Izquierda Castellana •  Opinión •  24/02/2022

No a la guerra; no a la OTAN; no a la intervención del Estado español

No a la guerra; no a la OTAN; no a la intervención del Estado español

En primer lugar, queremos expresar nuestro rechazo a la guerra como herramienta para resolver los conflictos entre Estados. Incluso en aquellos casos en que política, histórica o militarmente pueda parecer que hay razones que la justifiquen, al final son los pueblos trabajadores los que pagan sus consecuencias de forma dramática.

La OTAN y el imperialismo en general vienen acosando a Rusia de una forma despiadada e irresponsable desde la caída de la Unión Soviética. Han ido incumpliendo todos los acuerdos alcanzados con el Estado Ruso desde principios de los años 90 del siglo XX, tendentes a crear una situación de estabilidad entre la zona oriental de Europa y Rusia. No solo los países que en su momento pertenecieron al Pacto de Varsovia, disuelto en el año 1991, sino también varias de las Repúblicas que estaban integradas en la URSS (es el caso de los Países Bálticos), fueron inducidos a incorporarse a la OTAN mediante chantajes o falsas promesas. Proceso similar ocurrió con varias de las naciones que integraban la antigua Yugoslavia (Eslovenia, Croacia, Montenegro y Macedonia).

Los imperialistas dicen que cada país tiene derecho a elegir cuáles son sus aliados y su posición en el marco internacional, pero en la práctica demuestran que esto es falso; solo ponen en valor tal principio cuando este les es favorable. Que se lo pregunten a Cuba, Venezuela, Nicaragua, Irán, Libia, Siria o Irak, por poner unos pocos ejemplos. Para el imperialismo, la guerra es la forma habitual y preferida de resolver los conflictos, especialmente cuando creen que van a ganarlas.

La situación actual de Ucrania y su propia historia son complejas, sujetas a muchas contradicciones, pero en absoluto compartimos la tesis planteada por Putin de que Ucrania fue un invento de Lenin y los bolcheviques. Ucrania tiene suficientes elementos históricos como para que la revolución soviética reconociese su identidad nacional, tal como ocurrió con tantos otros pueblos bajo el dominio del Imperio Zarista, una auténtica cárcel de pueblos y gentes, y a los que la Revolución de octubre de 1917 les dio su libertad: Finlandia, Polonia, Bielorrusia, Países Bálticos, Caucásicos y del Asia Central. Eso no quiere decir que la actual delimitación territorial ucraniana sea la correcta, tal como ocurre precisamente con los territorios del Donbass y Crimea, y que, por tanto, esos pueblos tengan a su vez el pleno derecho a la autodeterminación.

El reconocimiento del derecho a existir de Ucrania como pueblo soberano tampoco implica ignorar que Ucrania se ha convertido en una base de agresión hacia Rusia, con la complicidad de su Gobierno actual y un sector de su población. Por supuesto, tal situación no es tolerable.

Como es habitual, la propaganda sustituye a la información veraz. Rusia no ha declarado la guerra a Ucrania, tal como dicen los medios occidentales. Rusia ha puesto en marcha una operación militar para garantizar la seguridad de las Repúblicas del Donbass, además de la suya propia. En ese contexto, parecen coherentes las intervenciones dirigidas a neutralizar al Ejército ucraniano (fundamentalmente aviación y sistemas antiaéreos).

Compartimos, en buena medida, los criterios que ha expresado el Partido Comunista Chino en relación con este tema: desde la perspectiva de entender las razones de fondo de Rusia, tendentes a garantizar su seguridad territorial, así como su soberanía, se hace un llamamiento para que el conflicto se reconduzca a vías político-diplomáticas pacíficas.

En cualquier caso, sea cual sea el escenario al que vayamos, rechazamos rotundamente la implicación del Estado español en ese conflicto. No se puede involucrar a los pueblos del Estado español en un proceso guerrerista que solo es útil para las fuerzas más reaccionarias del capitalismo occidental y para los sectores del Régimen del 78 más directamente vinculados a este.

Izquierda Castellana, 24 de febrero de 2022


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