Eduardo Montagut Contreras •  Memoria Histórica •  13/07/2016

El radicalismo del hebertismo en la Revolución Francesa


En este artículo pretendemos acercarnos a una figura fundamental dentro del complejo y rico mundo radical de la Revolución Francesa y a sus seguidores. Nos referimos a Jacques-René Hébert y los hebertistas.

Hébert nació en 1757 en Alençon, en el seno de una familia burguesa acomodada gracias a la profesión de joyero de su padre. Hébert comenzó a tener un papel protagonista en la Revolución Francesa cuando sacó a la luz en 1790 el periódico Le Pére Duchese, donde planteó sus ideas radicales. En 1791 ingresó en el Club de los Cordeliers donde se destacó. En 1792 fue nombrado sustituto del procurador de la Comuna de París, y en el mes de diciembre del mismo año fue nombrado segundo sustituto del fiscal de la Comuna. En la primavera del año siguiente tuvo un papel importante en el ataque a los girondinos, al ser acusados de traidores. Desde junio pasó a liderar el sector radical de los montagnards (Montaña), después de su detención por los ataques que habían sufrido los girondinos.

El asesinato de Marat radicalizó más aún a Hébert. Las jornadas de septiembre de 1793 fueron, en gran medida, un éxito para nuestro protagonista. Impulsó la descristianización y el nuevo culto a la diosa Razón. En la nueva etapa revolucionaria se destacó por su influencia política, como se comprueba en su demanda para la aprobación de las Leyes de sospechosos y del Máximo General. También fue partidario de la pena de muerte para María Antonieta. Pero Hébert era demasiado radical para Robespierre. El propio Hébert consideraba muy conservador al Incorruptible y se enfrentó a él cuando se decretó la libertad de cultos. Pero, sobre todo, tenemos que tener en cuenta que los hebertistas dominaban la Comuna de París, un evidente poder frente a la Convención. Por otro lado, Robespierre desconfiaba del ateísmo y de la defensa de la guerra de los hebertistas. Consiguió, junto con Saint-Just que el tribunal revolucionario detuviera a Hébert y a los principales miembros de su grupo. Hébert fue  ejecutado en la guillotina en el mes de marzo de 1794. Su esposa corrió la misma suerte, como la mayor parte de los hebertistas.

Los hebertistas no formaban un partido propiamente dicho. Eran un grupo heterogéneo con una ideología se basaba en el anticlericalismo, la defensa de la descristianización, la oposición a la nobleza y a la monarquía. Los hebertistas defendían la democracia directa y un evidente radicalismo económico. En este sentido es importante la presión que ejercieron, como hemos señalado más arriba, para que se aprobase la Ley del Máximo General en septiembre de 1793, que estableció un máximo para precios, salarios y beneficios. También fue importante su intervención para que se aprobara una ley contra los acaparadores en el mes de julio de 1793.

Eran partidarios de la guerra para difundir los principios revolucionarios por Europa y también de la guerra interior contra los contrarrevolucionarios. En esta cuestión también tuvieron un evidente protagonismo para que se aprobase la Ley contra los sospechosos, votada en septiembre de 1793. La Ley posibilitaba la detención de los enemigos del a Revolución. Esas detenciones eran realizadas por comités de vigilancia.

Entre los hebertistas más destacados habría que citar a Jacques-Claude Bernard, un sacerdote casado que tuvo mucha importancia en el gobierno de la Comuna de París y  uno de los acompañantes de Luis XVI a la guillotina. Fue guillotinado en julio de 1794. Por su parte, Jacob Pereira, revolucionario de origen portugués, siendo jacobino se radicalizó para terminar perteneciendo a los hebertistas. François-Nicolas Vicent controlaba el edificio del Ministerio de la Guerra. Como los anteriores, fue guillotinado. Es importante también destacar al obispo Jean-Baptiste-Joseph Gobel, que también sería ejecutado. Pierre-Gaspard Chaumette se significó por su anticlericalismo, por la defensa de la descristianización y el ateísmo. Robespierre siempre tuvo una especial inquina a este personaje. Sería guillotinado. Por fin, un personaje más complejo fue el prusiano nacionalizado francés Anacharsis Cloots, que sería acusado por Robespierre de tener conexiones con grupos extranjeros que supuestamente se habrían infiltrado entre las filas hebertistas para desestabilizar la República con acciones extremistas. Fue ejecutado también.

 

 


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