Rodolfo O. Gianfelici •  Opinión •  19/05/2017

Primer viaje de Trump al exterior

Los medios han comenzado a informar que en su primer viaje fuera de EEUU, el mandatario Donald Trump visitará al Papa Francisco. Es verdad. Pero una verdad a medias.
Comencemos por citar que desde que asumió, Trump se dedicó a recibir a los visitantes que su diplomacia aceptaba. Ahora sale y su primer destino es Oriente Medio. De esta forma, envía un claro mensaje al mundo; muestra cuál es su prioridad en materia de política mundial. Estará a mediados de mayo en Arabia Saudí e Israel. Posteriormente irá a Europa. Visitará en el Vaticano a Francisco y luego participará en las cumbres de la OTAN (el 24) y el G 7 (el 26).
Lo que el trumponismo busca…: instalar ante el mundo es que la prioridad está en tratar de avanzar en un proceso de negociación entre israelíes y palestinos (con el apoyo de países árabes). Claro que ello lleva implícito claras condiciones. Porque los ‘respaldos’ a esa política de acercamiento o diálogo (al que Israel se niega), debe hacerse según los intereses de árabes, pero encabezados por la dictadura monárquica saudita. Y por si fuera poco, busca que su estrategia (intervencionista) en la región continúe siendo justificada por la particular lucha contra los terroristas del “estado islámico”, pero dejando de lado a Irán. Se entiende: este país es considerado “el” enemigo regional por sauditas e israelíes.
El recorrido organizado por la diplomacia de Washington, además, envía otro contundente mensaje al mundo. Porque Trump visita a los tres centros mundiales religiosos monoteístas. Pero primero lo hace en Riad; luego en Tel Aviv; y recién en último lugar llega al Vaticano. Quien quiera comprender, que lo haga… El Pontífice ha sido claro en los últimos tiempos, en cuanto a que ha criticado al mandatario estadounidense (en 2016), durante la campaña electoral. Y en los pasillos vaticanicios están al corriente que son muchos los asesores, legisladores y funcionarios del Partido Republicano que destratan al Papa y hasta lo califican de “comunista” por sus palabras de condena a la desigualdad económica y sobre el cambio climático.
Trump es un empresario hecho y (ultra)derecho; para él todo se compra y todo se vende, desde la posición del que ejerce el poder. En esta particular consideración de lo que es la política, “necesita” tranquilidad o estabilidad en esa parte de Asia. Pero a la vez, necesita que la industria armamentista propia trabaje a pleno, para generar mano de obra y negocios para sus pares. Por otra, en estos pocos meses de gobierno, Trump se ha percatado que siempre es conveniente y necesario tener al Pentágono contento y pensando en atacar Corea del Norte, Siria, Irán y Afganistán, que en ideas ‘locas’ de fronteras adentro. Y si no, que lo diga John F. Kennedy…
Que el presidente haya enviado a su yerno a Israel, ha sido todo un mensaje al mundo. Máxime que dicho joven (sin experiencia política alguna), es judío y mantiene muy buenas relaciones con sectores conservadores del poder israelí. Lo concreto es que Trump ha tardado 4 meses para salir a recorrer el mundo. Lo que también debe considerarse otro mensaje. Él ‘en su casa’, aceptó recibir a quien consideró que así lo merecía. Y sale al mundo, como una necesidad, pero donde ha dejado en claro que “su” preocupación está fronteras adentro. Inclusive se da el gusto de desplantar a sus socios comerciales y regionales como México y Canadá. Porque con este viaje rompe la tradición de los últimos mandatarios de visitar primero Canadá o México. Lo cual no es llamativo si se tiene en cuenta que en su campaña electoral (y luego también), Trump tomó a México como uno de los “caballitos de batalla” para sus xenofóbicos ataques.
Inclusive el último 4 de mayo, se realizó la tradicional fiesta anual con motivo del Cinco de Mayo en honor de México. Un evento que fue armado con perfil bajo y sin la presencia –justamente-, del principal anfitrión: el presidente estadounidense (¡!). Porque Trump no acudió al evento, y de esa forma rompió con el protocolo establecido por sus predecesores George W. Bush y Barack Obama. Desde 2001, los mandatarios participaban cada año en el acto concebido como un homenaje a los estrechos lazos entre ambos países. Sin embargo en esta oportunidad el enviado al acto fue el vicepresidente Mike Pence. De esta forma, la cobertura mediática fue devaluada y un acto menos festivo. Pero para sumar aún más descalificación trumponiana, por primera vez en 16 años no se realizó en la misma Casa Blanca, sino en un edificio anexo…
