Fernán Medrano •  Opinión •  12/12/2018

Colombia. Iván Duque: Crónica de una impopularidad anunciada

La popularidad del presidente colombiano, Iván Duque, se desplomó del 53,8% al 27,2% en los primeros tres meses de Gobierno.

Iván Duque es el presidente al que le ha correspondido una ciudadanía muy politizada y la oposición propositiva más empoderada de la historia reciente de Colombia, sobre todo en términos electorales.

El mandatario colombiano tiene alta desaprobación en los primeros 100 días de Gobierno.

Su popularidad se desplomó del 53,8% al 27,2% en los primeros tres meses de Gobierno.

La impopularidad del presidente Iván Duque no solo se deriva de la política de querer gravar con el Impuesto al Valor Agregado (IVA) todos los productos de la canasta básica familiar, o, como quieren algunos, de las movilizaciones estudiantiles, sino también de otras razones de particular importancia.

Conviene indicar que las movilizaciones sociales en sí mismas no han producido la impopularidad del gobernante colombiano. Las protestas populares señalan el grado de malestar social y la falta de respaldo popular.

Si bien la reforma tributaria es una política profundamente impopular —y le ha pasado al mandatario nacional una cuenta de cobro—, no es la única causa de su baja popularidad.

El triunfo electoral del presidente Duque en la segunda vuelta no fue aplastante; obtuvo 10 millones de votos frente a los ocho millones del excandidato presidencial Gustavo Petro.

Entre los electores propios y los de la oposición suman cerca de 18 millones de personas; son 18 millones de almas politizadas y que estarían dispuestas a ejercer veeduría ciudadana al mandatario colombiano. Más de 18 millones de votantes tienen puestos sus ojos sobre la administración del presidente Duque y sus promesas de campaña.

A lo anterior, cabe agregarle que el presidente Duque poseía escasa experiencia en cargos de elección popular, sin añadirle que su edad cobra visos de ser un obstáculo en lugar de ser ayuda.

Nunca había sido alcalde, ni gobernador. La única experiencia en un cargo de elección popular registrada en su currículo de vida es la de senador.

Duque ocupó un escaño en el Congreso de la República con el apoyo del partido Centro Democrático del expresidente y ahora senador, Álvaro Uribe Vélez.

En efecto, Duque fue el candidato por el que dijo Uribe que se debía votar para la Presidencia de Colombia.

Colombia es un país complejo. Y si el mandatario colombiano cree que debe conducir el destino del país mientras se dedica a observar por el retrovisor del vehículo de la historia nacional las negligencias de los expresidentes, seguramente se estrellará con la complicada realidad colombiana, se frustre, no sea propositivo, ni construya nada, y a su Gobierno le faltará respaldo popular siempre.

Es desaconsejable que el presidente dirija el destino de millones de colombianos mientras se lamenta de las cosas que los expresidentes hicieron o dejaron de hacer.

Es en las dificultades, justamente, donde se prueban los auténticos estadistas. “Necesitaban milagros: los hicieron”, dijo Voltaire, citado por William Ospina. En todo caso, la impopularidad del presidente Iván Duque en los primeros tres meses de su Gobierno no tiene por qué asombrar a nadie; la suya es la crónica de una impopularidad anunciada.

Fuente: Sputnik


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