Alvaeno •  Opinión •  31/08/2018

¿Igualar asesinados con sus asesinos?

Se removerán en las cunetas por no poderlo hacer en sus tumbas, porque no solo se les arrebató la vida, sino también una digna sepultura, y vienen ahora, esos adalides del fascismo con que hay que rendir un igualitario homenaje a los que en el valle de los caídos están sepultados, los asesinos y los asesinados, los primeros fueron los que se rebelaron contra la democracia y el gobierno establecido por el voto de los ciudadanos, la república fue asesinada y con ella miles, cientos de miles de defensores de la misma, por tanto, defensores de la libertad, de los derechos civiles y de la democracia. ¿Y quieren o pretenden que se les iguale a los unos y a los otros?

¿Cómo acepta una sociedad democrática que se les dé el mismo trato a los asesinos que a los asesinados? Es cuando menos imposible, a los asesinos hay que condenarlos, y si ya están muertos, condenarlos también, y a los asesinados hay que otorgarles el derecho que merecen de que se haga justicia y al menos se les dé el derecho a tener una sepultura, un lugar a donde sus descendientes puedan visitarlos y homenajearlos por su lucha, porque entregaron sus vidas por la libertad y la democracia.

La dictadura de Franco hizo estragos en este país, y todavía a día de hoy no existe una condena contundente sobre ello, ni el dictador se merece los honores que pretenden darle, ni él, ni Primo de Rivera, ambos enterrados con todos los honores en ese valle, en el que para que ellos obtuvieran el “honor” y la bendición de su más ferviente protector: la iglesia católica, murieron miles de seres humanos esclavizados y condenados a muerte por haber luchado en contra del fascismo, ese monstruo que fusilaba, apaleaba, torturaba y violaba todos los derechos habidos y por haber que todo ser humano tiene el derecho inalienable de tener.

Pues no, en este país todavía el fascismo y los seguidores de aquel sanguinario dictador, siguen vivos, y no solo siguen vivos sino que pretenden hacer ver al pueblo (sumido en la inopia y en la ignorancia) que tanto los unos como los otros tienen derecho a ser homenajeados, qué barbaridad, cuando tenemos los ejemplos de Alemania, o Italia que sufrieron, la primera el nazismo, y la segunda el fascismo, aliadas de ese cruel dictador que impuso sus bases en España con el modus operando del tiro en la nuca, el tiro de gracia, por la gracia de ese dios que los apoyaba personificado en nombre de iglesia, el nacionalcatolicismo asesinó impunemente a todos aquellos que se rebelaban contra ellos, esa es la historia, y no debemos, ni podemos olvidarla y tenemos que sacar a la luz la verdad, no la que esos asesinos escribieron con la cruz, el catecismo y la pistola en la mano, no, la verdad de que fueron ellos los que atentaron en contra de la democracia, de la república española y por tanto de la libertad, atentaron contra los derechos humanos, asesinaron a diestro y siniestro, y se pasearon bajo palio como enviados o elegidos de dios, de ese dios de ellos, ese que como un perverso dictador, el dictador y sus secuaces, los ángeles de la iglesia católica, dictaban arbitrariamente condenas de muerte sin más, lo único que todos aquellos cientos de miles asesinados habían hecho era luchar por la verdad y la libertad, por la democracia, por la dignidad de un pueblo que fue arrasado por unos hijos de puta: militares, curas, burgueses, señoritos y caciques que le robaron a nuestro país además de miles de vidas, le robaron cuarenta años de dignidad, de derechos, dándole a cambio, al pueblo, la miseria, el hambre, la opresión, el asesinato como correctivo, el garrote vil en la plaza del pueblo para escarmiento de los inocentes, de los que sometieron a cuarenta años de terror y silencio.

A esos, no, señores, no, nunca se les condenó, y ¿ahora quiere la derechona española otorgarles un honor que no merecen, para igualarlos a sus víctimas?

El Valle de los Caídos es el valle del horror, de la ignominia, de la humillación, el monumento al despropósito, el homenaje a los tiranos, a los asesinos, y lo mínimo que habría que hacer con este monstruo es, si no destruirlo, convertirlo en un centro en el que se haga honor a la verdad, un espacio para restaurar la memoria histórica, y para que el pueblo no olvide que esos que ahí están bajo sus sepulcros santificados no fueron otra cosa que unos asesinos, y sus huesos, y su mausoleo está construido sobre los cadáveres de miles de inocentes.

Digamos en esta España de una vez por todas NO, NO, porque no vamos a aceptar que se mida con el mismo rasero a los asesinos y a los asesinados, eso no es ni digno ni ético ni hace honor a la justicia.

SALV-A-E los que van a morir te saludan.


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