Lázaro Fariñas •  Opinión •  30/03/2018

Caos en la Casa Blanca (II)

Terminé mi anterior comentario sobre el tema preguntando cómo era posible que un hombre con las características de Donald Trump hubiese podido llegar a La Casa Blanca como Presidente de los Estados Unidos. En verdad, es casi increíble que haya ganado las elecciones presidenciales del 2016 un hombre que, durante la campaña, haya sido denunciado por 19 mujeres de haberse comportado impropiamente con ellas; una persona a quien centenares de veces se le comprobó que mentía y falsificaba datos o hechos; un empresario que en las últimas tres décadas se vio envuelto, según el periódico USA Today, en más de 3, 500 acciones legales y que, durante todo ese tiempo, fue demandado en las cortes más de mil trescientas veces; que se le oyó en una grabación decir que, porque él era un hombre famoso, podía tocar a cualquier mujer en las partes más intimas; uno que declaró durante la campaña que él bien podía asesinar a una persona en plena luz del día en la 5ta Avenida de New York y que así y todo, las gentes seguirían votando por él; un candidato que humilló a cuantos contendientes se le enfrentaron, poniéndoles nombretes y burlándose de ellos; un ser humano sin principios morales y cuyo nivel intelectual se acerca intensamente a la ignorancia y a la brutalidad; un empresario ambicioso sin escrúpulos; un desconocido en los medios políticos sin experiencia alguna de la  política; mucho más se puede decir de Donald Trump sin tener que inventar nada.

Es verdad que llegó a la presidencia con un enorme margen de ventaja en el Colegio Electoral sobre su contrincante Hillary Clinton, pero también es verdad que perdió el voto popular por más de dos millones de votos. Eso lo pone en la misma lista en que está George W Bush, que sacó quinientos mil votos menos que Al Gore y así y todo fue electo presidente.

En  menos de un año y medio que lleva en la presidencia, Trump ha creado un récord muy difícil de igualar en el futuro: más de veinte funcionarios de alto nivel, ministros, vice ministros y hasta directores del FBI han sido sus víctimas. Según han declarados algunos de los que aún quedan trabajando en La Casa Blanca, el lugar es un centro laboral completamente tóxico en donde se recelan unos de otros y en donde cada cual piensa que puede ser el próximo en caer. La personalidad de este hombre se alimenta del chisme y de la humillación de los demás. Ha dicho públicamente que él disfruta lo que hace y cómo lo hace. Antes de caminar en la política, era el conductor de  un programa de televisión en el que gozaba botando a la gente, haciendo famosa la expresión «You are fired!» que les gritaba a sus invitados.

Cuando durante la campaña electoral salieron las 19 mujeres a denunciarlo, él afirmó en aquellos momentos que las iba a demandar judicialmente a cada una de ellas una vez que pasaran las elecciones. Pues bien, ha pasado un año y medio y por supuesto, no lo ha hecho. Es increíble, a cualquier candidato a la presidencia de los Estados Unidos le hubiera bastado que hubiese salido una sola denuncia para que se hubiera visto forzado a abandonar la campaña, pero a este personaje le resbaló lo que ellas decían y las acusaba de mentirosas y de ser parte de una campaña de difamación contra él.

¿Cómo es que se pudo dar ese fenómeno? Para explicárselo hay que saber a quién le hablaba, a quiénes les dirigía el mensaje y además, cuál era el mismo. Su base electoral fue una vez descrita por la Sra. Clinton como una cesta de deplorables. No creo que estuviera muy lejos de la verdad. Él mantiene esa base que lo apoya en cualquiera de sus manifestaciones o actos, lo sigue ciegamente y no le importa lo que los demás digan de él.

Nada importaría si esa cesta de deplorables de la que hablaba la candidata demócrata estuviera compuesta por un diez o quince por ciento de los votantes. El problema es que la compone entre un 35 a un 40 por ciento de los mismos. Personas sin cultura, que no leen periódicos ni ven programas inteligentes de debates políticos y si lo hacen, no les importa lo que ellos digan contra el Presidente. Dicen que para muestra un botón y aquí en Miami vemos esa muestra entre los anticubanos de la ciudad que lo apoyaron en las elecciones.  A estos, Trump les habla al oído  y así fue que, para complacerlos, sacó  de la embajada en Cuba a su cuerpo consular y expulsó de la embajada de Cuba en Washington a casi todo el personal diplomático acreditado en la misma. Lo hizo sin razón alguna y sin dar muchas explicaciones, solo para beneficio de la morralla miamense que tan intensamente odia al pueblo de Cuba.

Hay que ver que irá a pasar en los comicios de noviembre donde van a elección todos los congresistas y una tercera parte de los senadores. Si el partido demócrata le logra arrebatar la mayoría parlamentaria a los republicanos, Trump seguirá en la Casa Blanca, pero sin capacidad de hacer mucho daño. Claro, todo esto será posible si no ocurre nada con las investigaciones que se están llevando a cabo por parte del Fiscal  especial Robert Mueller.  Estas investigaciones bien podrían ser fatales para Donald Trump y su tóxica y caótica presidencia.

*Lázaro Fariñas, periodista cubano residente en los EE.UU.

Ver: Caos en La Casa Blanca (I).

Fuente: MartianosHermesCubainformación


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