Al-Hakam Morilla Rodríguez •  Opinión •  01/06/2017

31M: 80 años del bombardeo de Almería

«… un plato para el obispo, un plato de sangre de Almería». Pablo Neruda.
 
El gran arquitecto local Guillermo Langle, constructor después de cuatro kilómetros y medio de refugios bajo el subsuelo de Almería, rescató de los escombros con sus propias manos el macilento cadáver de una mujer embarazada, asesinada por un obús. A la niña iban a llamarla Paz… para siempre arrebatada por genocidas nazis y sus cómplices clerical-franquistas.
 
Primer bombardeo indiscriminado sobre la ciudad de la Alcazaba, machacando a civiles indefensos. La aviación republicana había atacado por error en las proximidades de Ibiza a un acorazado alemán, ilegalmente ubicado allí, tomándolo por un buque de guerra de los golpistas. El tirano sanguinario Hitler al principio quiso en represalia cañonear Valencia, provisional capital del gobierno, pero sus asesores le convencieron de que la operación de castigo, denominada ‘Bösser Wolf’ (Gran lobo feroz), fuese sobre un puerto de menor relevancia. Se decantaron por el de Almería.
 
Cuatro modernos destructores capitaneados por el acorazado Admiral Scheer, el 31 de mayo de 1937 del Horror a las 7:29 de la mañana, vomitaron su asesino estrépito sobre las instalaciones y edificaciones de la urbe mediterránea. Doscientas tandas de proyectiles en batería se ensañaron sobre los desprevenidos vecinos en un amargo despertar, incendiándose gran número de inmuebles. Un Terror dantesco, en el que no se debe olvidar la intervención de los hidroaviones germanos ametrallando. Cincuenta y cinco heridos, decenas de muertos entre ellos niños, y cerca de cincuenta viviendas arrasadas. Muchos más ataques se sucederían después contra Almería durante la guerra contra la sedición franquista, en una ciudad por entonces de refugiados, en especial de Málaga, Granada y otros lugares de Andalucía; no obstante la terrible virulencia de esta agresión no admite parangón con otras durante ese período. El mercado,  la Escuela de Artes, la Estación de tren, un par de hoteles, un banco, el propio Ayuntamiento, la catedral de Almería y la iglesia de san Sebastián resultaron dañados. El universal poeta Pablo Neruda incluso dedicaría unos estremecedores versos a esta brutalidad homicida nazi.
 
Causa envidia que en el ochenta aniversario del bombardeo sobre Gernika se hayan sumado en Euskadi todas las fuerzas políticas, las instituciones sin excepción, se ha invitado a figuras internacionales, se han organizado eventos conmemorativos con colectivos sociales, han acudido hasta descendientes de las víctimas, incluso parientes de los pilotos… y eso que los nazis teutones de la Legión Cóndor actuaron sin distintivos identificativos, como fuerza de apoyo clandestina parafascista, y podrían no haberse dado por concernidos.
 
Muy al contrario, en una Almería no precisamente con una Administración municipal pobre, con veintiséis millones € reconocidos de superávit en 2016 -derivados para enjugar el déficit del Estado por ley, no para reinversión local o paliar carencias-, excepto la pantomima de un tímido recordatorio por parte de la Junta de Andalucía, no se hará nada significativo. Y eso que en el caso almeriense la bestialidad se ejecutó en nombre de un Estado extranjero… al que ni siquiera el Consistorio ha instado oficialmente a pedir perdón. No importa, como se trata de parias ‘lagañosos’ ningún alemán se sentirá motivado para condolerse o reconciliarse. Y menos su gobierno hediondo de usureros filototalitarios. Todo gracias a un desaprensivo regidor.
 
Un alcalde de una Almería del S.XXI debe tener más humanidad que la de ponerse acomplejado un guión entre dos apellidos corrientes, para que no se pierda el tercero lejano del último alcalde de la dictadura del Carnicero de El Ferrol… nada mejor para pavonearse del cateto parentesco en los sanedrines de beatos opusinos.
 
Un alcalde de una Almería de un nuevo milenio no debe ser tan retrógrado y paleto como para imponer para la ciudad una bandera de piratas saqueadores genoveses del S. XII, por ser los primeros en aparecer crucecita en ristre, y después aparentar con cinismo que forma parte del pasado a olvidar un bombardeo indiscriminado a su propia ciudad, ejecutado sin piedad por una salvaje potencia extranjera, hace sólo ocho décadas.
 
Un alcalde de una Almería que no repugne a los que la habitan y la visitan tiene que mostrar un reconocimiento por la Memoria histórica, patrimonio de todos, porque ésta forma parte de la Dignidad Humana y de la Cultura. ¿Sin embargo sí vale llenarse los bolsillos con visitas guiadas a la red soterrada de refugios, sin rememorar ahora el aniversario del motivo por el que fueron construidos?
 
Aunque ciertas ‘autoridades’ de dudosa legitimidad desprecien el real conocimiento de nuestro pasado, dificultando así intentar no repetirlo en lo sucesivo, por mucho que entre jesuíticas sonrisas se minusvalore el fomento de la paz… al menos podrían empezar por tener VERGÜENZA: antes de exigirse su inmediata dimisión o cese.
 
Al-Hakam Morilla Rodríguez, Coordinador de Liberación Andaluza. @liberacionan.

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