Eduardo Montagut Contreras •  Memoria Histórica •  06/09/2016

Primeros pasos del pacifismo

Por pacifismo se entiende un conjunto de ideas, opiniones, doctrinas espirituales, religiosas, humanitarias y prácticas o acciones que defienden la paz entre los pueblos y/o naciones. El pacifismo pretende la reconciliación internacional empleando los mecanismos diplomáticos y de cooperación. El movimiento pacifista rechaza el empleo de la violencia para solucionar los conflictos. El pacifismo más radical rechaza la violencia en cualquier momento o circunstancia, incluso cuando se genera para defenderse ante un ataque o agresión. En este artículo estudiamos los primeros pasos del pacifismo hasta la Gran Guerra.

 

El pacifismo tiene dos vertientes: una más general o colectiva que tiene que ver con lo que hemos expresado, es decir, con el intento de que la guerra y la violencia desaparezcan de las relaciones internacionales, y otra más íntima. Esta postura tiene que ver con las actitudes personales o individuales frente al Estado y se relaciona con la objeción de conciencia al servicio militar.

 

El origen del pacifismo se hunde en un pasado lejano. Podemos encontrarlo en Confucio y en Lao Tsé, pero también en el concepto hindú del áhimsa, que podría definirse como el respeto a todas las formas de vida, la verdadera tolerancia y el rechazo al empleo de la violencia. Este concepto es muy importante porque está en la raíz del pensamiento de Gandhi, uno de los grandes defensores en la época contemporánea del pacifismo.

 

El cristianismo parte de dos pilares fundamentales en contra de la violencia: el amor al prójimo y la resistencia al mal con la fuerza de ese amor, y que fueron formuladas en el Sermón de la Montaña por Cristo. No olvidemos que el cristianismo nace en la Edad Antigua donde la violencia era constante y donde la ley del talión era un pilar básico de casi todas las civilizaciones. De esa manera, nace el pacifismo de raíz religiosa en Occidente. En la Edad Media, la Iglesia defendió dos principios en medio de la violencia feudal: “la paz de Dios” y la “tregua de Dios”. Además, Tomás de Aquino en el siglo XIII planteó la teoría de la “guerra justa” como un intento de regular los conflictos tan constantes en su época.

 

El pacifismo de la época contemporánea tiene, por supuesto, estos orígenes religiosos pero también componentes laicos procedentes de la Ilustración. En el siglo XIX comienzan a sentarse las bases de la parte institucional u organizativa a favor de la paz. En 1843 tiene lugar el Congreso para la paz internacional. A finales del siglo, en 1899, se inaugura la Conferencia para la Paz de la Haya, reunión fundamental porque de ella surgió el Tribunal Internacional de Arbitraje.

 

Por su parte, en la izquierda los socialistas abogaron por el pacifismo. La Segunda Internacional se decantó por el pacifismo en la época de la paz armada, ya que el socialismo democrático europeo consideraba que la guerra obedecía a los intereses de las burguesías nacionales y del imperialismo. Pero los socialistas fracasaron a la hora de parar la guerra y muchos terminaron por colaborar en el esfuerzo bélico desde posiciones de responsabilidad o apoyando a sus respectivos gobiernos en el conflicto.

 

El pacifismo pareció renacer al terminar la gran guerra pero el triunfo del fascismo y su radical defensa del empleo de la violencia para conseguir sus objetivos fue más fuerte que el recuerdo de los horrores generados en la Gran Guerra. La violencia política contaminó la vida europea.

 


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