Carlos de Urabá •  Opinión •  02/12/2016

Juicio sumarísimo a Fidel Castro

Llegué en el tren  nocturno que hace el trayecto de la Habana-Santiago de Cuba para asistir a los actos del día 26 de julio de 1998. En la ciudad reinaba un ambiente de jolgorio pues coincidía con los festejos del Carnaval. El 26 de julio de 1953 un grupo de insurgentes al mando de Fidel Castro trató de tomarse el Cuartel Moncada con el propósito de incautar las armas de los militares y acelerar la insurrección popular contra el dictador Fulgencio Batista. Pero la operación fracasó y de los 135 componentes del comando 69 resultaron muertos.  Un episodio que me narró con todo sus dramatismo un santiaguero testigo de los hechos. Yo recogí en la calle a varios de ellos que los habían cosido a puñaladas, algunos castrados, otros mutilados. Sufrieron en represalia horripilantes torturas.  Fidel logró escapar junto a Raúl y otros compañeros pero más tarde fueron detenidos; uno en San Luis y el otro  en las estribaciones de la Sierra Maestra. Los Castro iban a ser eliminados pero se salvaron gracias a la intervención del arzobispo de Santiago monseñor Pérez Serantes y del Ministro del Interior de Batista, Rafael Diaz-Balart (que era cuñado de Fidel). Luego un tribunal de justicia lo condenó-tras su alegato “la Historia me Absolverá”) a la pena de 15 años de prisión. En el año 1955 los amnistió Batista. Al quedar en libertad él y su hermano se exiliarían México donde comenzaron a planificar el desembarco del Granma. 
 
En la plaza Antonio Maceo o de la Revolución se había engalanado para la celebrar del 45 aniversario del asalto al Cuartel Moncada “año del 40 aniversario de las batallas decisivas de la guerra de liberación” los actos tenía previsto iniciarse a las 6 de la tarde- Como era verano había que esquivar la canícula. Filas interminables de invitados  poco a poco iban acomodándose en las cientos de sillas colocadas en la explanada. Todo el mundo sabía de antemano que el discurso de Fidel se alargaría una eternidad.   Algunos asistentes llevaban sombrillas (por si caía un chaparrón), fiambreras y cantimploras. Mejor dicho se vinieron de Picnic.  La temperatura no bajaba de los 33 grados con una humedad del 80%. En Oriente el calor es tremendo y ponen al cuerpo a sudar la gota gorda.  No se permitía la entrada al recinto a personas que no portaran la invitación correspondiente. Se tomaron estrictas medidas de seguridad pues  Fidel era un objetivo a batir por parte de los grupos anticastristas y la propia CIA.   Nos tuvimos que conformar con verlo allá a lo lejos detrás de una barrera policial que acordonaba el recinto.  También se hicieron presentes varios brigadistas italianos se pusieron a cantar “El pueblo unido jamás será vencido” mientras  agitaban una gran pancarta en la que se leía “Fidel, seguro, a los yanquis dale duro” Yo me dirijo a un alto mando del ejército revolucionario a ver si podemos pasar a la zona de los invitados.  Pero nos ordena guardar las distancias y nosotros obedecemos. Fidel sube al estrado entre vítores y aplausos. Suena de fondo la canción “Siempre es 26” de Carlos Puebla. Fidel, el comandante supremo, luce su uniforme verde oliva con su tradicional quepis.  Se le ve erguido y fortachón con esa  barba cana tan característica.  En el escenario han desplegado una enorme bandera cubana que llevaba impresa el rostro de Martí.  El pueblo grita consignas –“Comandante en jefe ¡ordene!” “¡socialismo o muerte!” “¡Viva Cuba Libre!” Fidel se instala en un atril colocado en una tarima y saca una resma de papeles.  Dice que tiene muchos papeles, pero que no se asusten. Risas entre el público. Fidel saluda al pueblo de Santiago, a las delegaciones invitadas, a los combatientes, a los familiares de los mártires de Cuba.  A continuación empieza a hacer un repaso histórico sobre lo que significa el día 26 de Julio, el embrión de la revolución cubana.  Se entretiene un rato contando anécdotas épicas sobre el ataque en el que cayeron muchos de sus más queridos compañeros. Haciendo gala de una memoria prodigiosa relató al pie de la letra los insucesos de aquel trágico día  –tal y como lo señalaran sus profesores en el colegio de los Jesuitas: con apenas leer el texto una sola vez le sobraba para aprendérselo de memoria-  Fidel ahora se sumerge en la guerra de independencia contra los españoles, la intervención americana a causa del hundimiento del Maine en 1898. Todo lo que supuso ese zarpazo traidor de los yanquis que les arrebató la independencia. Luego pasó a la dictadura de Batista, la revolución Cubana, Bahía Cochinos, la crisis de los misiles, la guerra fría.   De repente el alto mando que nos prohibió la entrada decide dejarnos pasar al recinto (no sin antes cachearnos y revisar nuestros pasaportes) Allí nos acomodamos con los demás camaradas para seguir la interminable alocución.  Cuando había transcurrido dos horas la gente empezó a sacar la merienda. Nos convidaron a ron y a yuca frita porque de alguna manera había que mantener el tipo hasta el final. (Fidel tiene el record Guinness con un discurso de 7 horas y cuarto) Por toda la ciudad retumbaba la voz de Fidel amplificada a través de la radio y la televisión (que por ley transmiten sus discursos en vivo y en directo a todo el país) El eco de sus palabras producía un efecto hipnótico e irreal que nos dejaba una extraña sensación de santidad. Ese apasionamiento y esa efervescencia es difícil de encontrarla en otro líder político contemporáneo. Se asemejaba a ese pasaje bíblico del “sermón de la montaña”; pero no era Jesucristo el profeta, sino Fidel Castro, el guerrillero, quien nos dirigía la palabra.
Apoyado en el atril y sin leer ningún papel con un gesto severo seguía enumerando uno a uno los logros de la revolución: en cultura,  educación, salud, agricultura, la pesca, la ganadería, etc. -La tierra y la reforma agraria fue lo prioritario –
 
