Enrique Muñoz Gamarra •  Opinión •  30/01/2017

“Proteccionismo” soporte ideológico del nuevo posicionamiento geoestratégico de EEUU

Fueron sorprendentes las palabras de Donald Trump en su discurso de toma de mando el 20 de enero de 2017 aceptando la bancarrota económica de Estados Unidos. Realmente asombrosas.

Aquí algo sobre esto (según “Washington Post”):

“Durante décadas, hemos enriquecido la industria extranjera a expensas de la industria americana; hemos subsidiado los ejércitos de otros países mientras permitíamos el triste agotamiento de nuestros militares. Hemos defendido las fronteras de otras naciones y rechazado defender las nuestras. Hemos gastado trillones de dólares en el extranjero mientras la infraestructura americana caía en la degradación. Hemos hecho ricos a otros países mientras la riqueza, la fortaleza y la confianza de nuestro país se ha disipado en el horizonte. Una tras otra, las fábricas han cerrado y se han ido al extranjero, sin dedicar un pensamiento a los millones y millones de trabajadores americanos a los que dejaban detrás. La riqueza de nuestra clase media se ha quitado de sus hogares y redistribuido a lo largo de todo el mundo” (“1).

Luego confirmando aquella sombría situación, el 24 de enero de 2017 el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, ha declarado al diario, The Independent, que la presidencia de Donald Trump significaba: “el fin del antiguo orden mundial surgido después de la Segunda Guerra Mundial”. Agregando además: “La elección de Donald Trump significa que el viejo orden del s. XX ha terminado” (2).

Entonces, agobiado por sus fracasos y por esta caótica situación, el grupo de poder de Washington decidió el retorno a casa de sus alicaídas empresas y monopolios quebrados que deambulan por el mundo, sin tener en cuenta los nuevos entresijos económicos mundiales que han emergido, sobre todo, la nueva estructura económica del sistema capitalista mundial irrumpida tras la gran crisis económica del 2008.

Para sustentar esta decisión, que sus centros de adoctrinamiento anticomunista empiezan a llamar “proteccionismo”, ha anunciado en primer lugar la defunción del neoliberalismo y la globalización. Así este “proteccionismo” devino en una simple postura ideológica que sirve de soporte a su nueva orientación geoestratégica al haberle estallado las anteriores en medio de los fenomenales cambios que agitan el mundo.

Por supuesto sus apologistas, como fieles cajas de resonancia de los laboratorios del Pentágono, inmediatamente llamaron, primero, “fin del neoliberalismo”, “fin de la globalización” y, luego, dieron un saludo a la nueva Era del “proteccionismo”. Una situación que me hizo recordar lo sucedido en los años ochenta del siglo pasado cuando impusieron, primero, el neoliberalismo, por cierto como una teoría económica que causó millones de infortunios a los pueblos del mundo entero y, segundo, ese espectro que se llamaba globalización y, en el que los hechos se sucedían entre las sombras siniestras de la Escuela de Chicago, Margaret Thatcher y Ronald Reagan.

Pero en la actualidad, con un sistema capitalista agotado y sin visos de un nuevo ciclo económico largo de avance y desarrollo, el neoliberalismo observado como política económica, rapiña como ninguna otra, no puede ser reemplazado por ninguna otra política (teoría) económica, menos por el proteccionismo, por lo menos hasta traspasar el periodo del ciclo económico largo de contracción y crisis iniciado en 1973, esto es si habrá ese traspaso, pues sin ella toda la actual estructura económica-financiera imperialista (incluido el sistema financiero de China) entraría en caos y colapso que terminaría hundiendo aún más el ya vapuleado sistema. No existe en este momento otra política económica que reemplace el neoliberalismo y oriente aún más sanguinariamente el proceso de esquilmamiento de los pueblos, pues, se trata de eso precisamente, de esquilmar a los pueblos con más saña para salir del gran atolladero.

