Libardo García Gallego •  Opinión •  24/05/2018

Conceptos arcaicos inaplicables hoy

Hasta hace como medio siglo, no se sabe si por miedo, por convicción, por temor a dios, por orgullo o por cultura, era fácil encontrar empleados con ética, con moral, con decencia, con responsabilidad, con honorabilidad y otros calificativos homólogos. Términos que hoy en teoría son arcaísmos del lenguaje y en la práctica desparecieron. ¿Por qué? Porque son incompatibles con las prácticas capitalistas, sobre todo las neoliberales.

No se conoce una estadística completa de las personas enriquecidas gracias a que no se acogieron a estos parámetros. Siempre han existido corruptos, pero en la actualidad el porcentaje ya llega al decil 9, ocupando Colombia un sitial de honor. Aquí no sólo se roban el erario, más de 50 billones anuales; se construyen megaobras de alta Ingeniería, desconociendo los necesarios y científicos estudios previos; se venden las mejores empresas del Estado al postor que más porcentaje dé; las sentencias judiciales no se producen respetando las leyes existentes sino de acuerdo con el tamaño de las coimas ofrecidas; se asesina a personas viciosas o inocentes desocupados cuyos cadáveres aparecen vistiendo uniformes guerrilleros y portando fusiles; los asesinos paramilitares son tratados con la mayor suavidad por el simple hecho de ser amigos o cómplices del Estado. Pero lo peor es que, a pesar de la podredumbre, a los corruptos se les trata con guante de seda e, inclusive, se les absuelve y se les premia. Reconocemos también que existen excepciones, funcionarios que aún acatan las normas morales o éticas.

Acaba de ocurrir una tragedia en Hidroituango: la creciente del río Cauca, a causa de una represa mal construida, dejó sin vivienda y sin enseres a cientos de personas. Un geólogo explicaba cómo las rocas de esa región están fracturadas debido a fallas tectónicas; los ecólogos le echan la culpa a la tala de los bosques y la consiguiente desprotección de los suelos; otros hablan de la carencia de estudios geológicos serios, de túneles mal construidos; de la aceleración irresponsable de los trabajos para cumplir con los plazos establecidos; a la ligereza de los gobernantes de turno. En todo caso, nunca se conocerán los verdaderos culpables; ahora viene el silencio, el tape tape y crearán más impuestos para tratar de recuperar los dineros perdidos.

Desde hace aproximadamente un mes viene presentándose desastre ambiental en el Magdalena Medio por el flujo superficial de petróleo; los geólogos sostienen que ello se debe al mal mantenimiento de algunos pozos, afirmación que Ecopetrol no comparte, diciendo que son simples “afloramientos naturales del crudo”. ¿A quién creerle cuando siempre se responde con evasivas? ¿Si el megapuente caído en la vía al Llano se debió al mal diseño, por qué no hubo la pertinente revisión y, si la hubo, por qué se confabularon sus autores?

Pasemos a las Altas Cortes del poder judicial. ¿Cómo que los Magistrados que deben defender a los campesinos frente a quienes les hurtan sus tierras terminan siendo propietarios de las tierras en litigio? ¿Cómo que un emperigollado y creído Magistrado recibe un reloj de pulso de más 40 millones de pesos como parte de la coima por un fallo a favor de alguien? 

Y para no ir muy lejos, ¿Cómo y cuánto dinero se robaron en Armenia por concepto de Valorización, dizque para construir unas obras necesarias para la ciudad? Ahí están comprometidas todas las ramas del poder público, hasta las entidades de control.

Recorramos el territorio patrio y en todo municipio, en todo corregimiento o caserío nos darán quejas similares. El listado de hechos corruptos es mucho más extenso que el diccionario de la RAE.

¿Cómo puede la cúpula corrupta de los poderes estatales pretender que los ciudadanos del común, la mayoría necesitados e ignorantes, sean transparentes en sus actos, que no haya ladrones, secuestradores, sicarios y delincuentes de todo tipo, cuando dentro de esa misma élite cunden los ejemplos de inmoralidad, de delincuencia?

Esto es Colombia, uno de los países más pobres del mundo, con una población extremadamente desigual y con un alto índice de felicidad. Quizás somos el país más masoquista del planeta, pues hasta conociendo a los criminales votamos por ellos para reinstalarlos en los cargos donde cometieron los delitos.

Armenia, 15 de Mayo de 2018

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