Cristóbal Orellana González •  Opinión •  11/11/2016

Susana Díaz, entre Hillary Trump y Donald Clinton

 

 
   En España ya tenemos sobrada conciencia de las semejanzas, tan grandes, entre el PSOE y el PP, los dos de acuerdo en, por ejemplo, el austericidio, las reformas laborales o la permanencia de España en la OTAN. El 15-M dijo claramente: «PSOE y PP la misma mierda es«. El hecho de que ambas formaciones estén de acuerdo en los asuntos económicos y en los relativos a la guerra, por ejemplo, está testada por medidas políticas de todos conocidas, las cuales nos han conducido a la situación -más que difícil- en que nos encontramos. PSOE y PP, como Donald Trump y Hillary Clinton, aplican las mismas políticas que ya sabemos y padecemos.
 
Pero el acontecimiento político en EE.UU. es, más allá de la peligrosidad de Trump y sus esperpénticas ideas, que una gran parte del país le ha espetado un sorpresivo no a las truculencias de Hillary Clinton, es decir, le ha dicho no a los intereses de los poderes financieros que no están resolviendo los problemas sociales. La gente ha optado por un auténtico dictador porque ya no soporta más ni su situación de precariedad ni las lamiosas mentiras del partido demócrata. Lo mismo, o parecido, que en la Alemania de 1933, cuando el pueblo alemán eligió a Hitler y dio la espalda a la burguesía alemana de siempre y a las opciones de izquierda del momento que no supieron o no pudieron controlar la situación.
 
   Se ve que en EE.UU., un poco como está ocurriendo en España, muchísima gente opta por líderes fuertes y radicalmente antidemocráticos para buscar soluciones a su marginación, desesperación y miedo. Y esta, lo sabemos todos, es una vieja historia. Recordemos al respecto este ya clásico párrafo de El miedo a la libertad:
 

«Después que Hitler llegó al poder surgió otro incentivo para el mantenimiento de la lealtad de la mayoría de la población al régimen nazi. Para millones de personas el gobierno de Hitler se identificó con «Alemania». Una vez que el Führer logró el poder del Estado, seguir combatiéndolo hubiera significado apartarse de la comunidad de los alemanes; desde el momento en que fueron abolidos todos los demás partidos políticos y el partido nazi llegó a ser Alemania, la oposición al nazismo no significaba otra cosa que oposición a la patria misma. Parece que no existe nada más difícil para el hombre común que soportar el sentimiento de hallarse excluido de algún grupo social mayor. Por más que el ciudadano alemán fuera contrario a los principios nazis, ante la alternativa de quedar aislado o mantener su sentimiento de pertenencia a Alemania, la mayoría eligió esto último» (Erich Fromm).

 
   Los sui generis ataques de Trump al Sistema tienen, parece, el mismo fundamento que la exitosa campaña por la salida de Reino Unido de la UE o que el llamamiento de Marie Le Pen en Francia a favor de una identidad republicana tradicionalista, xenófoba y belicosa ante el mundo. Cuando la crisis económica aprieta, una gran parte de la ciudadanía, temerosa, se arroja en brazos de un agresivo líder que ofrezca seguridad y esperanza (o un buen sucedáneo de ello). Esto es un tic de las sociedades bien conocido: situación económica de precariedad generalizada + miedo en la clase baja y en la media = ascenso de un caudillo neurótico dirigido por poderes económicos que tratan de impedir lo que ellos denominan inestabilidad (es decir, forcejeo con núcleos políticos de resistencia ante la vuelta de tuerca de turno). De manual: Rajoy siembra el miedo y predica estabilidad… y gana ¡¡¡. Mucha gente en todas partes ya ha llegado al punto de no creer en la política a cambio de seguridad caudillesca y trabajo. Fin. La estrategia de la derecha está ganando por goleada en toda Europa y en EE.UU.
 
  Pero mi pregunta es: ¿cómo afectará este ascenso del conservadurismo más feroz en Occidente a las relaciones internacionales?, ¿de qué manera cambiará el escenario estratégico internacional en función de lo que grandes masas teledirigidas por figuras dictatoriales a la vieja usanza vayan apoyando?. El discurso antimusulmán de Donald Trump, lo mismo que las acciones antimusulmanas del partido demócrata de Clinton (pongamos por caso: el apoyo al golpe de estado de Al Sisi en Egipto), es dinamita en estado puro y generará, con seguridad, consecuencias de las que el mundo se lamentará en breve. Ya veremos, por citar un caso bien claro, de qué forma aborda Superman Trump el contencioso nuclear con Irán.
 
   Debemos repasar ahora, con todo cuidado, sus terribles boutades acerca del uso de las armas nucleares y aquél revelador vídeo en que Donald Trump desarrollaba su volcánica visión de la política exterior norteamericana:
 

   Susana Díaz, la presidenta de la Junta de Andalucía, al ser preguntada por qué pasará entorno a las bases de Rota y Morón durante la presidencia de Trump ha salido por los cerros de Úbeda diciendo que quiere que se emplee allí, en las bases, a más trabajadores andaluces… pero no ha dicho ni mú sobre las consecuencias de posibles ataques a las bases por parte de células terroristas contrarias a los intereses norteamericanos en el Mediterráneo. Es decir, se ha escabullido hábilmente sin aludir al problema principal: la seguridad de Andalucía para la hipótesis de que pudiera originarse en Oriente Medio un gran y descontrolado conflicto regional como resultado de las políticas excéntricas de Donald Trump.
 
   El vicepresidente de la Junta igual o parecido: repite la cuestión de los puestos de trabajo en las bases… pero alude también -cosa que Susana Díaz evita mencionar- a la «incertidumbre e inseguridad» que la política exterior de Trump nos traerá:
 

 

 
SUSANA DÍAZ Y DONALD TRUMP:
 

http://www.europapress.es/andalucia/noticia-susana-diaz-exigira-trump-mismo-obama-trabajadores-rota-moron-20161109113636.html

 
Fuente: http://noviolencia62.blogspot.com.es/2016/11/susana-diaz-entre-hillary-trump-y.html

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