Roberto García Hernández •  Opinión •  20/07/2017

EE.UU. ¿una fase «superior» en la guerra contra Siria?

EE.UU. ¿una fase «superior» en la guerra contra Siria?

Las más recientes amenazas de Estados Unidos contra Siria parecen anunciar una política aún más intrusiva de la Casa Blanca contra esa nación árabe, a pesar de la inexistencia de una estrategia definida al respecto.

Las campañas están basadas, entre otros aspectos, en el supuesto empleo de armas químicas por las autoridades de Damasco, alegaciones rechazadas por las autoridades de ese país y consideradas por Rusia un indicio de que la Casa Blanca prepara una acción militar de gran envergadura.

El 6 de abril pasado los destructores USS Porter y USS Ross de la marina estadounidense, ubicados en el mar Mediterráneo oriental, lanzaron 59 misiles crucero Tomahawk contra la base aérea de Sheyrat, en la provincia de Homs, con un saldo de una decena de muertos, además de provocar daños significativos a las instalaciones y una parte de los medios aéreos allí ubicados.

Un cazabombardero F/A-18 norteamericano derribó el 18 de junio a un avión militar SU-22 en el noreste de Siria y dos días después un F-15 destruyó en vuelo una aeronave teledirigida de fabricación iraní en el sur de ese país árabe, la segunda en menos de 15 días.

Como complemento de estas acciones, cazas israelíes atacaron en varias ocasiones en los últimos días posiciones sirias en Quneitra, en la región meridional siria, en abierto apoyo al llamado Ejército para la Liberación del Levante.

Los bombardeos del régimen de Tel Aviv se originaron en la zona ocupada desde 1967 de las Alturas del Golán, a menos de80 kilómetros al suroeste de Damasco.

Entretanto, el Pentágono continúa el incremento de tropas terrestres, principalmente Fuerzas de Operaciones Especiales, en el noreste sirio, con el pretexto de la lucha contra el Estado Islámico (EI), una zona que según el diario Military Times, se convirtió en un campo minado donde crece a diario el riesgo de una guerra mucho más amplia.

Altos oficiales estadounidenses que prefirieron mantener el anonimato declararon recientemente a la agencia noticiosa AP que existen divisiones dentro de la actual administración acerca de si resulta conveniente o no detener de forma agresiva los avances de las tropas leales al presidente Bashar Al Assad contra el EI.

Sin embargo, el coronel Ryan Dillon, vocero de la coalición liderada por Estados Unidos, estima que las unidades de Al Assad son bienvenidas en la misión de recuperar el territorio en manos de los fundamentalistas y para llenar el vacío una vez que estos se retiren.

Funcionarios del Pentágono reiteraron en los últimos días que el EI y no el Ejército sirio es el blanco principal de las actividades militares de Estados Unidos en Siria, a menos que las unidades locales amenacen la seguridad de las tropas norteamericanas y de sus aliados.

En este contexto, el secretario de Defensa, James Mattis, dijo que la Casa Blanca no intenta involucrarse directamente en acciones combativas dentro de lo que llamó ‘la guerra civil en Siria’ y reconoció que las operaciones militares en ese teatro de operaciones se hacen cada vez más complejas.

Esa complejidad se debe a la proximidad geográfica de las partes involucradas en el conflicto, de una parte las fuerzas sirias, iraníes y rusas, y de la otra las tropas norteamericanas y las bandas armadas que estas apoyan.

En esta situación resulta cada vez más difícil a los medios aéreos de la coalición encabezada por Washington realizar bombardeos precisos contra las agrupaciones del EI o las unidades del Gobierno sirio sin ocasionar daños a sus propias fuerzas en el campo de batalla o a la población civil.

Pero a estas alturas, el presidente Donald Trump no tiene una estrategia definida hacia Siria, a pesar de sus promesas electorales de que daría a conocerla en las primeras semanas de su ascenso al poder, pero de acuerdo con expertos citados por el diario The New York Times, funcionarios de seguridad nacional y diplomáticos norteamericanos temen que Estados Unidos pudiera tener en el futuro cercano un papel más activo en el conflicto.

Entretanto, el debate en medios políticos estadounidenses sigue centrado en si el Congreso debe autorizar o no a Trump a llevar a cabo golpes de gran envergadura contra Siria, pero apenas se menciona el hecho de que acciones de ese tipo constituyen una violación flagrante del derecho internacional. (PL, 6 de julio de 2017)

U.S.A.  A “Superior” Phase in the War against Syria?

By Roberto García Hernández

The most recent threats of the United States against Syria seem to announce an even more intrusive policy of the White House against that Arab nation, despite the lack of a defined strategy in that regard.

The campaigns are based, among other aspects, in the alleged use of chemical weapons by the authorities of Damascus, allegations that have been rejected by the authorities of that country and considered by Russia as indication that the White House is preparing a military action of great magnitude.

Last April 6, U.S. Marine destroyers USS Porter and USS Ross, located in the eastern Mediterranean Sea, launched 59 Tomahawk cruiser missiles against the Sheyrat air base in the province of Homs, with a balance of ten dead, in addition to causing significant damage to the facilities and part of the air equipment located there.

On June 18, a U.S. F/A-18 fighter-bomber shot down an SU-22 military aircraft northeast of Syria, and two days later, an F-15 destroyed an Iranian remote-controlled aircraft during flight, south of that Arab country, the second in less than 15 days.

As complement to these actions, Israeli fighter planes attacked several times in recent days Syrian positions in Quneitra, in Syria’s southern region, in open support to the so-called Army for the Liberation of the Levant.

The Tel Aviv regime’s bombings took place in the Golan Heights zone occupied since 1967, less than 80 kilometers southeast of Damascus.

Meanwhile, the Pentagon continues increasing the land troops northeast of Syria, mainly Special Operations Forces, with the pretext of the struggle against the Islamic State, in a zone that, according to the Military Times, became a mined camp where the risk of a much wider war grows with each passing day.

High U.S. officials who chose to maintain anonymity recently stated to AP news agency that there are divisions within the present Administration regarding the convenience or not of stopping in an aggressive way the advances of President Bashar Al Assad’s loyal troops against the Islamic State.

However, Colonel Ryan Dillon, speaker of the coalition led by the United States, thinks Al Assad’s units are welcome to the mission of recovering the territory from fundamentalist hands, and fill de gap once they retreat.

Pentagon officials reiterated that in recent days the Islamic State and not the Syrian army is the main target of U.S. military actions in Syria, unless the local units threaten the security of U.S. troops and their allies’.

In this context, U.S. Secretary of Defense James Mattis said the White House does not intend to get directly involved in fighting actions of what he called “civil war in Syria”, and admitted that military operations in that scenario become ever more complex.

That complexity is due to the geographical nearness of the parties involved in the conflict: on one side the Syrian, Iranian and Russian forces, and on the other, U.S. troops and the armed bands they support.

In this situation it is ever more difficult for the Washington-headed coalition’s air resources to make precise bombings against the Islamic Army’s groups or units of the Syrian army without causing damage to its own forces in the battlefield or to the civilian population.

But at this height, President Donald Trump has no defined strategy against Syria, despite his election promises to inform it in the weeks following his ascent to power, but according to experts quoted by The New York Times, national security officials and U.S. diplomats fear the United States might play a more active role in the near future.

Meanwhile, the debate in U.S. political circles is still focused on whether Congress should authorize Trump or not to carry out actions of great magnitude against Syria, but the fact that such actions are a flagrant violation of international law is scarcely mentioned. (PL, July 6, 2017).

Fuente: Granma


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