José Enrique Centén Martín •  Opinión •  13/07/2016

Se acerca los 80 años que…

Quebraron España

 

Aquel fatal 18 de julio de hace 80 años fue el inicio que truncó el desarrollo de la modernidad española, el de una Constitución ejemplo para muchas naciones de la época siendo algunos de sus puntos reflejados en la Constitución española de 1978, hoy 80 años después de aquella ignominiosa acción se ha oído de nuevo el ¡vivan las caenas! de 1814, causa enarbolada por aquellos que añoraban los siglos de opresión monárquica eclesial caciquil.

Se inició en Gando cuando el Dragón Rapide llevó a Franco hasta Tetuán para ponerse al frente de las fuerzas del ejército de África como uno de los cabecillas de la sublevación militar, y ese mismo día el mayor genocida de la historia de España, después de Fernando VII, desafía insolentemente a la legítima II República, carrera genocida iniciada dos días antes si consideramos la orden de Franco con resultado de muerte contra el Capitán General de Canarias, el General Amado Balmes al estar en desacuerdo con la sublevación militar, seguida cuando llegó a Tetuán yser informado por parte del coronel Sáenz de Buruaga, padre del periodista del mismo nombre, por la detención de Ricardo de la Puente Bahamonde, primo del genocida y jefe del aeródromo de Tetuánfiel al gobierno establecido. Franco dio el consentimiento para su ejecución y trasladado a Ceuta el 2 de agosto, donde se celebró el consejo de guerra siendo condenado a muerte por traición fue fusilado dos días después en la fortaleza del Monte Hacho, esa loca carrera del genocida acabó 54 días antes de su muerte, con los fusilamientos en la madrugada del 27 de septiembre de 1975.

No clamo por los miles de muertos, clamo por aquella España que llevó a los infiernos sumiéndola en la mayor degradación humana, intelectual y progreso. La postración de todo un pueblo ante la barbarie del poder cuyo único objetivo era el retorno a los privilegios más propio del medievo; 80 años después las “caenas” es el grillete del pueblo español porque los hijos, nietos y servidores corruptos de aquel 18 de julio controlan de manera directa o indirecta nuestra Patria, no la suya, la suya es la misma que la del pasajero de Dragón Rapide, el inframundo de Caronte, porque el sátrapa español genio de la muerte del siglo XX y pupilo de aquel del 500 a.n.e., sigue gobernando insuflando miedo a través de sus herederos cuarenta años después de su muerte física, esos que nunca han condenado tamaño atropello, y lo hace desde el mausoleo que se construyó rodeado de los cadáveres a quienes asesinó de una u otra forma, siendo custodiado por la que él tan bien sirvió, la Iglesia, guardiana fiel que no permite el epitafio que merece:

 

Ahí yace Caronte, que gobierna la lúgubre costa,

un sórdido dios: por debajo de su barbilla peluda,

una larga barba desciende, despeinada y sucia.

Sus ojos, son como hornos huecos en el fuego.

                         Una faja, llena de suciedad, une su obsceno atuendo.

                                               Virgilio, Eneida 6.298-301

 


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