Arthur González •  Opinión •  31/07/2017

Proponen recortar fondos para embajada yanqui en La Habana

Compulsada por mafiosos anticubanos en el Congreso de Estados Unidos, la Cámara de Representantes propuso un proyecto para recordar los fondos a su embajada en la Habana, hasta que Cuba devuelva algunos ciudadanos considerados como “terroristas” refugiados en la Isla.

Estados Unidos no reconoce como disidentes u opositores a los integrantes del extinto grupo Las Panteras Negras, sin embargo, así califican a los contrarrevolucionarios que ellos crearon, entrenan y sostienen financieramente en Cuba y en Venezuela.

Una de las personas reclamadas es Joanne Chesimard, única mujer que aparece como uno de los 10 terroristas más buscados por el Buró Federal de Investigaciones, FBI, acusada de matar en 1973 a un policía de Nueva Jersey, durante un enfrentamiento entre una patrulla y varios disidentes.

Si ella hubiese sido la víctima, al culpable nunca lo juzgarían por asesinar a una mujer que luchaba por los derechos civiles de los negros norteamericanos.

En Venezuela, la derecha estimulada por Washington asesina a mansalva a jóvenes chavistas quemándolos vivos, pero no son considerados asesinos, sino “opositores que luchan por la libertad”.

Si de reclamaciones se trata, el Senador por el estado de New Jersey, Bob Menéndez, acusado de corrupción, debe tener presente que la lista de asesinos prófugos de la justicia cubana es mucho más extensa que la de los que reclama Estados Unidos, e incluye a esbirros de la tiranía de Fulgencio Batista, que encontraron abrigo y apoyo desde 1959, a pesar de las reclamaciones oficiales de Cuba.

Si la refugiada Joanne Chesimard, está acusada de matar un policía, Menéndez, quien integra la mafia terrorista anticubana, debería saber que solo entre Esteban Ventura Novo, Rolando Masferrer Rojas, Julio Laurent Rodríguez y Conrado Carratalá Ugalde, tienen mucho más de 100 asesinados cada uno, y fueron reclamados por delitos comunes y jamás el gobierno de Estados Unidos los devolvió a Cuba.

Orlando Bosch, Luis Posada Carriles, Pedro Remón, Guillermo Novo Sampoll, Gaspar Jiménez, más otros asesinos y autores de actos terroristas contra el pueblo cubano, disfrutan la vida en las calles de Estados Unidos bajo el estatus de “refugiados políticos”, e incluso muchos fueron aceptados en ese país a partir de la solicitud que hiciera la representante republicana Ileana Ros-Lehtinen, a los presidentes Ronald Reagan y George Bush.

No hay moral para hacer reclamaciones de una disidente que buscaba la igualdad para los negros estadounidenses, mientras goza de total libertad Luis Posada Carriles, autor de la voladura de un avión civil cubano donde perdieron la vida 73 personas, más un turista italiano muerto a causa de las bombas colocadas en hoteles de La Habana, jactándose posteriormente ante la TV de Miami que ese joven italiano “estaba en el lugar y momento equivocado”.

¿Qué tratamiento recibirían Posada, Bosch, Remón, Novo y Jiménez, si los asesinatos cometidos fuesen en Estados Unidos contra ciudadanos de ese país? ¿Los considerarían disidentes? Por supuesto que no y las condenas serían de pena de muerte.

Mucha manipulación existe en la política de Estados Unidos, mientras consideran “luchadores por la libertad” a vulgares delincuentes, a los que verdaderamente batallan por los derechos civiles y humanos, los persiguen y condenan sin piedad.

La historia pasa factura y por eso Estados Unidos es repudiado por millones de hombres y mujeres en el mundo, sus embajadas tienen que ser fuertemente protegidas, sus presidentes circulan en autos blindados como ningún otro estadista y la policía reprime sin misericordia a todo aquel que intente reclamar sus derechos.

Los mafiosos son tan brutos que no analizan que el recorte presupuestario solo perjudicará a los propios Estados Unidos, y sin dinero los diplomáticos en La Habana se verán restringidos de llevar acabo las acciones de subversión política que realizan sobre los cubanos, especialmente los jóvenes, a los que pretenden emplearlos para su añorado cambio del sistema socialista, a fin de instaurar nuevamente el capitalismo que no eliminó la pobreza, el analfabetismo, la falta de atención médica para los pobres, la discriminación racial y de género, más las diferencias sociales.

Después del restablecimiento de relaciones el 17/12/2014 el Buró de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, solicitó un incremento del presupuesto en más de 6 millones de dólares para la Misión en La Habana, el que hoy asciende a 11 millones 92 mil dólares, más un aumento adicional de otros 528 mil dólares.

Esta última partida fue destinada a programas diseñados por el Departamento de Estado en su trabajo “pueblo a pueblo”, que tiene como objetivo el traslado de los valores de la sociedad norteamericana entre los cubanos, para ir horadando el sistema socialista desde adentro, mediante proyectos de educación e intercambio cultural, y según sus propias palabras “desarrollar contactos con nuevos públicos e instituciones, fortaleciendo las conexiones con instituciones e individuos de los Estados Unidos, que actualmente están en contacto con organizaciones cubanas”.

Al respecto Barack Obama declaró el 01/07/2015:

“…Podremos aumentar considerablemente nuestro contacto con el pueblo cubano. Tendremos más personal y nuestros diplomáticos podrán participar de manera más extensa en toda la isla…incluida la sociedad civil y con los cubanos que buscan alcanzar una vida mejor. […] Nadie espera que Cuba se transforme de la noche a la mañana, pero creo que el compromiso estadounidense, mediante nuestra embajada, empresas y ante todo nuestro pueblo, es la mejor manera de representar nuestros intereses, y apoyar la democracia y los derechos humanos”.

Los gastos aprobados el pasado 26/07/2017 por el Comité de Asignaciones para su embajada en Cuba, impedirá construir en esa Misión nuevas instalaciones o contratar personal adicional, excepto los imprescindibles para la seguridad y salud de los funcionarios, e impone las mismas restricciones a la de Cuba en Washington, algo que no es preocupante para los cubanos, todo lo contrario, pues como bien afirmó José Martí:

Con la resolución indudable del pueblo de Cuba, es imposible la derrota”.

*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.


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