Amigos de la Tierra denuncia la falta de restricción a la especulación con alimentos
El pasado 1 de diciembre, tras un largo proceso de negociaciones, la Comisión Europea presentó los últimos elementos técnicos que completan la directiva MIFID II, (Directiva de Mercados e Instrumentos Financieros). Amigos de la Tierra y otras organizaciones de la sociedad civil comprometidas con la Soberanía Alimentaria, consideran que la Directiva no responde a su objetivo ya que no conseguirá reducir el impacto perjudicial de la especulación sobre los alimentos. Coincidiendo en el tiempo, Amigos de la Tierra presenta su publicación, “El Casino del Hambre”, donde denuncia el papel criminal de la especulación como una de las causas principales del hambre en el mundo.
Hoy 21 de diciembre, Amigos de la Tierra presenta la publicación el Casino del Hambre, en la que mediante diferentes colaboraciones se explica qué es la especulación alimentaria y sus consecuencias, las regulaciones existentes como la directiva MIFID II y qué líneas se deberían seguir para limitar los impactos de la especulación en las poblaciones más vulnerables.
2.000 millones de personas utilizan más del 50% de sus ingresos para adquirir alimentos; cualquier variación en el precio de los mismos puede ser devastadora para estas familias. La Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación, la FAO, señala que 800 millones de personas pasan hambre, según cifras de 2015. Las causas de esta situación tan dramática se encuentran en los mercados financieros y un sistema agroalimentario cuyo objetivo es el beneficio de las grandes empresas y no la producción de alimentos para la población.
En 2012, tras un pico en los precios de los alimentos, la Unión Europea comenzó a preparar la directiva MIFID en un intento de regular la especulación y con el fin último de reducir la volatilidad excesiva de los precios. Las organizaciones sociales pusieron sobre la mesa sus demandas para restringir la especulación de forma efectiva, sin embargo, la intensa presión del lobby financiero consiguió una directiva llena de lagunas y ambigüedades.
La Directiva incluía una segunda fase, en la que la autoridad reguladora europea, ESMA (Autoridad Europea de Valores y Mercados) desarrollaría los aspectos técnicos y financieros para hacer efectiva la regulación. La propuesta de la ESMA coincidía y coincide “sorprendentemente” con la posición mostrada por la industria financiera en comunicados y diferentes documentos públicos. Tanto es así que, en marzo de 2016, la Comisión Europea se encontró con la oposición al texto por parte del Parlamento, y se vio obligada a rechazar la propuesta de la ESMA. Las normas presentadas el 1 de diciembre en Bruselas por la Comisión Europea solo difiere de la anterior en cuestiones simbólicas y de poco calado.
El texto aprobado en diciembre, refleja las premisas de la ESMA, premisas que en ningún caso cumplen con los criterios de restricción propuestos desde un principio, los cuales constituían el motivo central de la directiva. La Agencia propone que los contratos especulativos en manos de una persona / empresa puedan llegar al 35% del comercio de derivados de un alimento determinado. De esta manera, un fondo especulativo puede controlar, por ejemplo, los derivados del trigo equivalentes al 35% del trigo suministrable total. Otro ejemplo: En julio de 2010 un fondo de cobertura con sede en Londres logró comprar el 7% de la producción mundial de cacao, o 241.000 toneladas, en una transacción que es suficiente para abastecer a Alemania por un año entero. El precio se disparó durante meses.
La alimentación no puede depender de un mercado financiero que lanza los dados y cruza los dedos, mientras juega con la vida de millones de personas. Este mercadeo tienes unas repercusiones inmensas: el hambre no se solucionará únicamente desde perspectivas técnicas y tecnológicas, sino políticas. Las decisiones sobre cuánto, cómo y dónde comercializar los alimentos deben estar en manos de las personas, tal y como reivindica la Soberanía Alimentaria.