Nada es casual; todo es causal. Se asiste a un momento “raro” en el liderazgo mundial estadounidense. Porque la gestión de este presidente arrancó con protestas internas y en muchos países del mundo en su contra. Eventos donde confluían neoliberales, demócratas, izquierdistas, comunistas, ecologistas, feministas y progresistas… solventados por organizaciones “independientes” ligadas (en sus sustentos económicos) con los globalizadores. Actos y protestas que contaron con amplia cobertura y exaltación de los medios occidentales. Pero a medida que Trump ha ido dando muestras de ‘entender’ cómo es el poder neoliberal en el mundo, sus intereses y el poder militar occidental, se han ido aplacando.
Prácticamente esos actos han ido desapareciendo de los medios. Acaso Trump se ha izquierdizado? Acaso Trump responde a intereses de las grandes mayorías mundiales? Acaso Trump se ha desdicho de sus pensamientos autoritarios, xenófobos, despectivos y retrógrados? No. Nada de ello. Trump ha dado muestras en el sentido de comprender dónde se encuentra, cuales son sus obligaciones (gerenciales) y cómo manejarse ante el mundo globalizado y neoliberal. Sencillo.
Trump con el recorrido planeado en esta su primera gira, se vuelve sobre si mismo y tranquiliza a quienes estaban inquietos. EEUU podrá tener algunas ideas “aislacionistas” (o “nacionalistas” para algunos), pero sin afectar el papel que los poderosos le han endilgado a ese país. Se asiste a un mandatario-empresario que se va auto-domesticando, a fuerza de verborragia, agresiones militares fronteras afuera y diplomacia. Está cada vez más lejos de lo que pintaba como candidato y eso otorga garantías a los globalizadores.
Pero retornando a las visitas en suelo europeo, el mandatario estará en Bruselas y Sicilia, a las cumbres de la Alianza Atlántica y de “la mesa chica” (de los 7 países más industrializados del mundo). Nótese que este Trump es el mismo que meses atrás había atacado a la OTAN; la acusó de “obsoleta” y de no saber luchar contra el terrorismo. Luego criticó a la canciller de Alemania y cuestionó la alianza se seguridad con Japón. Bueno… todo ello ya ha quedado en el olvido. Inclusive su amenaza hacia China se ha esfumado, tras recibir al mandatario de ese país.
Pero quizás lo que más debe analizarse sobre el viaje al Vaticano, es que antes de emprender su gira, el mandatario dejó sin efecto la norma estadounidense que impedía a las iglesias a respaldar u oponerse a un candidato político. Hasta esta decisión, quien lo hiciera se arriesgaba a perder su exención fiscal. De esta forma, Trump llega a conocer a Francisco abriendo la puerta a la escandalosa maniobra de permitir que se aúnen sociedades religioso-políticas de una forma abierta (y no encubierta como hasta ahora). No es un simple “blanqueo”; constituye todo un mensaje al mundo y particularmente la Papa.
En su etapa electoralista, este presbiteriano no dudó en ir a “darle pelea” a Hillary Clinton en un ámbito en el que ella se consideraba “intocable”. Trump la desafió y logró recuperar una importante cantidad de votos religiosos. Ello se debió a su estrategia electoralista que incluyó reuniones y eventos con evangélicos, cristianos y líderes católicos. No se equivocó; porque los católicos blancos, los evangelistas blancos y los mormones le dieron el respaldo con una contundente mayoría. Y él ha respondido. Tanto que ha afirmado que “Nuestra república fue creada sobre la base de que la libertad no es un regalo del Gobierno, sino de Dios”.
En verdad que se asiste a tiempos rarísimos. Porque fue EEUU en su alianza con el Vaticano, el que respaldó a las más criminales dictaduras latinoamericanas (en los 70 y 80), donde los católicos que proclamaban su compromiso con los pobres, pasaron a ser “enemigos” en términos militares. Sus crímenes, secuestros, torturas y persecuciones, todavía esperan ser respetados y hasta esclarecidos. Sin embargo en estos nuevos tiempos trumponianos, es desde el mismísimo poder presidencial estadounidense se que alienta e impulsa el compromiso de religiosos con la política.
Tanto es así que antes de ir al Vaticano, Trump ha declarado que “Nadie debe censurar sermones o elegir como blanco a los pastores. La libertad de expresión no acaba en las escaleras de una iglesia”. Claro: no se trata de “cualquier” compromiso político con “cualquier” confesión religiosa. Lo que está afirmando e imponiendo Trump es que exista una comunión de lo más retrógrada, conservadora, derechista y capitalista posible. Si a ello se le agrega que antes pasó por Arabia Saudí e Israel, casi se podría pensar que Dios no existe…

Opinión /