Libardo García Gallego •  Opinión •  24/05/2018

Imposible consenso racional en asuntos importantes

Los asuntos son muchos y en diferentes campos:

¿Por qué no acabar con el deporte profesional, dejar sólo el amateur y sustituir la competencia por la emulación? Aunque la función del deporte es el mejoramiento físico de la persona, lo prostituyeron al convertirlo en mercancía. Para los “emprendedores” es mejor que el deporte sea mercancía y no un beneficio para el cuerpo humano. No ven cómo los deportes extremos atraen tanto público, sin importar lo peligrosos que sean. No ven cómo se acumula dinero en los campeonatos de fútbol, en las carreras de ciclismo, en el baseball, en el fútbol americano, en la natación, etc. Los deportes más competitivos son grandes minas de oro para los empresarios mientras el público se divierte y pelea por el equipo de sus afectos.

¿Por qué se permite fabricar aparatos con obsolescencia programada, es decir que no duren más del tiempo que les asignaron sus fabricantes? Porque necesitan estar renovando las mercancías y que circule rápidamente el capital; no es rentable que una lavadora dure más de cinco años, por eso hay que dejarle una falla para que el aparato saque pronto la mano. ¿Eso es capitalismo humanista? Los industriales tienen que ganar más dizque para fomentar la creación de empleos. Mamola!

¿Por qué en lugar de fabricar medicamentos para curar las enfermedades, mejor se inventan enfermedades para vender medicamentos que sostengan la vida mas no para mejorarla? ¿Por qué los elevadísimos costos de ciertas medicinas cuando podrían venderlas, ganando siempre, a precios ínfimos? ¿Por qué esa eterna pelea entre alopatía y homeopatía en vez de ponerse de acuerdo y fabricar medicinas sanas, sin consecuencias dañinas para el organismo? ¿Si desde cuando se escanea el feto ya se conocen las deficiencias se ese organismo por qué no proporcionarle los elementos de los cuales carece y programarle una alimentación completa acorde con el mismo? Ahí salta de nuevo la respuesta: Es que existe el derecho a la libre empresa, a la libre competencia y la competitividad. Existe la libertad de comercio.

¿Por qué carnívoros contra veganos? ¿No existe una solución intermedia, nutrición saludable y completa para todos los seres humanos? Lo mismo: Es que “por los gustos se venden los calambombos”, cada quien decide cómo alimentarse, es una simple cuestión de preferencia personal.

¿Por qué migrantes desde países pobres hacia los más ricos? ¿No es posible que los ricos destinen parte de sus excedentes a mejorar la vida en los países pobres a fin de parar el abandono de algunos pueblos de sus territorios ancestrales, teniendo en cuenta, además, que los países ricos hoy lo lograron a expensas de los países empobrecidos? ¿O en qué consiste el humanismo, la solidaridad, y hasta dónde llega o cuándo termina?

¿Para qué las armas en el mundo? ¿Para invadir países ajenos, eliminar su población y robarles sus riquezas? ¿A esa práctica se le puede llamar defensa de la democracia, solidaridad con los pueblos? Aquí también nos darán otras explicaciones chimbas, totalmente ajenas a la convivencia humana.

Los anteriores son otros interrogantes sin respuestas lógicas. Sólo la explicación de los poderosos, de los capitalistas, de los explotadores, de los mercantilistas. A todos ellos les interesa acaparar, nunca servir y mejorar la especie humana. Por ello, lo importante en el planeta es que todas las cosas se vuelvan mercancías. Ese es el modelo de sociedad que nos han impuesto y que la gente acepta sumisa porque sus cerebros también están en venta.

Si predominara la concepción humanista, solidaria, se buscaría una solución racional, pero si triunfa la hobbessiana, según la cual “el hombre es un lobo para el hombre” estamos en la olla, jodidos, y continuará la matanza. 

Armenia, 7 de Mayo de 2018

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