Colectivo Puente Madera •  Opinión •  19/12/2016

Caridad, solidaridad, justicia y revolución

Llega la navidad. Y con ella los estomagantes anuncios de colonias, las risotadas sin fuste del santo de la Coca-Cola, los insufribles villancicos en las vías públicas, la ingestión masiva de Almax como consecuencia del estado de empacho permanente… También regresan los actos benéficos en su casi infinita diversidad: festivales, rifas, programas televisivos, mercadillos, cuestaciones… Todo el mundo se vuelve muy bueno por estas fechas. Hasta los chicos de las Nuevas Generaciones del PP local, tan partidarios como sus mayores de las políticas que han hecho aumentar las desigualdades y la pobreza hasta extremos insospechados, montan un chiringuito “solidario” para ayudar a los necesitados. Es fantástico, ¿verdad? Primero generamos pobreza, luego repartimos unas migajas entre los pobres y finalmente nos ponemos la peineta, nos metemos una misa entre pecho y espalda y santas pascuas.
 
En fin, está claro que las personas de buen corazón que hacen un dotanivo se merecen todo el respeto. Los buenos sentimientos hacia los demás son el motor de arranque de cualquier acción transformadora. Ahora bien, conviene recordar que la caridad y la beneficencia no son más que estrategias del poder para lavar conciencias y amortiguar conflictos sociales. Ya lo explicó Cánovas del Castillo en el último cuarto del siglo XIX: “La caridad cristiana o religiosa es sólo agente para mediar entre ricos y pobres, suavizando los choques asperísimos que por fuerza ha de ocasionar entre capitalistas y trabajadores el régimen de libre concurrencia.” No se puede decir más claro. El plumero se ve de tan lejos que desde hace un tiempo los sectores más conservadores de la sociedad hacen todo lo posible por confundir la caridad de toda la vida con la solidaridad, que suena a cosa así como muy súper guay, cuando realmente son todo lo contrario. La caridad es vertical, voluntarista, coyuntural, paliativa, generadora de dependencia, cómplice de las injusticias…; la solidaridad es horizontal, técnica, estructural, transformadora, emancipadora, crítica… Las ONGs que trabajan en el campo de la solidaridad interpretan a los beneficiarios de los programas como auténticos sujetos del proceso, no como objetos de una acción externa. Están apoyadas por voluntarios, pero gestionadas por técnicos en desarrollo y en materia social, educativa, sanitaria, económica, etc. que aportan contenido científico a los proyectos. Actúan con el objetivo de promover cambios que generen oportunidades, empoderen a los colectivos y los conviertan en dueños de su propio futuro. Y, finalmente, denuncian el sistema económico, político y social que genera la pobreza, porque de lo contrario se convertirían en sus cómplices. En definitiva, la caridad y la solidaridad se parecen como un huevo a una castaña, por mucho que algunos, como los mencionados cachorros del PP, pretendan confundirnos con sus supuestas campañas solidarias.
 
De modo que la solidaridad es necesaria. Aunque a nuestro juicio no es suficiente, porque se ejerce a través de proyectos locales mientras que los problemas son globales. Además, como decíamos, la derecha, sobre todo la religiosa, ha sido muy hábil a la hora de apropiarse del concepto para aplicarlo a sus viejas prácticas. Por eso nosotros preferimos utilizar otros términos, como justicia, igualdad y revolución, que son más antiguos pero están menos manoseados. Son inseparables, como los lados de un triángulo. La justicia consiste en proporcionar a cada uno lo que se merece según su talento, su mérito y su esfuerzo. Y eso sólo es posible en un modo de producción que garantice la igualdad de oportunidades desde el momento mismo del nacimiento. Y eso sólo es posible cargándose un sistema económico, el capitalismo, que interpreta la desigualdad como un hecho natural y hace de ella su razón de ser. Y eso, puestos a ser políticamente incorrectos pero convencidos de que lo que no se nombra deja de existir, sólo es posible llevando a cabo una revolución (no violenta, democrática, alegre y tal y tal) que cambie el mundo de base y consiga que los nada de hoy terminen siéndolo todo.
 
Pues… ¡dicho está! Igual nos excomulga algún meapilas o se espanta algún melindroso, pero nosotros bien a gusto que nos hemos quedado después de lanzar nuestra verdad al viento.
 
 
 
 
 
Fuente: http://colectivopuentemadera.blogspot.com.es/2016/12/caridad-solidaridad-justicia-y.html

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