Colectivo Puente Madera •  Opinión •  15/01/2018

El PP y los matones de discoteca

El PP y los matones de discoteca
Se nos ocurre que, un buen test para conocer cómo es una persona o una organización, podría ser preguntarles a quién elegirían para desarrollar una determinada labor en ciertos lugares que requieren perfiles especiales. Y decir esto, es decir todo, desde dirigir un centro de alta investigación, hasta ordenar la cola de una hamburguesería. Personas que puedan tener un perfil de empatía, templanza, asertividad, inteligencia y rigor, o personas brutas, insensibles, fácilmente ofuscables y carentes de inteligencia (sea esta emocional, lógica, intra o interpersonal). No todos, pero los más avispados dueños de discotecas, ya se han percatado que trae a cuenta poner en la puerta a alguien que al menos tenga un dedo de frente, que al clásico matón descerebrado.
¿Y en política? ¿A quién elegir? Bien, el PP lo tiene claro: a alguien a quien haya que agradecer sus servicios prestados. Ese es el único perfil. Lo demás sobra.
Solo de esta manera se puede entender que, para tomar decisiones en una de las “puertas”más complicadas del planeta, se elija a quien se elige, quedando el criterio mucho másatrasado que el de algunos dueños de discoteca.
El consejero de Bienestar Social de Melilla, Daniel Ventura, ha demostrado, no en un arrebato o error puntual, sino repetida y tozudamente, carecer del más mínimo valor exigible a cualquier gobernante, más aún cuando se está en Bienestar Social, y más aún, si cabe, en Melilla. Tras la muerte de dos menores, el consejero dijo que “no tenía nada que decir a sus padres” y que «para que vengan a llevarse un cadáver que hubieran venido antes a por sus hijos«. Comentó también que “habrá que ver si son sus padres de verdad” y, lejos de disculparse y en tono más bien chulesco, comentó sobre el presidente de la Asociación Pro Derecho de la Infancia (Prodein) de Melilla, José Palazón, que «a ver si es que él tiene contacto con padres en Marruecos y por eso nos están llegando los niños de alguna manera”. Hace unos meses, el Sr. Ventura ya se enfrentó a oposición y ONGs por fomentar que se ayudase y diese comida y ropa a los niños de la calle, siendo su solución, la de él, consejero de Bienestar Social, alertar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Ahora, limita el acceso de ONGs a los chicos de la calle y a centros de acogida, ¿para qué instituciones NO gubernamentales estando aquí el matón del Gobierno? Debe decirse el sr. Ventura.
En fin, lo más grave del asunto, no es que el consejero, en un momento puntual hubiera dicho o hecho algo de ese calibre, ni siquiera que lo siga haciendo, de forma mantenida (el hombre da de sí lo que da). Lo grave es que el gobierno local del PP, lo mantenga y muestre su “apoyo absoluto” a las labores del Sr. Ventura.
Sin duda, la Real Academia tiene el deber de buscarnos palabras y fijarlas, a fin de que podamos utilizarlas, llegado el momento, para definir bien a personas, cosas y situaciones. Y es ahora que entendemos, por qué incluyó en su diccionario la palabra canalla, en su 3ª acepción para llamar a una persona (el o la canalla) y en su primera acepción para llamar a un grupo de gente (la canalla).
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