Andrés Gómez •  Opinión •  20/07/2018

En Cuba, una nueva constitución para la República

Para los enemigos de Cuba y su revolución no hay peores noticias que el actual proceso de transformaciones socioeconómicas que durante años recientes han estado teniendo lugar en Cuba, unidas ahora con las renovaciones de carácter político-institucional que están ocurriendo en el país.  

En primer lugar, la elección de prácticamente una nueva y más joven dirigencia revolucionaria que ha demostrado su compromiso y su dinamismo, reafirmando la confianza en la dirección política de la revolución por lo acertado de esta decisión fundamental, demostrado en el corto tiempo transcurrido desde su elección, en gran medida sosegando la natural incertidumbre que existía en la población sobre los individuos que dirigirán el continuo desarrollo del proceso revolucionario. 

Y entonces, actualmente, el proceso de ensamblaje y redacción del anteproyecto constitucional a cargo ahora  por decisión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, de una Comisión de 33 diputados quienes representan a amplios sectores de la sociedad, presidida por el diputado Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba. Por un tiempo anterior, como públicamente era conocido, esa grave responsabilidad fue encargada a un grupo de expertos sobre materia constitucional quienes trabajaron en la elaboración de los fundamentos de la reforma. 

Dentro de poco, una vez que esta Comisión apruebe el anteproyecto constitucional lo presentará al pleno de la Asamblea Nacional para su examen y discusión, artículo por artículo, y entonces será sometido a votación por la Asamblea Nacional. 

Una vez aprobado el proyecto de Constitución éste será sometido a un extenso y profundo proceso de discusión popular en todos los barrios y centros de trabajo del país, para que cada ciudadano pueda expresar sus criterios y sugerir cambios al proyecto constitucional. Tal y como ha sido práctica en Cuba durante el proceso revolucionario no sólo cuando se trata de proyectos constitucionales sino cuando se han tratado asuntos de extraordinaria importancia para la vida nacional. Genuino y excepcional proceso de participación y democracia popular. 

¿Alguno de los lectores tiene conocimiento de un proceso de reforma constitucional, exigido por la Constitución vigente, como parte de sus procesos de reformas integrales a su constitución política, en el que el pueblo se convierte de hecho en una genuina participativa asamblea constituyente? 

Es así como en Cuba se logra el consenso necesario para afianzar la unidad nacional imprescindible para poder defender y profundizar su proceso revolucionario ante tantos poderosos enemigos.

Las opiniones y propuestas producto de esta consulta popular serán entonces consideradas por la Comisión constitucional parlamentaria. Una vez actualizado el proyecto constitucional éste volverá a la Asamblea Nacional en cuyo pleno se discutirá nuevamente y una vez aprobado por la misma el texto aprobado será sometido a un referendo popular mediante voto secreto y directo de cada ciudadano, que deberá escoger entre aceptarlo o desaprobarlo llenado con una cruz en la casilla correspondiente. Tal y como se hizo con la actual Constitución política de la República cuando fue aprobada en febrero de 1976 con la participación del 98% del electorado y el voto afirmativo del 97.7% de éstos. 

Las transformaciones socioeconómicas realizadas en el país durante años recientes y la necesidad de adecuar e implementar éstos y la estructura estatal en la Ley Fundamental de cara al presente y especialmente al futuro, para así el país tener un Estado y un Gobierno más democrático, funcional y moderno, acorde a los acuerdos aprobados en los últimos dos congresos del Partido Comunista de Cuba, como le corresponde al mismo de acuerdo con la actual Constitución de la República, hacen necesaria una reforma constitucional integral como también lo contempla la Constitución cubana. 

La República de Cuba se constituye como tal el 10 de abril de 1869 en el poblado de Guáimaro, del cual adquiere su nombre, seis meses al día, de haber declarado la independencia de Cuba, Carlos Manuel de Céspedes y sus compañeros y compañeras en armas en su ingenio Damajagua, en tierras de Manzanillo, el 10 de octubre de 1968, precisamente celebrando la nación cubana su 150 aniversario este año. De acuerdo a la historiografía cubana son 7 las constituciones políticas que han regido nuestra vida republicana: la anteriormente mencionada de Guáimaro; la de Baraguá, en 1878, al negarse a aceptar un importante número de soldados del Ejército Libertador, bajo el liderato del Mayor General Antonio Maceo, el alevoso Pacto del Zanjón; la de Jimaguayú, en 1895, recién reiniciada la Guerra de Independencia; la de la Yaya, en 1897, dos años después, como estipulaba la Constitución de Jimaguayú; la Constitución de 1901, a la que se le impuso por la fuerza a aquella Convención Constituyente, como enmienda constitucional a la misma, por el gobierno de Estados Unidos, como condición para retirar su ejército de ocupación,  la llamada Enmienda Platt, violatoria de la soberanía del pueblo cubano; la Constitución de 1940; y la presente Constitución socialista de 1976. 

De manera coincidente y debido a los logros de la política migratoria del gobierno revolucionario para satisfacer las necesidades de los emigrados cubanos, aquellos de nosotros que hayan cumplido los requisitos de avecindamiento, siéndole así restituidos todos sus derechos como ciudadanos cubanos, podrán si así quisieran y pudieran, participar en el país en el amplio proceso de consulta popular programado.  Inclusive, en el futuro se podría considerar que aquellos emigrados cubanos avecindados en el país, en ejercicio de nuestros plenos derechos como ciudadanos cubanos, pudiéramos participar fuera de Cuba, en un proceso constituyente y en otros procesos nacionales consultivos. 

Conscientes siempre debemos estar que el proceso del pueblo cubano de forjar una nueva constitución socialista para la patria es una nueva derrota vital para sus enemigos, especialmente para el sector contrarrevolucionario cubano centrado aquí en Miami, y que amamantados por sus poderosos amos imperiales, ambos, ellos y sus amos, no cesan en sus sádicos empeños por destruir las libertades y la independencia del pueblo de Cuba. 

Me comprometo que este será el primero de un número de trabajos sobre este trascendental proceso constitucional en el cual trataré diversos aspectos del mismo.

*Andrés Gómez, periodista cubano residente en EE.UU., director de Areítodigital. 


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