Plataforma por la Banca Pública •  Opinión •  21/02/2018

Bankia no debe volver a financiar macroproyectos a constructoras

En Febrero de 2004, José María Aznar y Esperanza Aguirre aparecían en Madrid en la foto de la inauguración de la R5 y R3, dos autopistas de peaje financiadas, entre otras, por Caja Madrid. Antes ya se había construido la R2. Todas estas autopistas tenían varios puntos en común: por una parte ACS, Abertis y Caja Madrid como propietarias o partícipes de estas radiales; y por otra, políticos de primera línea del Partido Popular bendiciendo el proyecto.

Pasado el tiempo, y tras la concesión de varios préstamos que tanto los gobiernos socialistas como populares otorgaron para estas radiales (5 en total, de hasta 904 millones de euros, mientras nos recortaban sanidad, educación, pensiones…) descubrimos la quiebra técnica de estas infraestructuras, que nos llevarán a aportar, probablemente, unos 3.400 millones de euros del erario público.

Estas cantidades son sólo una parte de los 22.424 millones de euros que el Estado (sí, usted y yo) puso para capitalizar a Bankia y para lo que no fuimos consultados. Y esto no habría ocurrido si ciertos políticos no hubieran llevado a las cajas de ahorro a financiar operaciones especulativas como las de las radiales.

Lo dañino del asunto es que, tras unos pocos años, volvemos a las mismas situaciones repetidas. Sí y, para más escarnio, con los mismos actores.

En los artículos que han salido en prensa sobre Abertis, el Sr. Mariano Rajoy Brey insta al presidente de ACS, Florentino Pérez, a la adquisición de Abertis para que no caiga en manos italianas, intromisión extraña para el que aparece como referente de las políticas económicas liberales de la derecha española. Otra información sobre el tema (que ha aparecido hace ya unos días) es que Bankia tiene pensado aportar más de 800 millones de euros en el préstamo sindicado de 15.000 millones para la realización del deseo del Sr. Rajoy.

Volvemos a ver la injerencia de políticos en operaciones ajenas al interés público y a utilizar un banco nacionalizado, Bankia, en operaciones que revierten en unos pocos – ACS – si las cosas van bien. Y si van mal, ya conocemos el proyecto Castor y Bankia… . Abertis, a más, es una de las empresas propietaria de las radiales que están en quiebra y a las que el Estado (sí, usted y yo de nuevo) vamos a reflotar con nuestro impuestos.

Y es que mientras muchos pensamos que Bankia debe ser un referente de entidad financiera pública, dedicada a apoyar proyectos rentables socialmente hablando (acceso a los servicios financieros de pueblos excluidos por el cierre de oficinas, ecología y sostenibilidad, I+d+I, energías limpias, viviendas sociales de calidad…) y que debe actúar como contrapeso al oligopolio financiero al que vamos abocados, otros piensan en repartirla, dentro de las reglas de mercado, entre bancos y fondos de inversión.

Y ¿qué sentido tiene para Bankia volver a los mercados mayoristas? ¿Una normalización de su situación? Muchos nos tememos que lo que el Sr. Goirigolzarri esconde es volver a financiar macrooperaciones especulativas y una peligrosa gestión de la morosidad, mejorando de manera mágica el ratio de morosidad del grupo Bankia-BMN al incrementarse el volumen de los créditos concedidos.

Por una banca de todos. Por una Bankia pública.


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