Paco Campos •  Opinión •  21/03/2018

¿Es lo moderno lo nuevo?

Siempre hemos creído que sí, pero hay una versión distinta de lo moderno que lo relaciona con lo clásico. Visto así, lo clásico no tiene por qué se antiguo, sino lo que tiene capacidad de actualizarse para perpetuar en el tiempo. Habermas, filósofo defensor de la modernidad como factor cultural y no sólo estético, considera que la versión que equipara lo clásico y lo moderno no tiene por qué apelar al tiempo histórico.

Distintos hitos han dado a conocer e incluso proclamar lo moderno como lo nuevo, pero ¡ojo! porque puede ser que eso se deba a que siempre que se quería destacar la innovación se pretendía recuperar la antigüedad como un modelo: Carlos el Grande (s. XII), el Renacimiento, o como contraste: la Ciencia Nueva, la Ilustración, el espíritu romántico; y en el XX el concepto de ‘moda’  queda rezagado en favor de un de un vínculo secreto entre lo moderno y lo clásico -> la obra moderna llega a ser clásica porque una vez -antes- fue auténticamente moderna.  

Habermas destaca ese sentido actual de la modernidad, la modernidad clásica, como ejemplo práctico de la pérdida de la referencia histórica, la cual no pasa de ser una fijación que tuvimos en el pasado y que hay que desterrar si queremos evitar caer en la frivolidad de acabar con lo antiguo como señal de progreso o renovación. Vemos también con esta versión de Habermas cómo se pretende valorar lo permanente como una contribución a la racionalidad estratégica e instrumental.  


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