TeleSur •  Cultura •  27/12/2021

Vicente Feliú. Elegía a la coherencia

Instituciones de la cultura cubana lamentan el fallecimiento del trovador Vicente Feliú.

Vicente Feliú. Elegía a la coherencia

-¿Nos tomamos un cafecito?

Con esa gran excusa, en una calma de la cruda de la pandemia, nos vimos en una esquina del Vedado habanero, donde se reúnen los jóvenes a leer y charlar.

Encontramos el espacio de silencio en Cubalibro para conversar sobre Sara González y la Nueva Trova, e incluirla en un libro en preparación. Un par de cafecitos con azúcar prieta, hace exactamente un año atrás.

La primera imagen que tengo de Sara debe ser de finales del año 1968, o a más tardar, 1969. Eran los conciertos del Centro de la Canción Protesta de la Casa de las Américas, que se crea a partir del primer encuentro de trovadores en 1967 en que tuvo lugar en Cuba, el primer encuentro mundial.

Vicente, háblame de ese concierto, el primero.

– Después del concierto iniciático, en el público estábamos Martín Rojas, Eduardo Ramos y yo. Silvio ha escrito sobre eso: “La suerte fue que en el público estaban Vicente Feliú, Martín Rojas, Eduardo Ramos y Belinda Romeu, y entre todos sí que pudimos armar algo parecido a un concierto de “canciones de contenido”, que era como se les decía por entonces”.

– Otra de las suertes era que el ICAIC los filmaba, documentaba todo eso, porque nosotros estábamos prohibidos. De nosotros no se hablaba y no salíamos en la televisión.

– ¿Prohibidos?

– 1968-69. La televisión la dirigía Jorge “Papito” Serguera, donde estábamos completamente prohibidos. Solo salíamos en los Noticiero ICAIC. Debes haber visto esas imágenes donde salen Pablo, Noel, montón de gentes más que cantaban, en esos conciertos mensuales.

– ¿Esa primera vez que viste a Sara, fue allí?

– Pues fui con mi pareja de entonces, y en esa tarima, se sube aquella muchachita con saya escolar gris y rayitas, gordita y rubiecita, cantando con una guitarra: “La era está pariendo un corazón”. Era Sara González y la interpretaba descomunalmente.

Eso lo supe años después, porque Sara aparece en algún momento posiblemente en esos mismos conciertos. Cuando Silvio regresa de su viaje en barco, enero del 1970, se funda el Grupo de experimentación Sonora, y la llama para que grabe el tema de “Los Comandos del Silencio.

Sara González. I Foto: Cortesía de Mayra Martinez.

– Esa fue la canción que la proyectó comercialmente por la televisión.

– Era el tema del espacio televisivo “Aventuras”, que dirigió Eduardo Moya. Pobrecita, Silvio se la dio con dos o tres tonos por debajo del de ella. O sea, se la muestra grabada con su voz  -imita a Silvio- “Un hombre se levanta, sentado en la mañana…”

– Eso nada mas lo saben los músicos.

– Exacto, porque Sara en eso era “una bestia”. Lo hizo mejor que nadie. Era una tromba aquella muchachita. Así apareció en los conciertos de la Casa de las Américas. Ya en el grupo de Experimentación Sonora, nos empezamos a conocer más.

– ¿Desde entonces coincidieron?

– Si, a partir de la creación del Movimiento de la Nueva Trova.

– Del primer encuentro de jóvenes trovadores el 2 de diciembre de 1972, nos reunimos en la Ciudad de Manzanillo.

– ¿Ya Sara estaba incluida en el Movimiento?

– Como todos los trovadores, nos encontramos en Manzanillo, después de hacer una caminata desde Playa las Coloradas hasta allí. Era una ocasión histórica, a propósito de la fecha del desembarco del yate Granma.

Foto: Cortesía

– ¿Cómo la recuerdas?

– Muy jodedora, bromista. Divinamente indisciplinada, Noel siempre la fustigaba y todo se nos olvidaba cuando compartíamos. A partir de eso, empezamos a conocernos.

En el año 1973 o 74, ella asume la dirección del Movimiento de la Nueva Trova de la Provincia de La Habana. Yo estaba en la dirección nacional, desde el principio. Y bueno, la apoyé muchísimo.

