Lázaro Fariñas •  Opinión •  06/04/2018

Bob Menéndez, un pillo en libertad

La cadena de televisión norteamericana CBS está transmitiendo una interesante serie con capítulo semanal llamada Bull. El nombre viene del apellido del protagonista del mismo, Jason Bull. Bull, que es interpretado por el actor Michael Wheatherly, es un sicólogo especializado en reacciones humanas que tiene una compañía a través de la cual presta sus servicios a abogados y acusados para ayudarlos a escoger los miembros de los jurados que participarán en los juicios de sus clientes. Utilizando sus conocimientos profesionales y la tecnología, el Dr. Bull y su equipo les van haciendo señales de aprobación o rechazo a los abogados que participan en la selección. Los juicios por jurados son muy comunes en el sistema judicial de este país, es por eso que es muy importante para los abogados defensores, así como los fiscales, escoger  a personas que ellos crean que les puedan ser beneficiosas a la hora de decidir sobre la culpabilidad o no de los acusados.

Personalmente, nunca me ha gustado el hecho de que sea un grupo de personas, en su mayoría sin ningún conocimiento legal, los encargados de tomar la decisión de condenar o absolver a un acusado.  Le es muy fácil a cualquier abogado inteligente y pícaro influir a las personas escogidas. Un buen abogado puede lograr que uno o más de los miembros del jurado se niegue a votar con el resto y por lo tanto, al no haber unanimidad, el juez decida declarar nulo el juicio o puede, tranquilamente, buscar un veredicto de no culpable a algún acusado que, a todas luces, se sabe que no es inocente. Un caso bien renombrado se dio en 1994 con el jugador estrella de fútbol americano O.J. Simpson, quien fue absuelto  cuando se le juzgaba por el asesinato de su ex esposa, Nicole Brown. Simpson fue absuelto en lo criminal, sin embargo, poco tiempo después, fue hallado culpable en la Corte Civil, en donde fue demandado por los familiares de la víctima. Son muy pocas las personas que en este país crean en la inocencia del ex jugador.

Otro caso que recientemente ha dado mucho que hablar es el caso del Senador anticubano Bob Menéndez. Los abogados del Bobito, que no es tan bobito, lograron convencer a parte del jurado de que este era inocente de los cargos que se le imputaban y por lo tanto, el juez que llevaba el caso declaró nulo el juicio. Legalmente, no es una declaración de inocencia, sino simplemente que no se pudo probar su culpabilidad.

El flamante Senador fue acusado por el Departamento de Justicia de numerosos cargos, tales como conspiración para cometer delitos, abuso de poder, soborno, corrupción, etc., etc. Según la fiscalía, Menéndez recibió numerosos regalos de su íntimo amigo, el oftalmólogo de La Florida, Salomón Melgen, a cambio de favores políticos, tales como presionar al Departamento de Salud para que le pagara al doctor fraudulentas facturas, interceder ante el gobierno dominicano para que favoreciera a su amigo en ciertos contratos en la República Dominicana, y lograr con el Departamento de Estado que le concediera visas a prostitutas invitadas por el oculista, entre otros. A cambio, el Senador recibió de Melgen, viajes a Santo Domingo en su jet privado, bacanales con prostitutas en su mansión, viajes a París y estancia en una suite del hotel  Park Hyatt,  etc. Es decir, me haces un favor y yo te hago un regalo. Corrupción de la buena la que existía entre el Senador y el oftalmólogo.

Sin embargo, como se conocían desde hacía más de veinte años, el abogado pícaro e inteligente basó la defensa de ambos en que por amistad y no por corrupción, era que el Dr. le regalaba favores al Senador.  No creo que muchos amigos se hagan esa cantidad y tipo de regalos que recibía Menéndez de parte de Melgen, digo, a no ser que exista cierto compañerismo sentimental entre ambos. No importa que la fiscalía haya presentado pruebas y más pruebas.  La defensa logró crear suficientes dudas entre los miembros del jurado y estos no se pusieron unánimemente de acuerdo. Por lo tanto, el juicio fue declarado nulo por el juez que llevaba el caso y como resultado, el corrupto de Menéndez, en vez de ir camino a la cárcel por decenas de años como se merecía, fue camino al Senado en Washington donde no debería estar, a reclamar su puesto en la Comisión de Relaciones Exteriores para desde allí seguir, por supuesto, tratando de hacerle daño a Cuba y a su pueblo.

Me pregunto si alguien con las características de Jason Bull, el personaje de la serie de televisión, ayudó a los abogados  de Menéndez a escoger los miembros del jurado. ¿Será posible que la ficción  del programa de Bull se haya entrelazado con la realidad del juicio del Senador? 

*Lázaro Fariñas, periodista cubano residente en los EE.UU.

Fuente: MartianosHermesCubainformación


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