Alex M R •  Opinión •  30/11/2016

Frente a la pobreza y dependencia energética, defender el carbón autóctono

Se habla mucho estos días de pobreza energética, de las puertas giratorias, de los millonarios beneficios de unas empresas que con sus decisiones ponen en peligro vidas humanas, también la de regiones enteras que serían las llamadas a paliar este drama. Me refiero a las cuencas mineras españolas, pueblos como Fabero o Villablino que otrora fueron la calefacción de España y hoy la política energética esta sumiéndolos en el frio invierno de la pobreza, el paro y la despoblación. Mientras, en España se dispara la quema de carbón, pero de importación.

A la hora de abordar la situación del sector (y cualquier otra cosa que nos propongamos) debemos preguntarnos ¿a quién beneficia? Atendiendo a tres niveles de intereses: la clase trabajadora, el pueblo y el país.  Esto es fundamental para clarificar la situación, salir del marco que nos imponen y ver más allá. Es fundamental entender que la economía es la más política de todas las disciplinas, hay más propuestas que las actuales, que son perfectamente viables, razonables y sobre todo necesarias.

La actualidad nos deja un marco en el que el PSOE renuncia a ser oposición y se pone fin al régimen del 78, ahora mismo hay un debate sobre el modelo de país que queremos construir y por tanto redefinir la política energética. No nos engañemos la situación actual viene de años atrás, la integración en la UE supuso privatizaciones, liberalización del sector eléctrico y la apuesta por la desindustrialización de España, camuflado por un europeismo social y democratizado, regado con millones de la riqueza que nos robaban.

Iberdrola, Endesa y Gas Natural obtuvieron 5.009,6 millones de euros de beneficio el año pasado, con unas subvenciones entre unas y cosas y otras de unos 1,500.  Así pues Felipe Gonzalez y Aznar, a sueldo de las mismas abren sus puertas giratorias mientras cierran nuestras bocaminas y cortan nuestra luz. No son ineficaces, forman parte de esa oligarquía que nos ha traído hasta aquí, defienden sus intereses, no los nuestros.

A pesar de eso debemos ser autocríticos, pues los y las habitantes de las cuencas afrontamos las luchas de una forma defensiva, cuando necesitamos pasar a la ofensiva. Es cierto que consiguieron dividir el sector entre nuevos y viejos, cielo abierto e interior, contratas y matriz, las cuencas contra Ponferrada, etc. Pero nos ganaron la partida porque nos obligaron a defendernos cuando serían ellos quien tendría que hacerlo. Necesitamos claridad ideas para no ir derrotados.

Muchas veces se habla de las ayudas al carbón como una especie beneficencia que habrá que considerar antieconómica e irracional. Pero nadie habla de los 330 millones de Euros que se ahorró España el año pasado por tener producción propia, de su capacidad para estabilizar precios y los ingresos vía impuestos (multiplicados por 3) y empleos que crea el sector (multiplicados hasta por 5). ¿Por qué no se habla de la importancia estratégica del único combustible fósil en un país que importa el 72,9% de la energía que consume? ¿Alguien puede explicar donde se cuadran los presupuestos del ejército, la policía o las cárceles –siempre deficitarios lógicamente- y nadie los ponen en cuestión? ¿Que producen? 

Hay sectores de las eléctricas o eruditos que nos esgrimen la cuestión ecológica y con razón, es necesario planificar la transición energética, pero de forma hipócrita, más preocupados por su cuenta de resultados que por el medioambiente. Hay eléctricas que les es más barato comprar derechos de emisión que invertir en tecnología. Compran carbón extranjero a veces más caro para presionar al gobierno, pues tienen que acometer reformas y quieren que sean los mineros quienes les resuelvan su obligación, en lugar de reinvertir quieren seguir repartiéndose sus beneficios. Hay que superar este marco y decir que necesitamos empresas públicas que sobrevivan a las modas del mercado que permitan planificar y desarrollar tecnológicamente la energía en base a las necesidades de los y las trabajadoras, la sociedad y el país y que no dependan del mercado y sus vaivenes. Además hay que decirlo claro, el carbón importado contamina más por su transporte desde miles de kilómetros (carbón de sangre, sacado en nulas condiciones laborales y medioambientales para más inri).

Pintan el problema de verde, pero no es por el negro del carbón sino por el rojo de los mineros que lo defienden. Los mineros son foco de la oligarquía desde antaño (en este país y en otros, desde Franco a Thatcher).

Por tanto no caben ilusiones de alcalde en campaña, la alternativa al carbón es el carbón y lo que venga. Turismo rural, becas de estudio sin empleo, subvenciones a la iniciativa privada o polígonos sin empresas, ya se ha intentando y no funciona.

El carbón autóctono es útil por aportes fiscales, empleo, riqueza, estabilidad de precios eléctricos, reduce la dependencia energética, combate la energía nuclear, da mayor soberanía y crea más riqueza de lo que se invierte en ella.

El propio gobierno reconoce que la cantidad de carbón quemada seguirá siendo la misma hasta 2020 de 2,3 mtep a 2,1. Por tanto si el carbón autóctono es más social, más ecológico y más rentable para el pueblo trabajador… ¿Qué necesitamos? Transformar la necesidad en voluntad política. Necesitamos un Plan Energético Nacional que planifique el sector energético, el uso social de nuestros recursos, garantice el empleo y la soberanía. Enfocándolo como un todo.
España necesita un moderno sistema energético y minero. Aquí tenemos el carbón, la mano de obra cualificada, los recursos y la tecnología, solo hace falta voluntad política. Es posible el carbón a partir del 2018.

La necesidad de poner en marcha un proceso constituyente y la salida de la UE sería fundamental, pero incluso con el tratado de Lisboa o la actual Constitución el carbón seguiría siendo un bien demanial y por tanto sujeto al interés general y quien se oponga debería ser juzgado por alta traición como manifestaba el secretario de CCOO del Nalón.

Para planificar y desarrollar el mercado no sirve. El Estado  debe hacerse cargo de la extracción, transformación y distribución energética a través de las SEPI. Debe legislar obligando a prohibir importaciones, controlar la procedencia y garantizar el suministro y quema del autóctono y nacionalizar las empresas que se nieguen.

En este proceso es necesario lo público para reindustrializar las cuencas, empresas energéticas que además investiguen en el control y captura del Co2, combinándolo con otras producciones autóctonas, no deslocalizables y renovables. Igual que se han conseguido remunicipalizar o nacionalizar energéticas en otros países de Europa.

Por tanto objetivos claros y unidad. Laboral y social, trabajadores y cuencas, minería y sector eléctrico. No se consigue  nada sin luchar, pero luchando se puede conseguir todo. Los trabajadores de la minería y eléctricas ganarán con el empleo, el pueblo y las comarcas mineras pondrán a producir nuestra riqueza y lucharán contra la despoblación, el país ganará en soberanía, desarrollo social y económico.

Porque ¿Cómo es posible que una comarca como El Bierzo con millones de toneladas métricas de carbón recuperable haya gente pasando frio? ¿Con cortes de luz? ¿Sufriendo desempleo? ¿De verdad nos lo podemos permitir? Creo que no. Tenemos el deber de ser valientes, imaginar el futuro para poner El Bierzo a producir.


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