Incluso a mediados de 1974, nos emparejamos y estuvimos muy cerca. Recuerdo cuando hizo su maravilloso disco a José Martí, estábamos próximos. Estuve muy cerca de ella cuando compuso el tema “La Victoria”. Como sabes se hizo para el concierto del 4 de abril, aniversario de la UJC y los pioneros.

– ¿En qué tiempo se hicieron esas canciones?

– En muy breve tiempo. Eso se preparó con par de meses de antelación. Era una guerrilla permanente. Frank Fernández fue el director de ese concierto, yo hice -un poco- como asistente de él.

– ¿Cómo se mantuvo la relación entre ustedes?

– Estuvimos muy cerca siempre. Incluso esa relación de extraña pareja que fuimos por un tiempo, tanto Aurora, mi esposa, como Diana, su pareja, la asimilaron de una manera hermosísima.

– Quedó una composición tuya, que ella te inspiró.

– Hay dos canciones a Sara. La primera se la hice en Cienfuegos y la otra, recién “empatados” nosotros. Se llama: “Donde empieza mi canción”. Una vez en su casa, en Línea, La escuchamos los cuatro y todos nos echamos a llorar. Era un tema muy entrañable.

– ¿Cómo describes su personalidad?

– Era un ciclón. Una fuerza extraordinaria. De una concepción, sentido de la patria, muy fuerte. O sea, no le toques la patria a Sara porque te mata.

– Ni a los amigos…

– Ni la Patria, ni los amigos. ¡Y a Fidel, cuidao! Él se la disfrutaba tremendamente, y ella lo trajinaba, en la manera campechana de tratarlo. Le decía coño Fidel, esto o lo otro…y él se moría  de la risa.

Los recuerdos que tengo de Sara son muchísimos. Algunos no divulgables, sus secretos especiales, ni aun cuando se fue, estoy autorizado a divulgarlos.

– Sara tenía un sentido muy lúdico de la vida, y sus allegados lo confirman.

– Era una jodedora. Mira, cuando Sara y Liuba se juntaban, eran un peligro sumo. Si cada una lo son por separado, imagínalas juntas. Nada más de mirarlas te reías.

Por eso es que Virulo, que es otro parecido a ellas, un chiste en sí mismo, supo encauzar su alto histrionismo  en la escena.

Mira Pancho Amat, debe tener buenísimas anécdotas, porque hicieron juntos, su primer viaje al extranjero, con Manguaré. Cualquier anécdota contada por Sara, era simpática. Hay una en Italia, descargando en la casa donde se quedaron durante esa gira.

Dice Sara que Pedroso estaba nostálgico, recostado en el balcón y viene la viejita de la casa – sabrá Dios, qué jodedora la había entrenado en el idioma español- y le dice, ¿Pedroso, está “empingado”? Ya te imaginarás la cara de Pedroso. Se cayó de nalgas. Deben haberle dicho a la viejita italiana, que eso significaba tristeza. Ese cuento hecho por Sara, te arrastrabas de la risa.

– ¿Cómo narrarías esos momentos importantes del comienzo de la Nueva Trova?

– A Manzanillo llegamos más de 70 personas. Nunca tengo el dato exacto. Entre nosotros muy pocos nos conocíamos. Yo me relacionaba con el Grupo de experimentación, conocía a Augusto Blanca, a un par más.

A Lázaro García y Miguelito Escalona, lo conocimos allí. A partir de ese momento dejamos de ser proscritos. No viajábamos a ninguna parte, ni a las provincias, mucho menos al extranjero.

Yo recuerdo que hice una canción dedicada a los Carnavales del 1970 en Santiago de Cuba. La canté en un recital y no sé quién era el Secretario de la Juventud, dijo cuando salí de allí dijo: “ese no entra más a Santiago”. Una cosa así. Me enteré porque alguien me lo contó después.

Vicente en Valencia. I Foto: Cortesía. 

– ¿Y qué podría decir una canción como esa?

Hablaba de la Polonia jodida, de lo que resultaron los carnavales del “70”, una gran catarsis por los 10 millones que no fueron. Era una canción muy loca.

– ¿Cómo se llamó?