Hasta yo tuve que empuñar un machete para cortar caña en la zafra. Por dignidad nacionalizamos las empresas e industrias porque los yanquis nos robaban nuestras materias primas impunemente. Nuestro pueblo oprimido, ignorante, embrutecido que agachaba el lomo para llevarle la carga al patrón por fin pudo levantar la cabeza. Por la plena independencia y libertad de Cuba tal y como lo pregonó en su momento José Martí. -Nosotros somos un pueblo hibrido, mestizo. Esas ínfulas de club de blancos, escuelas para blancos, playas para blancos…los cubanos la rechazamos. Ahora se dedica a desglosar las intervenciones yanquis en América Latina y la neo colonización. -La lucha armada es necesaria para combatir a los regímenes dictatoriales pro imperialistas y oligárquicos. Más vale tomar un arma en defensa propia antes que caer aplastados por la bota militar. La revolución cubana siempre ha estado en peligro, no hay más que ver ese monstruoso atentado cometido contra un avión de cubana en 1976 por el grupo terrorista liderado por Posada Carriles.  Enumeró uno a uno los ataques contra los intereses cubanos perpetrados por la CIA  y sus secuaces. EE.UU pretende sembrar el terror en Cuba colocando bombas en las áreas turísticas para quebrarnos.
 
-Porque después de la caída del bloque socialista Cuba se ha convertido en el único enemigo del imperio.  Durante el tiempo de la guerra fría la URSS nos ayudó a sostener la revolución pero tras su desintegración nuestro pueblo tuvo que asumir un titánico sacrificio. Nos abandonaron y nos vimos obligados al criminal  bloqueo de EE.UU que contó con la complicidad de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos. Pero nosotros supimos sobreponernos ¡Nuestro vino de plátano es amargo, pero es nuestro vino! Aplausos. La independencia y la unidad latinoamericana, la emancipación y la soberanía patria son principios inalienables. Ahora el imperialismo quiere construir una muralla de 3.000 kilómetros, un nuevo muro de Berlín para detener a los seres humanos mientras sus tratados de libre comercio le abre las puertas a las mercancías. Es el temor a los inmigrantes del Sur, por eso construyen ese famoso muro, pero los latinoamericanos siempre inventarán cosas para cruzarlo. EE.UU y Europa tienen miedo a la presión migratoria de los países del Tercer Mundo, están asustados, llenos de xenofobia, fascismo y racismo. Son migraciones económicas de individuos deslumbrados por la sociedad de consumo capitalista. Muchos cubanos se han aventurado a dar el salto. -y  enardecido añadió- muchos están allá creyendo que son libres pero son los más grandes esclavos. Aplausos.
 
