Ramaris Vásquez •  Opinión •  22/06/2021

DD.HH. Mujeres venezolanas, no exentas de violencia…

La violencia contra la mujer no hace excepciones por nacionalidad. La ONU –en su web ONU Noticias de marzo pasado- afirmaba que “un tercio de las mujeres del planeta es víctima de violencia física o sexual”. Por tanto, mientras lee estas líneas, es probable que una mujer cercana o lejana a usted, haya sufrido o sufra violencia, ahora mismo. (1)
Las venezolanas no se hallan exentas de esa realidad. El Ministerio Público venezolano -según recogía Rusia Today en febrero pasado, citando al Fiscal General de la República, Tarek William Saab.- ha procesado al menos 610 casos de femicidio desde agosto de 2017, y ha actuado 170.789 veces en casos de violencia contra la mujer en el país bolivariano. Es grave. (2).
Marcano, A. y Palacios, Y. (2017) colocan entre las causas que libran la violencia contra la mujer en Venezuela, “las instituciones sociales, la propia identidad, la sexualidad” y, “las relaciones de poder”. (s/n). De allí se puede deducir la complejidad de este fenómeno que enluta y entristece hogares (3).
En su estudio “Violencia de Género en Venezuela. Categorización, causas y consecuencias”, las investigadoras –citando el Instituto Asturiano de la Mujer- explican que la violencia es originada por factores individuales, relacionales, comunitarios y sociales. De acuerdo a esta clasificación, pueden ser múltiples las motivaciones que conducen a la violencia contra la mujer venezolana. (3)
En lo individual, para ejercer la violencia por razones de género- las pasiones humanas dan curso a la envidia, el odio, los celos, las inseguridades personales, el deseo de venganza o la necesidad de avasallar para demostrar poder. Esto explica la irracionalidad de fingir ser o hacerse “amig@”, o mostrarse como un “ser querido” e  invitar a una persona a su casa o a sus “dominios”, sean cuales sean, para hacerle daño. (4).
Este tipo de femicidios (sean físicos o morales) donde participan personas que son o fueron parte del afecto de la víctima, -por acción u omisión- sin duda, marcan profundamente cualquier sociedad, porque muestran la degradación interior y los antivalores como referente que enarbola la violencia y socava espacios personales y  públicos. (5)
Las causas relacionales se evidencian en cifras publicadas por la ONU, citando la Organización Mundial de la Salud (OMS) y ONU Mujeres: 736 millones de mujeres en el mundo han sufrido violencia, ya sea, “a manos de una pareja o por otras personas, y 1 de cada 4 jóvenes de entre 15 y 24 años que ha tenido alguna relación íntima lo habrá padecido al llegar a los 25”. (1).
Asimismo, las mujeres que lideran causas colectivas, en comunidades, en el trabajo, en algún gremio o comunidad, tampoco están exentas; se hallan expuestas a la violencia o al femicidio físico o moral, pues habrá motivos para temer a la causa de quienes enfrentan a sus abusadores. Sucede en todo el mundo. (6)
Tedros Adhanom, director general de la OMS, -citado por ONU Noticias-alertó que la violencia contra las mujeres está presente en todas las culturas y que “no disponemos de vacunas para ponerle frenos, solo podemos hacerle frente si los gobiernos, las comunidades y las personas adoptan medidas y las integran plenamente con el fin de cambiar actitudes perjudiciales (…)”. (1).
Entre las recomendaciones, la ONU plantea la educación: “intervenciones en las escuelas y los centros de enseñanza que cuestionen las actitudes y creencias discriminatorias, incluida la educación sexual integral” e “inversiones específicas en estrategias de prevención sostenibles y eficaces”. Es lógico. Un hogar disfuncional, donde privó la  violencia, tendrá una familia donde habrá víctimas y victimarios. (1)
Se trata de un cambio introspectivo, en lo social y en lo individual,  y la voluntad es un asunto muy personal. Marcano, A. y Palacios, Y. (2017) creen que se trata de “deslastrarse de creencias culturales, estructuras sociales, practicismos religiosos, entre otros”, y observan la violencia como  “un instrumento de poder y dominio frente al débil o que no es adecuado a la norma (…)”. (3).
En todo caso, para concretar alguna acción, ha de haber estado en la psiquis de las personas. Así lo entiende Rivas, W. (2002), docente e investigador de la Universidad Francisco Gavidia, de El Salvador, en su artículo «Educar en Derechos Humanos: Un esfuerzo pendiente del Sistema Educativo», en el que plantea la visibilidad de los DD.HH. enseñados desde la experiencia. (7)
A su juicio, «la temática de los DD.HH., ofrece una visión del mundo exterior y del mundo interior. Lo preocupante es transformar primero el mundo interno para cambiarlo en su dimensión externa.»(…) es imprescindible la tarea de transformación interior, que es tan personal como colectiva, y es en el ámbito personal donde se mantiene el cambio».(7)
Referencias
                http://diariovea.com.ve/mp-solicito-la-captura-de-raul-pargas-por-      femicidio- agravado-en-lara-video/
(7) Rivas, W.  «Educar en Derechos Humanos: Un esfuerzo pendiente del Sistema Educativo». Recuperado de

Opinión /