Gerardo Fernández Casanova •  Opinión •  18/05/2017

México. La verdad: principal víctima del régimen

No puedo más que expresar mi absoluto repudio a la violencia criminal ejercida contra mis colegas periodistas, esos que en la búsqueda de la información veraz, se juegan el pellejo todos los días. Me sumo al duelo nacional por sus lamentables ausencias. No por ser lugar común deja de ser válido: sus muertes riegan y fertilizan el campo de la lucha por la justicia y por la paz.

Reitero lo aquí escrito muchas veces, la lucha sincera contra la corrupción que nos agobia, pasa necesariamente por un periodismo de investigación y denuncia, como el que nuestros colegas asesinados practicaban. Salen de sobra declaraciones, comisiones, leyes y fiscales anticorrupción, si estos son operados por la misma caterva de corruptos que nos dice gobernar. Es la sociedad toda la que resulta agraviada por la corrupción, sea la que se manifiesta en el cochupo que acompaña a los grandes y pequeños contratos de obra pública, como los que se refieren a la impunidad en que el crimen organizado opera en el país. La impunidad, escondida en una obvia incapacidad formal de las instancias gubernamentales responsables de castigar e impedir el delito, es toda una política de estado en el régimen vigente. No puede el delincuente castigar al delincuente; no puede hacer valer la ley quien llegó al poder violándola.

Como un agregado no circunstancial, sino posiblemente estructural, la violencia ocupa la mayor parte de la información; la prensa en todas sus modalidades dedica grandes espacios a su tratamiento por ser la mayor preocupación de la sociedad. Pero mientras tal tratamiento ocurre, pasan sin tocar baranda otros asuntos no menos importantes. Por ejemplo: La dupla Videgaray y Guajardo (¡uf, ya me aprendí su nombre¡) se apunta presta a la renegociación del TLC bailando la música que le guste al Sr. Trump; en ello nos va el futuro como nación y sólo ocupa un pequeño espacio en la información. Como ésta, pasan otras muchas cosas trascendentes. Así las cosas, resulta en extremo funcional al régimen que así suceda; la violencia es culpa de los criminales que no puedo detener, aunque declaro mucho sobre el tema, entonces aprovecho para colar agravios de alta peligrosidad económica, política y social, cubierto bajo el paraguas de que a la gente le pasará desapercibida entre tanto muerto y tanta violencia.

Está claro que para acabar con la violencia se requiere de un cambio de régimen; para construir uno que actúe con claridad bajo el principio de que la paz es producto de la justicia; que privilegie la procuración del bienestar y la apertura de las oportunidades de desempeño personal y colectivo y que coloque a la honestidad en el primer escalón de las prioridades. Pero es contra ello en lo que el régimen se empeña en criminalizar; a catorce meses de las elecciones ya está en plena vigencia la guerra sucia contra la alternativa del cambio. López Obrador y en general el partido MORENA, están siendo objeto de la diatriba y la calumnia que ocupa buena parte del espacio que deja libre el tratamiento de la violencia en los medios de comunicación.

La elección del gobernador del Estado de México expresa todo el rigor con que se pretende ahogar la decisión ciudadana por el cambio. Es la joya de la corona priísta, la cuna del presidente y la sede del Grupo Atlacomulco, la entidad más poblada del país, en fin un reducto del poder del actual régimen. El candidato del PRI, Alfredo del Mazo III, se ve asediado por una simple maestra de escuela que cuenta en su haber el de un respetable ejercicio como presidenta municipal, pero que representa toda la fuerza de la sed de cambio de la sociedad mexiquense expresada en el vigoroso respaldo a Andrés Manuel López Obrador. Las encuestas, esos instrumentos perversos que convierten a la elección en una apuesta de hipódromo y manipulan a la gente, dan un empate técnico entre ambos contendientes, lo que le pone los pelos de punta al priísta y a su padrino Peña Nieto. La compra de los votos se les está encareciendo en exceso y, probablemente, no les alcance el caudal de cochupos para doblegar una decisión tomada por el electorado en el sentido de repudiar a los culpables del estado de cosas que ya no se soporta.

De cualquier manera, cualquiera que sea el resultado, la hazaña lograda por MORENA y su dirigente para colocarse en esa posición ofrece una expectativa de éxito en el afán de cambiar a México. Que así sea.


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