David Brooks •  Opinión •  30/07/2016

Como un reality show empezó la Convención Republicana

Cleveland. Tal como se esperaba, la convención nacional republicana se estrenó como un tipo de reality show en su primer día de sesiones, con estrellas de segunda del mundo de espectáculos, generales retirados, víctimas de inmigrantes, una senadora famosa por su mensaje de campaña que involucró la castracion de marranos y culminando con la presentación de una ex modelo eslovena -la esposa de Donald Trump.

En un primer día dedicado a “haciendo Estados Unidos seguro otra vez”, según el programa oficial y donde se destacó a los inmigrantes como amenaza a la seguridad nacional (con la excepción de, aparentemente algunas modelos y esposas). La lista de oradores tenía la tarea de afirmar que Trump es el ideal que el país necesita para enfrentar las amenazas externas e internas.

La oradora principal de la noche fue Melania Trump -quien aseguró que su marido es el mejor para recuperar la seguridad del país y el planeta (no se entendió bien porque ella es experta en este tema). Pero para variar, su marido aparentemente ya no aguantaba más ceder el podio y, en contra de la coreografía tradicional de estos eventos donde el candidato no aparece hasta el último día en la convención, Trump decidió subir al escenario, para presentar su esposa.

Al final de la noche apareció Trump con una luz detrás, estilo de espectáculo, con “We are the Champions” de Queen como ruta sonora. “Vamos a ganar en grande, tan grande”, dijo y presentó a “la próxima primera dama de Estados Unidos” -nada más.

Melania tenía la tarea de hablar del “lado personal” de Trump. Habló de su “patriotismo” y “amor a su país”, como de su cariño familiar. “Si quieren a alguien que luche por su país, él es el hombre… nunca los decepcionará”. Ha comprobado “que sabe como ganar”. Aseguró que mientras es “duro” cuando necesita serlo, es “gentil” también. Afirmó que el país y el mundo necesita “nuevo liderazgo” y “Donald” es quien lo ofrece. Y declaró que quiere representar “a todo el pueblo”, desde cristianos a judíos, musulmanes y hispanos, y todas las clases económicas. Y prometió que los valores que llevarán a la Casa Blanca incluyen el “amor” y “la compasión”.

Pero antes de arrancar el programa estelar de esta noche, los masivos esfuerzos para unificar a un partido profundamente dividido por la campaña insurgente de Trump no lo lograron -de hecho, el tumulto interno fue trasmitido en vivo a todo el planeta.

Las fuerzas “nunca Trump” intentaron descarrilar la convención al montar una rebelión para poner al voto del pleno la aprobación de las reglas de esta convención con el objetivo de obstaculizar la coronación del multimillonario como candidato presidencial del partido. Por unos momentos, el control de la convención quedó en duda, con delegados anti-Trump coreando “sin voto, no a Trump” y los fieles a Trump respondiendo “USA, USA” para intentar callarlos.

Después de intensas maniobras de la campaña de Trump y oficiales de la convención, se logró sofocar la rebelión, y se aprobaron las reglas. Pero cualquier imagen de unidad quedó fracturada.

Más aún, la ausencia notable de John Kasich, gobernador de Ohio -estado anfitrión de esta convención- en la arena quien ha rehusado endosar a Trump provocó un ataque contra él por las fuerzas del casi candidato, con un jefe de la campaña acusándolo de “avergonzar a su estado”. Tampoco se presentará una buena parte de la cúpula, y de la aristocracia, republicana a esta convención.

Hoy también se aprobó la plataforma del partido que generará aún más polarización dentro y fuera del partido, la cual incluye propuestas anti-migrantes severas y adopta la construcción del muro a lo largo de la frontera con México como posición oficial del partido. Señala que “la presencia de millones de individuos no identificados en este país representa graves riesgos a la seguridad y soberanía de Estados Unidos”. Por ello, afirma, se requiere entre otras cosas el muro: “El muro fronterizo debe que cubrir entero la frontera sureña y debe ser suficiente para detener a tráfico vehicular y peatonal”.

Hubo momentos en la convención hoy en que se mencionaba el tema, y los delegados coreaban “construyan el muro, construyan el muro”.

De manera un poco esquizofrénica, bajo el subtítulo de “Familia de las Americas”, y después de establecer que se requiere un muro en la relación bilateral, la plataforma también elogia a México como “amigo y socio” en la lucha anti-terrorista y en “la guerra contra las drogas”.

Vale subrayar que las plataformas se han vuelto casi irrelevantes y no son vinculantes de ninguna manera.

La lista de oradores para la parte principal esta noche arrancó con una estrella de un reality show sobre las vidas de cazadores de patos (aquí no tenemos espacio para explicar esta parte de la cultura estadunidense), seguido por un trío de legisladores federales republicanos -entre los pocos que no evadieron presentarse junto a Trump en este escenario-, el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, un sherif y un general retirado.

Además, para hablar del sacrificio y el peligro de los inmigrantes “ilegales” y de México en general, el programa incluyó a los familiares de un agente de la Patrulla Fronteriza, Brian Terry, muerto por delincuentes mexicanos, y una madre de un agente de policía que murió en un accidente provocado por un indocumentado mexicano.

Todos hablaron con el mensaje de que Trump es el líder que llevará a un Estados Unidos más seguro ante las amenazas en las fronteras, el “terrorismo” y dentro de “nuestras comunidades”. Al acabar la noche, parecía que el mensaje es que este es un súper-poder muy débil y asustado.

Tal vez el acto más dramático fue uno no programado. La noche del domingo, el comediante satírico Stephen Colbert logró llegar al podio principal donde asumió el papel del conductor de un concurso mortal de las películas de “Los juegos del hambre” y proclamó que “los juegos del hambre por el poder han comenzado” ante la arena vacía. Cuando alguien de seguridad le pide que se retire, Colbert dice que sabe que no debería de estar ahí “pero, seamos honestos, creo que Trump tampoco.”

 

David Brooks es corresponsal del diario La Jornada en Nueva York.

Fuente: La Jornada


Opinión /