– Elegía a la incoherencia. Cosas así.

Allí en manzanillo nos conocimos todos, Chispa, Ramiro Gutiérrez, a los Novo, a gente de Pinar del Rio, Matanzas. En 1973, se empezó a armar el MNT.

En marzo, comienza a organizarse desde La Habana. En diciembre de 1973 se hace el segundo encuentro en Manzanillo otra vez, aparecen unos cuantos más.  Por ejemplo, a partir de 1974, Silvio va a Matanzas como delegado, a buscar a los trovadores. La Juventud Comunista no había sugerido a nadie.

– ¿O sea, Matanzas no asistió al evento?

– Porque los más importantes eran los de Nuestra América y eran “religiosos católicos”. Los habían planchado completo.

El secretario de la juventud, era amigo personal de Silvio y mío. Oscar Cuesta, y lo llevó por toda la provincia y ahí aparecen ellos.

Estando en eso, se prepara el concierto que lideró Frank Fernández, y aparecen presentadas todas esas canciones emblemáticas.

– ¿Tienes alguna canción en ese evento?

– Si, se llama “Empieza el año”. Se hizo un guion para definir de qué iba el espectáculo. Y se decidió hacer una panorámica de la historia de Cuba, es cuando me designan abordar el triunfo de la revolución. Mi canción la cantó Ramoncito Adriano, de “Los Cañas”.

– ¿Alguna vez la grabaste tú?

– Si, en una ocasión, en Cienfuegos.

– Ahí también quedó, La Victoria.

– Mira con La Victoria, pasó una cosa tremenda que quiero decirte. En un acto de la Juventud, no recuerdo cual, llaman a Sara, estaba Fidel. Le piden que cante La Victoria. Ella estaba con su guitarrita y tiene a Fidel casi en el hombro. Ella estaba nerviosa, y cantó como pocas veces.

Alberto Rodríguez Arufer, quien fue fundamental en el inicio de la Nueva Trova, me dijo que le escuchó a Fidel decir, al final de la interpretación de Sara, que “esa canción expresa la fuerza de la Revolución”.

Cuando se lo conté a Sara, entonces se puso más emocionada aun, que cuando la cantó. Y es verdad, es una canción tremenda. Fidel no era de buen oído musical, pero supo apreciarla.

– ¿Después de ese evento en manzanillo, cómo funcionó el trabajo de la nueva Trova, como se insertan ustedes?

– Ya no era sólo la salvación que hicieron Haydee Santamaría y Alfredo Guevara. A partir de este momento, fue el espaldarazo para fortalecer el Movimiento de la Nueva Trova.

– ¿Te consta de esa relación que arropó inicialmente a los trovadores?

– Haydee, con ese primer concierto, y luego la constitución del Centro de la Canción Protesta. Eduardo Ramos, con Sonorama 6 y Silvio. Ahí canto Belinda Romeu, y también yo, entre otros.

Pero la casa no tenía posibilidad de ofrecernos trabajo. Alfredo acababa de regresar de Brasil donde ve y siente el “Tropicalismo”. Este fue un movimiento de ruptura que sacudió la atmósfera de la música popular y la cultura brasileña entre 1967 y 1968.

Sus participantes formaron un gran colectivo, cuyos destacados fueron los cantautores Chico Buarque, Gilberto Gil, Elis Regina, Badem Powell, Edu Lobo, Caetano Veloso, George Bem, luego Milton Nascimento, María Bethania y tantos otros.

– También aprecia las brutales películas brasileras. Entonces llama a Leo Brower, para que un grupo pudiera apoyar musicalmente al ICAIC y les crean esa posibilidad de trabajo.

Leo Brouwer, un músico de gran inspiración creativa, logra el junte de dos grandes maestros.

– El primer genio era Federico Smith, un norteamericano loco, que se queda en Cuba y entre 1969 y 1972. Smith también forma parte del profesorado del -GESI- Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC. Fue considerado de la vanguardia musical cubana y, al mismo tiempo, un pedagogo ¨»sui generis».

El segundo, tocaba la viola en la sinfónica. Sus libros de música, solfeo y teoría eran de referencia obligatoria para estudiar música en Cuba. El profesor -primer viola de la sinfónica- con su original método de solfeo, que impartió clases a los compañeros que hasta entonces tocaron sólo de oído, como era el caso de los trovadores (salvo Eduardo Ramos).

