André Abeledo Fernández •  Opinión •  30/05/2020

El fascismo estructural en el Estado español se destapa en plena pandemia del COVID-19.

El fascismo está presente y en los puestos de mando de los tres poderes, también en las fuerzas de seguridad del Estado y en el ejército.
 
La lucha antifascista se abre porque no se cerró nunca, permitimos con una falsa transición que el fascismo se quedase con los poderes del Estado.
 
Ahora que el fascismo siente amenazado mínimamente su estatus de poder y sus privilegios reacciona con virulencia. 
 
También por eso a la señora marquesa, doña Cayetana, se ofende tanto por que la llamen marquesa y equipara ser marquesa con ser terrorista. En ese punto estoy bastante deacuerdo con la señora marquesa, doña Cayetana, tiene razón, es una vergüenza que sigan existiendo títulos nobiliarios. Doña Cayetana debería renunciar a su título para dejar de pasar vergüenza. 
 
Si yo fuese Pablo Iglesias también estaría orgulloso de tener un padre que se jugó la vida luchando contra la dictadura franquista.
 
Dijo Lenin «la revolución empieza en casa» y el compañero Pablo Iglesias tuvo la suerte de que así fuese en la suya. 
 
Porque el ejemplo de la lucha antifascista, de la lucha contra la dictadura franquista, es algo que a cualquier demócrata debe llenarle de orgullo.
 
Un revolucionario no es un ser perfecto, ni infalible, es alguien que trata de ser mejor, se mueve por amor y lucha por ideales.
 
El fascismo y las oligarquías están de los nervios, también la iglesia, los multimillonarios y la patronal. 
 
Pero para los oligarcas, banqueros, multimillonarios y empresarios traidores existe un tratamiento, un jarabe que se llama nacionalizaciones y expropiaciones.
 
La receta de la izquierda para construir una sociedad con más justicia social, es simple, debemos apostar por la sanidad pública, universal, de calidad y gratuita, también por la educación, invertir en investigación y desarrollo, en energías limpias, un control de precios de los productos de primera necesidad, que pague más quien más tiene, por una banca pública fuerte, nacionalizar y remunicipalizar servicios básicos a la ciudadanía, que exista una renta mínima vital digna. Porque esta crisis debe enseñarnos que esas son prioridades inaplazables.
 
Que el fascismo se tire de los pelos es bueno, pero también peligroso, durante años les hemos perdido fagocitar las instituciones, corromperlas, ensuciarlas y usarlas a su antojo. 
 
Por eso la necesidad de unidad de la izquierda para vencer al fascismo en este trance histórico es tan importante, no necesitamos una nueva transición, necesitamos la destrucción del fascismo. 
 
Tenemos que matar a dos bichos el COVID-19 y el fascismo.

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