José Larios Marton •  Opinión •  19/02/2018

La Pobreza Energética necesita algo más que paños calientes

Desde hace varios años la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético viene denunciando la situación sufrida por millones de personas en nuestro país como consecuencia de la denominada Pobreza Energética.  Esta acción, si bien no ha logrado soluciones efectivas, ha logrado poner en las agendas políticas este problema que en nuestro país carecía de definición. Indicador de la nula sensibilidad de nuestros gobernantes hacia este problema.

La Asociación de Ciencias Ambientales lleva varios años elaborando informes sobre esta lacra en nuestro país y recoge que “Puede decirse que un hogar está en situación de pobreza energética cuando es incapaz de pagar una cantidad de servicios de la energía suficiente para la satisfacción de sus necesidades domésticas y/o cuando se ve obligado a destinar una parte excesiva de sus ingresos a pagar la factura energética de su vivienda”

Al menos, la reducida repuesta gubernamental del decreto Real Decreto 897/2017 del bono social dice textualmente “según Eurostat, los principales indicadores para medir la pobreza energética son el porcentaje de población que tiene atrasos en el pago de sus suministros energéticos y que no puede mantener su vivienda a una temperatura adecuada. En España, estos porcentajes son aproximadamente del 9 por ciento y 10 por ciento, respectivamente. Eso significa que aproximadamente, unos 4,5 millones de personas podrían estar en riesgo de pobreza energética”

La Plataforma por un Nuevo Modelo Energético abogamos por tratar de conseguir que se admita y se declaren tanto el suministro de energía como el de agua como servicios esenciales y derechos básicos de todo ciudadano.

Las dificultades económicas para hacer frente al precio de los suministros energéticos es un factor de primer orden para caer en la pobreza energética, así la definición de este problema en la Gran Bretaña recoge que cuando la factura de los mismos supera el 10% de los ingresos se puede afirmar que se está afectado por él.

Los suministros de gas butano han pasado de los 11€ en enero de 2010 a los 17,50 que pagué la semana pasada y la electricidad de nuestras viviendas han elevado su precio de los 50€ de media mensuales en 2008 a los 75€ en diciembre de 2017.

El mal estado y/o la mala calidad de muchas de nuestra viviendas es otro de los factores al exigir importantes cantidades de energía para conseguir temperaturas interiores adecuadas. De aquí que un plan amplio de readecuación energética de las viviendas sea un elemento con varias facetas positivas, reduce la factura energética, crea empleo en el sector de la construcción, baja de emisiones de gases contaminantes y de efecto invernadero a la vez que rebaja las importaciones de productos energéticos de nuestro país, que supone varios puntos del PIB.

Nuestros ayuntamientos pueden y deben ser actores del Nuevo Modelo Energético, varios de ellos están en ese camino, Barcelona, Pamplona, Rivas Vaciamadrid están poniendo en marcha operadores energéticos municipales y el de Córdoba también lo tiene como objetivo.

Así pues, acometer con rigor la lacra de la pobreza energética en España es una medida con múltiples beneficios para la mayoría de la población.

José Larios Martón. Miembro de la Ejecutiva Federal de EQUO, Presidente de la Fundación EQUO y experto en cambio climático


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