En el año 1969-70, el profesor Elosegui, tocó a la puerta de Silvio Rodríguez, le abrí yo. Me dijo “hola Vicente, ¿aquí vive Silvio?  Yo soy profesor de música y quiero darles clases a ustedes. Y es para que sepan lo que han estado haciendo. No para que hagan nada a partir de mí. Se nos ofreció y nos daba clase en el edificio de 23 y 14, en su casa. Clases y comida. Luego creó otro espacio para la enseñanza, en los altos del Amadeo Roldan. Seguidamente Leo Brower lo llama.

Esos fueron los grandes maestros de Silvio, Pablo, Noel y Sara que entra, quien tenía conocimientos de música, porque era instructora de arte.

– ¿Sara fue la única cantante?

– Sara era la única mujer cantante, y había otra mujer músico, Ana Besa, tocaba el oboe. Amaury Pérez, fue sonidista.

– ¿Y tú, no te motivaste?

– Si tú supieras, que no estaba para estudiar música. Alfredo Guevara me dijo, lo que queremos es que estudien para ponerlo en función del cine y le dije, “Alfredo, esa no es la mía”.

– ¿De todos los fundadores, quiénes tenían educación musical?

– Algunos de los músicos, los trovadores no. Noel por Isac, pero muy poco. Realmente arrancaron de cero. Agruparon a estos tres, cabezas fundamentales y ofrecerles un espacio de creación. Ya sabes lo que resultó el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, para la cultura cubana.

– Qué años tan especiales. Pienso que se debe reiterar esa historia, no leída suficientemente. Va a ser nueva cada vez que se cuente. Hay quien no va a los tiempos fundacionales.

– Por qué no nos ponemos para eso. Hay personajes fundacionales, como Raquel Revuelta, que fue fundamental. Ella comprendió lo que hacíamos y nos abrió Teatro Estudio, cuando no podíamos tocar en ningún otro lugar de La Habana.

– ¿Cómo ella los insertaba, cuando su actividad era teatral?

– Raquel revuelta procuraba tener días para que actuáramos en sus predios. Teatro Estudio funcionaba de jueves a domingo. Había dos días libres y con la escenografía de la obra que ella estuviera exponiendo, nosotros cantábamos. No había sonido, era un espacio pequeño.

En lo particular, yo di cualquier cantidad de conciertos. Es de las primeras cosas que hicimos en teatro fue con Carlos Gómez, Noel Nicola, Melinda Romeu y yo, con dibujos de Pancho Varela. Pintaba mientras cantábamos.

– ¿Se conservan algo de todo eso?

– En la mente está todo. Silvio Rodríguez hizo a reventarse el teatro, de lleno que estaba, los cuatro conciertos al regresar del viaje. Cantó casi todas “las canciones del mar”, y eran 62.

En esa época –creo que en 1971- entró Marta Valdés trabajando como asesora musical de la obras del grupo Teatro Estudio, Mike Porcel y Jesús del Valle-Tatica.

Antes de la nueva trova, habían cuartetos: Los Dimos y Los Cañas. Ellos dieron ahí el único concierto que hicieron juntos. Hubo otro, Cuarteto Tema 4. No había aparecido Sara porque era la más jovencita. No recuerdo que pasara por allí.

Pero si evoco un concierto de Ñico Rojas, destacado compositor y guitarrista cubano, considerado como uno de los fundadores del estilo de canción cubana llamado «filin». En un momento conversaba, de la peña de Sirito, y desde el fondo del teatro, como haciendo historia, se oyó una voz grave que decía: “Ñico, aquí esta Sirito”.

Vicente se refiere a la Peña de Sirique, en una herrería, que era un santuario de trovadores. En el Concierto en Teatro Estudio, Ñico Rojas habló sobre de Sirique y el aludido, con su voz de trueno lo saludó desde el público que abarrotaba el teatro. Fue entre 1968-69.

  • Ahí se dieron conciertos de Pedro Luis Ferrer y un cuarteto. El único que dieron. Creo que Miriam Ramos también cantó. Aunque entonces, estaba más como cantante, menos cerca de los trovadores. Todos los conciertos los tengo en mi mente, en mis mejores recuerdos.