¿Y la globalización? ¿Por qué fue una ofensiva ideológica, un instrumento que encubría la internacionalización de los capitales y la mundialización de los monopolios? Para empezar debemos recordar que históricamente el capitalismo significó en lo fundamental la ruptura con el régimen autárquico del sistema feudal. Desde un principio se impuso rompiendo los mercados nacionales. Esto fue aún más claro cuando pasó a su segunda fase, la fase imperialista, allá a finales del siglo XIX. Este proceso a partir de los años cincuenta del siglo pasado se hizo aún más latente. Por supuesto, cuando en los años ochenta del siglo pasado el Pentágono inicio su ofensiva anticomunista, en una coyuntura muy propicia para esto (cuestión que ahora no existe) y acuño el concepto de globalización, existía un gran proceso de mundialización en el mundo, pero, era una mundialización de los monopolios e internacionalización de los capitales. Es esto lo que el Pentágono no quería decir y escondía de mil formas, que luego a través de sus monopolios de la información y sus apologistas apabullaron la conciencia de los hombres. Consecuentemente los ensanchamientos y las mundializaciones son procesos constantes y obligatorios en el proceso de desarrollo capitalista.

En lo central, vuelvo a repetir, que en las actuales condiciones de desarrollo del sistema capitalista, esta mundialización no significa otra cosa, sino, mundialización de los monopolios e internacionalización de los capitales. Acentuar esto es muy importante. Sin olvidar que todo esto avanza en medio de un desarrollo desigual del capitalismo, una ley económica absolutamente vigente en la actualidad.

Ahora bien, volviendo a los años ochenta del siglo pasado: lo primero que hizo el Pentágono fue aprovecharse de este criterio que se tenía del proceso de mundialización en el desarrollo capitalista e incluso yendo más allá, la contrapuso contra la teoría científica del imperialismo esbozado por Lenin y, entonces la llamó globalización.. Estaba asustado de las graves consecuencias que se cernían del ciclo económico largo de crisis y contracción que se había inaugurado en 1973 y, además, trataba de ahogar el marxismo, su máximo enemigo, aprovechando la quiebra de la  ex URSS en 1991.

En efecto cuando se impuso (década del ochenta del siglo pasado) el Pentágono ya había visualizado la implosión de la ex URSS. Entonces necesitaba una herramienta para acometer aquello. En este caso la globalización sirvió al neoliberalismo como soporte ideológico en la exigencia estadounidense a la apertura de mercados, cuando había terminado siendo la única superpotencia mundial. Además, y esto es muy importante, fue puntal de la teoría del fin de las ideologías.

En esto no podemos olvidar que esto corrió bajo complicidad de las corrientes oportunistas de la seudo-izquierda que dieron ejemplos de los más vergonzosos de capitulación con el cuento de nuevas épocas y supuestos desfases del marxismo. Era una seudo-izquierda que se arrastraba. Llamaban globalización, globalización a todas las rapiñas del capital cuidándose de no mencionar para nada la mundialización de los monopolios. Eran esas suedo-izquierdas rastreras y expertas en amoldarse al status quo vigente por sus comodidades en el sistema (parlamentos, concejalías, o cuando menos, cátedras, entrevistas, viajes y publicación de escritos, etc.) y contrapuesta radicalmente a las sacrificadas luchas que en las peores condiciones desarrollaban las verdaderas organizaciones comunistas. Por esto la teoría de la globalización es una ofensiva anticomunista que solo existió en la cabeza de los imperialistas.

Pero entonces, ¿Cómo sobrevino este “proteccionismo” que hoy blande el Pentágono para reorientar su posicionamiento geoestratégico? Muy simple. En primer lugar ocurre en una coyuntura histórica y especial, cuando el imperialismo estadounidense ha perdido la hegemonía mundial, y más aún, cuando la arquitectura del dominio imperialista occidental ha implosionado, cuyo fondo es el ahondamiento de la gran crisis económica con fenomenales cambios que azotan el planeta, los mismos que acentúan aún más su bancarrota económica y su desplazamiento en la nueva estructura económica del sistema capitalista mundial emergida después del año 2008, que han hecho estallar todos sus posicionamientos geoestratégicos en medio de rotundos fracasos militares en que estaba comprometida, por la imposición en el esquema internacional de la paridad de fuerzas nucleares entre las tres principales potencias militares del momento: Estados Unidos, Rusia y China.

En este marco sobrevino el gran acuerdo de estas tres potencias militares entre octubre y noviembre de 2016. Entonces estaban entre el gran acuerdo o la guerra nuclear. Eligieron el gran acuerdo. Y la coyuntura histórica iniciada en 2008 paso a una nueva fase ya incluso con una nueva estructura económica del capitalismo mundial con China como primera potencia capitalista. Para los apologistas del sistema, como soportes de los nuevos planes del Pentágono, se habría abierto la época del proteccionismo.

