Osviel Castro Medel •  Opinión •  18/06/2018

Maceo y Che, dos hermanos de junio

Si no hubieran nacido el mismo día, de todos modos la historia  los hubiese transportado juntos al futuro. A los cubanos se nos quedaron prendidos al unísono en el alma. Se nos quedaron, unidos, en la evocación diaria y en el acento de cualquier batalla.

Maceo, el Titán que nació en el Santiago indómito, anda todavía en encendido corcel, de plomo y agua, de relámpago y espuma. Con su espada  abate ejércitos enteros. Siempre es el primero en atravesar el océano de proyectiles españoles. No se cansa, no se mella el machete, no decae su bravura… ni siquiera en San Pedro. Tal es su temeridad que hoy, cuando la acción roza lo arriesgado, no inventamos una metáfora. Solo decimos, en buen cubano “¡Para hacer eso hay que tener más c…oraje que Maceo!”.

El Guerrillero Heroico, salido de su austral Rosario,  también cabalga en un Rocinante del mañana. Lleva un sol de voluntades en la frente.  Disipa su asma crónica con el ajetreo. Resulta un huracán incansable; es machetero, obrero de mármol, diplomático, ministro… embajador de la verdad más dura.

Y llega a ser  caballero andante. Se convierte en un espectro sorprendente, más allá de La Higuera, donde quisieron matarlo,  pero no lo mataron. Tal es su virtuosismo y su presencia que a veces nos censuramos el error de esta manera: “¡Qué nos hubiera dicho el Che; ese sí era comunista!”.

Los dos van en invasiones de Oriente a Occidente; los dos son jefes militares competentes, los dos regañan porque son ejemplo.

Así van, sin desmayarse. A veces se entrelazan las proezas y parecen uno solo. Llevan en este andar una coraza. Y para andar veloces no precisan estaciones, ni necesitan decir que el mismo día de junio es su padre.

Van, envueltos en una aureola hacía lo infinito. Su viaje, largo y hermoso, no tiene retroceso.

Fuente: La Demajagua


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