Jérôme Duval •  Opinión •  12/12/2016

Francia, 1986-2016: recuerdos de una represión violenta

En diciembre de 1986, en Francia, los alumnos de secundaria, a los que pronto se les sumaron los estudiantes y los profesores, se movilizaron contra “la ley Devaquet” encaminada a aumentar el precio de los derechos de inscripción a la universidad. El movimiento tomó una amplitud considerable y la represión no se hizo esperar ante una protesta tanto  legítima  como democrática. Balance: un muerto, Malik Oussekine, y heridos graves, entre ellos François Rigal, Patrick Berthet, Jérôme Duval [el autor de esta tribuna] y muchos otros. 30 años después, Maurice Duval, padre, y Jérôme Duval, hijo, lo recuerdan.

Maurice Duval, padre: ¿Qué recuerdos tienes tú de la jornada del 4 de diciembre de 1986?

Jérôme Duval, hijo: Organizados para la movilización en el Liceo Maurice Ravel y también en coordinación con otros liceos de París, fuimos a esta manifestación nacional para presentar nuestras reivindicaciones, la primera de ellas era la derogación total del proyecto de ley. Había tanta gente (los organizadores hablaron de un millón de personas) que estábamos bastante optimistas en cuanto a la victoria del movimiento. Estábamos decididos y pacíficos, incluso cuando en  la noche, en la plaza de los Inválidos, los disparos de la policía comenzaron a resonar a raíz del anuncio del fracaso de las negociaciones y a la posición inflexible del gobierno. En ese momento, formábamos una cadena humana totalmente pacífica con mi mejor amigo Antoine. Y tú, ¿cuáles son tus recuerdos?

MD: Estuve en la manifestación con mis colegas profesores, el cortejo estaba  tranquilo y reivindicativo. Te sabía un poco más lejos con tus compañeros de clase. La noche, viendo las noticias televisivas, me enteré que había heridos graves tras las violentas cargas de la policía sobre nuestros hijos. Y unos instantes más tarde, recibí una llamada de tu amigo, anunciándome que estabas hospitalizado en urgencia: habías recibido una granada en pleno rostro…

JD: Sí, un tiro tenso, prohibido por la ley. De repente, la violencia del choque me proyectó varios metros hacia atrás. Me llevaron hasta el puesto de socorro donde los paramédicos me abofetearon para que no cayera en coma. Tuve incluso el tiempo de ver desfilar mi vida. El impacto de la granada me causó una fractura del maxilar superior, una fractura de nariz y una de cráneo. Tuve una operación en neurocirugía delicada. Además del impacto físico a corto plazo, los daños psicológicos a un joven de 18 años en plena construcción de su futuro son irremediables, y resulta muy difícil retomar una vida «normal» después de la convalecencia. Me fue imposible continuar mis estudios y tuve que enfrentar una larga depresión. Generalmente no se dan cuenta de la magnitud de las consecuencias que un  atropello policial puede generar toda la vida, y de lo que podría haberse evitado si las órdenes hubieran sido dadas en conformidad con el respeto del derecho a manifestarse.

François Rigal, mi vecino de habitación en el hospital, perdió un ojo en las mismas condiciones. El 6 de diciembre de 1986, Malik Oussekine sucumbió bajo los garrotes de las brigadas de “voltigeurs motorizados” organizadas por el Ministro del Interior de la época,  Charles Pasqua. Estos policías atacaban a quienes se encontraban en su camino. A raíz de esto, tú  habías creado con tus amigos un Comité de Familias para intentar defendernos, ¿es así?

MD: Sí, había creado el Comité de familias de víctimas de la violencia policial de diciembre de 1986, con los amigos y simpatizante, ayudado por la Liga de los Derechos Humanos. Quería que se hiciera justicia, ayudar a las víctimas y finalmente presionar para que estas prácticas cesaran. En esa época, muchos jóvenes fueron asesinados en la calle, en los barrios populares suburbanos, incluso en los bares, a menudo a los magrebíes, pero no exclusivamente. Después de la década 1970 antirracistas, fue el retorno de una tendencia a la discriminación hasta entonces reprimida.

JD: Desde entonces, las violencias policiales no han dejado de acentuarse y la criminalización de los movimientos sociales ha tomado proporciones sin precedentes. Esta situación es agravada por la impunidad que reina cuando solamente la represión, por lo menos alejada de los principios democráticos, responde a las protestas pacíficas. Es necesario denunciar con fuerza la política de represión que se abate sobre los manifestantes, el uso desproporcionado de las granadas aturdidoras y los disparos de flash-ball, que hicieron cientos de herid@s, a veces muy graves. Tales armas deben ser prohibidas y las órdenes dadas a la policía deberian respetar la prohibición de lanzar bombas lacrimógenas en tiro tenso, cuyo impacto puede resultar mortal. El último informe de la ACAT (Acción de los cristianos para la abolición de la tortura) demuestra que en Francia, el número de personas que perdieron la vida a manos de la policía no deja de crecer hasta alcanzar un promedio de 14 muertes por año en 2014, 6 más que una década antes. ¿En 1986, la represión protegía un importante y particular desafío a  través de este proyecto de ley?

MD: Se trataba entonces de una de las primeras leyes liberales sobre la educación, es decir, que afectan a la herramienta que permite la reflexión, enemigo potencial del liberalismo. Cuando una manifestación cuestiona demasiado el poder, éste la reprime con el uso de medios desproporcionados. Dime, ¿ese traumatismo habría podido desmovilizarte y quitarte el deseo de luchar contra la injusticia?

JD: Todo lo contrario. La represión, por muy violenta que sea, por fortuna nunca tuvo  razón del combate llevado a cabo por la justicia, el respeto de los derechos y la protección de la democracia. Por último, es también la historia de una victoria, ya que el proyecto de ley Devaquet fue retirado tras la movilización.

MD: Sí, y esto pone de manifiesto que las grandes movilizaciones, si son unitarias, pueden desembocar en victorias. ¡Cuando se lucha contra la injusticia, nunca estamos seguros de ganar, pero si no nos movilizamos, estamos seguros de  perder!

Nota de Tlaxcala

Hubo otro muerto en la noche del 5 al 6 de diciembre de 1986, en cierto modo un daño colateral: Abdel Benyahia, 20 años de edad, abatido en Aubervilliers por el arma de servicio del inspector de policía Patrick Savrey, empapado de pastis (anisado) después de haber estado consignado todo el dio con sus colegas en la comisaría del barrio la Madeleine a causa de la manifestación. Savrey fue condenado a 7 años de prisión por el Tribunal de Bobigny, en noviembre de 1988. El Peloton de voltigeurs motoportés (PVM), brigada de represión creada por el Ministro del Interior Raymond Marcellin en 1969, fue disuelto después del caso Malik Oussekine. Los dos policías responsables de su muerte Jean Schmitt y Christophe Garcia, fueron condenados a penas simbólicas de 2 y 5 años de prisión. Esta “sanción moderada” fue juzgada «equilibrada» por Georges Kiejman, abogado socialista de la familia Oussekine. (FG)

Traducido por María Piedad Ossaba

http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=19441

http://www.politis.fr/articles/2016/12/1986-2016-souvenirs-dune-repression-violente-35896/


Opinión /