Libardo García Gallego •  Opinión •  03/09/2017

¿Será posible una sociedad pluralista?

“Pluralismo se denomina el sistema en el cual se acepta, tolera y reconoce la variedad de doctrinas, posiciones, pensamientos, tendencias o creencias dentro de una sociedad”.

Para vivir en un paraíso idílico, como el aquí definido, a lo primero que sería preciso renunciar es a los extremismos. ¿Pero cómo pueden los pobres aceptar y tolerar que unas pocas personas (1% de la población) acaparen para su disfrute exclusivo todas las riquezas del planeta (99%), de un país o de cualquier región? ¿Cómo puede garantizarse la igualdad de género bajo el islamismo radical? ¿Cómo se puede convivir en paz en un Estado xenofóbico o racista? Hasta el día de hoy son muy pocos los países donde se garantizan todos los derechos humanos a todas las personas, empezando porque si no se fijan límites a ciertos derechos, como el de la propiedad privada, no es posible aceptar, tolerar y reconocer las abismales diferencias entre los seres humanos.

Observando la realidad colombiana, ¿Cómo puede aceptarse sin protestar el asesinato de personas por el simple hecho de no compartir las ideas del gobierno o de una religión o de un partido político? ¿Cómo puede tolerarse sin chistar que alguien asesine a su compañera o compañero por el simple hecho de no querer vivir más a su lado? ¿Cómo no reconocer la diversidad sexual de las personas, excluyéndolas de toda parte, dizque porque no tienen las mismas inclinaciones nuestras? ¿Cómo puede aceptarse sin enojo que un terrateniente obligue a un campesino pobre a abandonar su terruño para adueñarse de éste? ¿Cómo puede una población no chistar cuando su gobierno vende o regala a entidades privadas y ajenas al país las principales empresas del Estado? ¿Cómo puede un pueblo permitir que multinacionales exploren y exploten los recursos naturales de su territorio a costa del deterioro total del medio ambiente? ¿Cómo puede haber compatriotas colombianos opuestos a una negociación justa entre el gobierno y un sector sublevado de la población a fin de poner fin a una larga guerra fratricida? ¿Cómo una sociedad puede tolerar que un pícaro se robe del erario una considerable porción para su beneficio personal? ¿Cómo podemos tolerar que a los grandes corruptos y delincuentes les apliquen castigos tan leves como la casa por cárcel? ¿Cómo puede alguien tolerar que pícaros funcionarios del Estado se embolsillen millones de pesos mientras mueren de hambre los niños indígenas de un país?

La clase burguesa nos dirá que en esto consiste el pluralismo; en aceptar, tolerar y reconocer como lógicas y necesarias estas injusticias sociales. Y que  democracia es aceptarlas sumisamente porque esos son designios divinos ante los cuales no cabe la desobediencia.

Una eventual alternativa para intentar la creación de una sociedad pluralista sería aprobar una Constitución que permitiera a toda una sociedad regional o nacional escoger democráticamente un programa de gobierno, cuyos promotores se tendrían a su cargo la dirección del Estado por un determinado tiempo a fin de desarrollar obligatoriamente dicho programa en su respectiva jurisdicción, es decir, mediante una “dictadura” por el período señalado constitucionalmente. En cuanto al respeto a las creencias religiosas y las posiciones políticas y filosóficas, siempre dentro de un Estado laico, en el estado actual de la cultura universal no debería tropezar con objeciones racionales.

En todo caso, para hacer posible el pluralismo necesitamos un nuevo paradigma filosófico que nos enseñe a vernos como hermanos, en condiciones de igualdad, sin egoísmos, sin pretensiones de superioridad de unos sobre otros, donde seamos capaces de despojarnos de los recursos excedentes, donándolos al Estado para un reparto equitativo.

¿Será mucho pedir y soñar? ¿O será mejor que siga sin tregua la lucha de clases, sin pluralismos ilusos? ¿Y si en la primera potencia mundial impusieron un gobierno antipluralista?

Armenia, 27 de Agosto de 2017

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