Manuel E. Yepe •  Opinión •  13/07/2018

La izquierda tiene historia y futuro en EEUU

Estados Unidos es un caso atípico entre las más avanzadas sociedades industrializadas, porque no tiene un partido socialista grande de nivel nacional. La cultura en esa gran nación del norte de América enfatiza el individualismo y el anti-estatismo. El papel del gobierno en la sociedad es mucho menor que el que éstos tienen en otros países del mundo, por ejemplo en los europeos.

Durante el período de la Gran Depresión y la crisis económica de los años 1930 germinó en muchos socialistas estadounidenses la esperanza de que pudiera haber llegado el momento de fundar un partido de los trabajadores en su país. Pero con la llegada al poder de Franklin Delano Roosevelt (FDR) y su coalición del New Deal, la clase obrera se convirtió en una fuerza prominente dentro del propio Partido Demócrata y los líderes sindicales no percibían beneficio alguno en tratar de llevar adelante su ideario de manera independiente.

Los sindicatos trabajaban activamente en la promoción de la participación de votantes dentro del contexto bipartidista de Estados Unidos. A partir de la Gran Depresión, el movimiento sindicalista canalizó su apoyo mayoritariamente hacia el Partido Demócrata que, por su parte, desarrolló una política de amplia acogida de gente situada en la izquierda del espectro político estadounidense.

En la historia reciente se han registrado para las elecciones en Estados Unidos, además de los consabidos partidos Demócrata y Republicano, el Partido de la Reforma (ultraderecha), el Partido Verde (izquierda), y el Partido Libertario. En los comicios de 1992 y 1996, cobró notoriedad el Partido de la Reforma con Ross Perot como candidato presidencial, a quien la derecha moderada acusaba de haber perjudicado con su participación la reelección de George Bush padre.

En 2000 y 2004, fue visible la participación de Ralph Nader, del Partido Verde, a quien la izquierda moderada culpó de restar votos a candidatos demócratas, en beneficio del republicano  George W. Bush hijo.

A FDR se le atribuye esa política de haber bloqueado la creación de un gran partido socialista en Estados Unidos, al abrir las puertas del Partido Demócrata a los sindicatos y a mucha gente progresista durante la Gran Depresión. Es por esa razón que se considera a Roosevelt el presidente más cercano al socialismo que haya tenido Estados Unidos.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, ya Roosevelt tuvo que  enfrentar las fuerzas de la derecha dentro de su propio partido para hace avanzar su propósito transformador en Estados Unidos.

Los demócratas que se le oponían llegaron a constituir la “American Liberty League» en las elecciones presidenciales de 1936. El entonces gobernador de Nueva York y prominente líder demócrata Al Smith,  instó a la oponerse a Roosevelt proclamando que «¡Estados Unidos sólo puede tener una capital, Washington o Moscú!”, significando que el

movimiento de los partidarios de Roosevelt tenía en sus filas demasiados comunistas y socialistas.

Roosevelt murió en 1945 pero, al término de la guerra, el ejército político de la izquierda constituido por sindicalistas, intelectuales y líderes comunitarios negros que se había estructurado para apoyar a Roosevelt aun conservaba gran influencia dentro del Partido Demócrata.

Los sindicatos afines al Partido Demócrata como el United Auto Workers, el International Longshore Warehouse Union, el National Maritime Union, y el United Steelworkers of America, tenían grandes facciones procomunistas y líderes de esa orientación política, entre los cuales se incluían varios asociados al Congreso Nacional de Trabajadores Negros y otros grupos de derechos civiles vinculados directamente con el Partido Comunista de Estados Unidos.

Muchos demócratas de Roosevelt tenían una apreciación muy positiva de la Unión Soviética y del papel que ésta desempeñó en la  derrota del fascismo. No tenían objeción alguna a alinearse con el Partido Comunista y su entorno político en asuntos locales.

Así se mantuvo el balance de fuerzas de izquierda y derecha hasta que, en 1946, comenzó la operación represiva anticomunista de la Guerra Fría bajo Harry S. Truman, reemplazante de FDR.

Durante ese período de terror fascista contra la izquierda los primeros blancos de la caza de brujas fueron demócratas que pertenecían a la facción de izquierda populista y prosoviética afianzada dentro del propio partido.

Alger Hiss, funcionario del Departamento de Estado que había desempeñado un papel clave en la fundación de las Naciones Unidas, fue uno de los primeros en ser objeto de demonización y acusación de ser agente soviético para terminar encarcelado por perjurio. Tanto demócratas como republicanos, fueron duramente reprimidos por sus propios partidos durante este período.

Ahora, con la llegada del trumpismo, todo parece indicar que se avecinan nuevos tiempos difíciles para los obreros, profesionales e integrantes progresistas de la clase media estadounidense.

*Manuel E. Yepe, periodista cubano especializado en política internacional, profesor asociado del Instituto de Relaciones Internacionales Raúl Roa de La Habana, miembro del Secretariado del Movimiento Cubano por la Paz.

Artículo realizado para «POR ESTO».

Fuente: MartianosHermesCubainformación


Opinión /