El grupo de poder de Washington tuvo que armar todo un enorme show (campaña electoral en Estados Unidos, 8 de noviembre de 2016, con Trump como personaje central) para presentar su nueva orientación geoestratégica que el 20 de enero de 2017 se hizo público, expuesto por Trump en su discurso de ascensión de mando, con el reconocimiento de la bancarrota económica de Estados Unidos y su decisión de marchar hacia la política proteccionista con el retorno a casa de sus empresas y monopolios.

Sobre esto hay que acentuar lo siguiente:

Primero, que la coyuntura en que se produce este nuevo posicionamiento geoestratégico no es nada favorable a este país (Estados Unidos). Como sabemos está en un proceso muy fuerte de derrotas y fracasos. Por lo menos es histórica su pérdida de la hegemonía mundial y la implosión de la arquitectura del dominio imperialista occidental.

Segundo, ante esto el proteccionismo deviene en una simple conjetura ideológica que sirve de soporte al nuevo posicionamiento geoestratégico estadounidense ante el estallido de sus posicionamientos anteriores en una situación que hemos descrito arriba.

Tercero, este nuevo posicionamiento geoestratégico debe significar algunos retrocesos en los frentes de guerra en que está implicado este país (Estados Unidos), los mismos, en parte, habrían sido resueltos en el marco del gran acuerdo efectuado entre octubre y noviembre de 2916 con Rusia y China.

Cuarto, consecuentemente esto indica la prosecución de la vieja geoestrategia estadounidense de provocaciones y más provocaciones que a partir de 2010 lo han conducido a resonantes derrotas militares. Y que quede bien claro, esta vez también ocurrirá igual. En esto la equiparación de fuerzas, es muy importante.

Por otra parte es bueno tener en cuenta que por el momento este nuevo posicionamiento empieza a discurrir, como en los años ochenta, bajo una fuerte campaña propagandística desde las transnacionales informativas, en este caso, con el objeto de encubrir la caída del poderío estadounidense. Sin olvidar que esta caída del poderío estadounidense no sobrevino de la noche a la mañana, sino, tras un largo proceso de incubación, sistemáticamente negados por estos apologistas, en el que están incluidos los oportunismos de izquierda.

Finalmente es necesario recalcar que en lo central el fin del poderío mundial estadounidense e implosión de la arquitectura del dominio imperialista occidental, además, los duros impasses militares con derrotas ya muy claras, sobre todo, el límite máximo al que había llegado el uso del armamento convencional en el conflicto sirio y, el cada vez mayor protagonismo de China hasta convertirse en la primera potencia capitalista del mundo, han sido gravitantes en esta nueva decisión de nuevo posicionamiento geoestratégico bajo soporte ideológico del proteccionismo, tomado por el grupo de poder de Washington.

No olvidemos que en este marco nauseabundo de imposición del supuesto fin del neoliberalismo, fin de la globalización y la supuesta ascensión del proteccionismo, la coyuntura es especial e histórica que a partir de finales de 2016 y comienzos de 2017 precisamente los posicionamientos geoestratégicos, es decir, concreción de alianzas y frentes, se han convertido en muy importantes.

Consecuentemente este seudo proteccionismo es solo una pose ideológica que sirve de sustento, como en su momento fue la globalización para el neoliberalismo, a los nuevos posicionamientos geoestratégico que el grupo de poder de Washington quiere imponer con su nuevo régimen que ha instalado en la Casa Blanca el 20 de enero de 2017.

NOTAS:

1.- Lee aquí el discurso íntegro de Trump en su investidura”. Nota publicada el 20 de enero de 2017, en: http://www.elperiodico.com/es/noticias/internacional/lee-aqui-discurso-integro-trump-investidura-5756144

2.- ”Se deterioran las relaciones entre Europa y EEUU tras la llegada de Trump”. Nota publicada el 24 de enero de 2017, en: Al Manar.

 (*) ENRIQUE MUÑOZ GAMARRA:

Sociólogo peruano, especialista en geopolítica y análisis internacional. Autor del libro: “Coyuntura Histórica. Estructura Multipolar y Ascenso del Fascismo en Estados Unidos”. Su Página web es: www.enriquemunozgamarra.org


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