Calle” son, deben ser, ateneos populares (la cultura como medio para la emancipación del pueblo), asambleas barriales, colectivos de estudiantes, redes de solidaridad popular, organización obrera desde el centro de trabajo, medios de comunicación independientes y autogestionados, la historia y la memoria de los oprimidos [4], todas las iniciativas que se rebelaron contra las políticas que convirtieron los derechos en privilegios… y, siempre, y sin lo cual no habrá opción real alguna para la libertad, espacios limpios de partidismos desde los que articular las luchas.

La movilización en la calle es Organización, Acción, Participación y Decisión. Es un espacio contra-hegemónico fuera del sistema en el que no avergüenza hablar de Clases, Pueblos, Colectivo, Público, Libre, Cooperación, Justicia, Autogestión, Respeto y Apoyo Mutuo, Horizontal porque nada ni nadie puede pervertir el significado de estas palabras.

Es el momento de los encuentros, de la puesta en común de estrategias, del análisis y del estudio, de escuchar y de compartir. Es el momento de explorar posibilidades, de difundir conocimientos y experiencias, de compartir e intercambiar recursos. Es el momento del esfuerzo, del libre pensamiento y del aprendizaje. Es el momento de soñar, imaginar, plantear, diseñar, promover, construir, crear y sostener los espacios revolucionarios en los que las luchas se coordinen en aras de una sociedad emancipada, libre, consciente, instruida y justa.

 

[1] http://kaosenlared.net/pablo-iglesias-esa-idiotez-que-deciamos-cuando-eramos-de-extrema-izquierda-de-que-las-cosas-se-cambian-en-la-calle-y-no-en-las-instituciones-es-mentira/

[2] El Príncipe. Capítulo XVIII. De qué modo los príncipes deben cumplir sus promesas. Maquiavelo.

[3] Sin movilización no hay paraíso (Teodoro Santana)

http://www.lacasademitia.es/articulo/firmas/movilizacion-no-paraiso-teodoro-santana/20160628070900056135.html

[4] Tormenta en la Memoria. Blog Viajando entre la Tormenta

http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es/


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