A partir de 1971 la cosa cambió, ya no éramos tan proscritos. No recuerdo haber vuelto a cantar solo. Solamente esos dos conciertos que di allí.

La organización juvenil los asumió, pero eso no cambio el espíritu rebelde de la nueva trova. Sus canciones son irreverentes, reflexivas.

No han dejado de tener detractores, aunque sus canciones son testimonios de fe, aun cuando lo cuestionan todo. Siempre hubo gente que no nos entendió

– Y no entienden. Vicente, ¿cómo era Sara?

– Y no entienden. Sara era irreverente, todo el tiempo lo era.

Cuando tú decides, te sientes revolucionario, no lo haces a la hora de salir a la calle o la de dormir. Y Sara más. Era así todo el tiempo. La quieres o no. Podía estar equivocada, podía ser fundamentalista si quieres, pero era genuina. Es algo que te ganaba. Con ella no había doble de nada, no era doble rostro, era así transparente.

– ¿Tuviste oportunidad de hacer giras con ella?

– No. En cantamos y coincidimos, en muchos eventos de la trova, en conciertos, en actos. No en conciertos de viaje. Primero estuvo con el GESI  y luego con La Seña del Humor.

– Cuando intentas definirla, como revolucionaria, con esa personalidad transformadora, incluso en su vida privada, en momentos de tanto prejuicio en una sociedad machista, ¿cómo lo harías?

– Yo la quería mucho y también por eso. La admiraba. En un momento determinado hubo un crecimiento del Partido dentro de la Nueva Trova. Me llamaron para que hablara con Sara.

– ¿Nunca fue militante política de alguna organización?

– No.

– ¿No quería?

A mí me dicen que le hable porque le querían dar la militancia del Partido a Sara.

– O sea, había que convencerla para que lo aceptara.

– Fui a verla, y le expliqué lo que me dijeron. Ella me respondió, mira Vicente, te lo agradezco. Y la interrumpo para decirle que a mí no tiene que agradecerme nada, estaba informándole algo. Ella continuó, mira Vicente, yo paso el proceso del partido y al primero que me cuestione si soy lesbiana o no, lo mando en casa de la p… con todas las letras.

Mira, la primera vez que tuve una casa, fue en 1985. Desde 1979, me uní a Aurora Hernández. Ya habíamos tenido broncas con mis tías, donde vivíamos, porque eran insoportables.

Problemas de convivencias de vivir con viejas, entonces deambulábamos. Nos quedamos en casa de la madre de Eduardo Ramos, que fue de enfermera en una Misión a Irak, año 1983 por ahí.

Entonces Sara fue a un viaje, y nos dejó donde ella vivía. En esa casa de San Rafael, fue que le dije esto que te conté.

Un poco más tarde, le dieron un apartamento pequeño a Sara, y lo primero que les dijo fue, por qué no se lo dan a Vicente, que está mas jodido que yo. Esa es Sara.

Antes, yo estaba viviendo con Aurora en casa de Maximina, hubo un accidente, y a mí me ingresan un par de días en el hospital de Holguín. Estábamos en un evento, donde estaba Sara.

La noche antes de su regreso, fue que el chofer se quedó dormido cuando estábamos de camino, creo que a la playa, y murieron dos muchachas que iban en el viaje. Yo no me mate de milagro.

Y Sara, que debía regresar a La Habana, incluso ya le habían cerrado hotel y todo, no se fue. Se quedó a mi lado en el hospital, hasta que yo estuve de alta. Y me entregó a Aurora, sano y salvo. “Aquí te lo dejo”. Así era su sentido de la lealtad.

Para mí, era más que amiga y familia. Era una célula de uno,  un “pedazo de mí”.

Instituciones de la cultura cubana lamentan el fallecimiento del trovador Vicente Feliú, a causa de un infarto. 1947-2021.

Su hija, la trovadora Aurora de los Andes, informó: “Estaba en un escenario. Empezaba a cantar La Bayamesa. Se fue en toda su estatura y con el corazón más grande que el pecho. ¡¡¡Te amo, papá. Te amo!!!”.


Vicente Feliu /