Desde Miami el traidor Mas Canosa con la Fundación Nacional Cubano Americana creada por Ronald Reagan conspira contra Cuba. Esa es otra organización terrorista y mafiosa respaldada por los norteamericanos, el país que se supone es el más demócrata del mundo.  Toda mi vida me la he pasado corriendo riesgos. No sé cuántas veces me han querido matar pero aquí estoy vivito y coleando.  -Aplausos- En  EE.UU hay más de 800 grupos terroristas, muchos son fanáticos racistas de los cuales 400 están armados. El público vitoreaba al comandante mientras agitaban banderas cubanas y del movimiento 26 de Julio. Pero no fue hasta que sonaron las campanadas en el reloj de la plaza que Fidel se percató del entuerto. ¿Es que son las doce de la noche? Me queda muy poco. Es señal de que va a empezar el carnaval.-Aplausos  ¡Hombre el Carnaval! -lo dijo bien fuerte,  acto seguido  “ya vamos acabando”. Pero Todavía quedaba una ñapa de 45 minutos. (Eso no es nada después de 5 horas y pico) Las orquestas, los troveros, los rumberos, los soneros, los salseros todos estaban allí con los crespos hechos velando armas. Fidel reflexionaba sobre la amenaza nuclear a la que calificaba como el principal peligro que se ciñe sobre la especie humana. Aunque el desarme mundial parezca utópico es imprescindible pues nos jugamos la existencia.
 
Poniéndose la mano en el corazón dijo: los cubanos somos internacionalistas, luchamos por nuestro país y luchamos también por el mundo. Ese es el ejemplo del Che Guevara un verdadero revolucionario que lo entregó todo por un ideal. En América Latina varias generaciones han sido marcadas por la revolución cubana y su  memoria permanecerá inmutable. Tiene mérito que  una islita tan pequeña haya sido capaz de plantarle cara al imperio más grande del mundo. Aplausos. Seguía con las arengas: Porque adquirimos conciencia gracias a esa bella frase de Martí “Patria es humanidad” 
Los procesos de liberación, las luchas populares marcan la gran confrontación entre el norte y el sur. Alterado hizo un gesto rabioso apretando el puño-No se dejen engañar que la revolución jamás va a retroceder, que toda la dignidad y gloria que hemos adquirido no puedan destruirla nunca. Jamás vamos a renunciar al socialismo. Vítores y aplausos. Este es el juramento que hemos hecho por nuestros mártires gloriosos.  Por fin hizo una larga pausa y miro al horizonte, estrechó sus manos y levantándolas remató con un: ¡Viva Santiago de Cuba! ¡Viva la cuna de la revolución! ¡Socialismo o muerte! ¡Venceremos! todos los presentes gritaron a coro ¡venceremos! Entre aplausos y ovaciones se cerró el acto y a continuación empezaron sonar los bongos y los tambores. Los babalawos le hacían su homenaje al “Caballo” (sacerdote) protegido por Ochun, el homo ocha o el elegido.    La gran fiesta estalló con su poderosísimo frenesí Las multitudes bregaban por ocupar las plazas y alamedas donde las orquestas se lucían interpretando las piezas más célebres de la música cubana. En la madrugada santiaguera lúdica y bohemia el pueblo extasiado se dedicaba a bailar, beber chispa de tren, ron o cerveza de pipa. El embargo o el bloqueo les apretaban el gaznate y eso se notaba en el estado de ánimo. Aunque los abrumaba una situación de penuria extrema, de racionamiento y precariedad no habían perdido ese espíritu caribeño que convierte los dramas en celebraciones.
 
Ni tribunales, ni jueces, ni fiscales, sus enemigos siempre han querido llevarlo directamente al paredón. Fidel es culpable, es culpable de haber sublevado a las masas de campesinos, de obreros de marginados, esas masas sometidas al ancestral yugo explotador.  Tal como lo describió Paolo Freire en su famoso libro la “Pedagogía del Oprimido” Esa gesta emancipadora iniciada el 1 de enero de 1959, que ya hace parte de nuestro  inconsciente  colectivo, tenía el cometido de iluminar el camino a una América Latina ansiosa por lanzar su grito de liberación.

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