Marco A. Gandásegui h. •  Opinión •  13/12/2017

“Fake News” o la lucha ideológica

Los medios masivos de comunicación son un fenómeno relativamente reciente. Con el invento del telegrama se dio un primer paso en la dirección de informar a las masas (grupos sin distinguir su posición o clase social) sobre acontecimientos que ocurrían en el mundo. El término mundo hay que calificarlo: Es el espacio que conocemos y que culturalmente nos es afín.

Todavía más de la mitad de la población de la tierra vive en un mundo pequeño, formado por su familia y comunidad. Pero una masa creciente – desde mediados del siglo XIX – vive en un mundo en permanente expansión: la provincia, la nación, el mercado internacional y, finalmente, el mercado mundial. Esta masa es la consumidora de los medios de comunicación masivos. Son miles de millones de personas en todos los continentes, atravesando fronteras, que reciben diariamente información de la más diversa naturaleza.

Es información procesada en cuestión de minutos, por profesionales de la comunicación altamente entrenados, que es desplegada a todos los rincones del planeta gracias a las redes electrónicas, informáticas y virtuales. La información puede ser presenciada en vivo desde cualquier punto del planeta. Gran parte de la información es predecible ya que los interesados lo anuncian de antemano: la conferencia de prensa de alguna personalidad, un encuentro deportivo decisivo o una elección política.

Cuando ocurre algo inesperado – terremoto, magnicidio o incendio – ya existen protocolos para darle el tratamiento correspondiente. Por ejemplo, en el caso de ataques fatales que tienen como objetivo crear inseguridad y zozobra (terrorismo), se le da mucho despliegue si las víctimas son de determinada región o país. En el caso contrario, apenas aparecen en las pantallas o en los periódicos (el caso, entre otros, de los palestinos, sarahuí o los pueblos indígenas de toda América).

Esta distinción entre qué es noticia y qué no es, ha tomado cierto auge en los grandes medios de comunicación masivos desde la elección del presidente Trump en EEUU. Se está hablando de “Fake News” (noticias falsas) como un fenómeno novedoso. En realidad, se hizo masivo hace siglo y medio para promover ventas de armas, construir obras públicas y otros negocios.

En esta semana se acaba de producir un golpe de Estado en Honduras y los medios no informan. La orden es no informar. Prefieren no informar a mentir. Es un ejemplo de ‘Fake News’. En Panamá los trabajadores (cerca de 6000) de la aerolínea COPA declararon una huelga y no aparecieron noticias al respecto. El año pasado, los trabajadores de la Cervecería Nacional detuvieron la producción hasta que los empresarios se sentaran a negociar y no fue informado al gran público que consume noticias.

La preocupación que existe en EEUU sobre el manejo de la información tiene una razón muy concreta: El presidente Donald Trump. Este personaje de las altas esferas del mundo especulativo de Manhattan (Nueva York) está cuestionando la veracidad de la información de los grandes medios masivos de comunicación de EEUU y Europa. Acusa a la oligarquía de esos países de manipular la información a su favor y suprimir los intereses de los demás capitalistas con intereses que no coinciden con los del ‘establishment’.

Trump lanzó el término ‘Fake News’ durante su campaña que lo llevó a la Casa Blanca en 2016. Lo hizo con mucho éxito. Mientras que los medios de comunicación insistían – y siguen insistiendo – en que la economía se recuperaba y los conflictos sociales aminoraban, Trump lanzó sus ataques virulentos contra los inmigrantes mexicanos, los musulmanes y los liberales. A los musulmanes los calificó de terroristas y a los liberales de izquierdistas. El ‘establishment’ norteamericano se percató un poco tarde de la acertada táctica de Trump. No fue hasta que Wall Street y la candidata demócrata, Hillary Clinton, perdiera las elecciones que despertaron.

‘Fake News’ (noticias falsas) es un instrumento en la lucha ideológica entre contrincantes. Lo utilizan los entrenadores de fútbol, generales de ejércitos y políticos desesperados. Trump sacó su tweeter y llevó a un nuevo nivel la lucha ideológica. Pero las bases sociales (grass roots) también ahora se comunican profusamente por las redes. Según Wall Street, tanto Trump como los grupos de base – ‘grass root movements’ – sacan noticias que califican de falsas. Sólo hay una manera de volver a monopolizar la información: la censura. En EEUU se estudia esta alternativa para controlar la comunicación digital y someterla a los intereses del ‘establishment’.

– Marco A. Gandásegui, hijo, es profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA) 

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