Lois Pérez Leira •  Memoria Histórica •  06/07/2016

Ernesto “Che» Guevara en Madrid

Ernesto Guevara cumplió en varias oportunidades su sueño de visitar Madrid. Se ha había criado con las vivencia familiares de la Guerra Civil. Conocía sus lugares, como si ya hubiera transitado sus calles.

Ernesto “Che» Guevara en Madrid

Pocos meses después del triunfo de la revolución, el Comandante en Jefe Fidel Castro, decide que era necesario que una delegación cubana presidida por el Comandante Ernesto Guevara, realizara una larga gira por distintos países de Asia y áfrica. El fin era  dar a conocer la revolución cubana e iniciar los primeros contactos, para el intercambio comercial.  El 18 de abril de 1959, en una comparecencia en el Canal 2, de la televisión cubana, Fidel  informó que pronto iría una delegación al exterior con dichos fines. El 12 de junio parte del Aeropuerto de La Habana, la delegación presidida por el Che. Eran parte de la delegación: el capitán del ejército rebelde, Omar Fernández Cañizares, como segundo jefe y los compañeros; Francisco García Valls “Pancho” asesor del Che; Alfredo Menéndez, muy conocedor de la industria azucarera; Salvador Villaseca, asesor del Che en asuntos económicos; Carlos Reyes; y el primer teniente José Mendoza  Argudín, escolta del Che y de toda la delegación. La comitiva diplomática estaba acompañada por el periodista Armando Rabileiro de Prensa Latina. Luego se unió en la India el periodista José Pardo Llada. Por orden del Che, todos los integrantes de la delegación, fueron con su uniforme verde olivo y sus correspondientes  sombreros con viseras. Menos el Che, que utilizaba su boina negra, con la estrella. El día de la partida, la delegación se encontró en la Terminal 1. Mientras que el Che y Fidel se reunieron en el bar de la misma, para planificar aspectos de la gira. El Che se tomo un café y se fumo un habano. Mientras Fidel pidió un refresco. La delegación voló en un avión Britannia de la Aviación Cubana. A tan solo una hora del viaje, el avión hizo la primera escala técnica, en las Islas Bermudas, para luego atravesar el océano Atlántico. Desde allí partió para Lisboa, donde nuevamente se detuvo para cargar combustible. Una hora después de partir de Portugal, el avión aterrizo en Madrid por la tarde.

Omar Fernández Cañizares –segundo jefe de la delegación- nos cuenta el paso por España: “llegamos a Madrid, al Aeropuerto de Barajas, donde nos esperaban funcionarios de la embajada cubana. Figúrense la atención que atraía a nuestro grupo, barbudos unos, otros con pelo largo y enseguida se distinguía la figura del Che. Nos hospedamos en el Hotel Plaza, cada uno se fue a su habitación a descansar. No podemos decir que el Hotel Plaza fuera un hotel lujoso; pero si agradable y cómodo. (…) Nuestras habitaciones estaban situadas en el tercer piso alrededor y frente al cuarto del Che. Rápidamente decidimos conocer algo de Madrid y al salir del hotel pude ver por primera vez en mi vida una granizada. Que, según nos dijeron trabajadores de nuestro hospedaje, era una de las mayores de los últimos tiempos. Dimos una vuelta y regresamos; después de la comida el Che nos llamo a todos y nos expreso que no era prudente salir por la noche por problemas de seguridad, podrían aparecer enemigos y con los uniformes nos distinguiríamos; por supuesto, todos acatamos la orden, sino que entendimos. Hay que darse cuenta lo que representaba para un santiaguero estar por primera vez en Madrid -loco por disfruta las noche madrileñas- y quedarse sin disfrutarlas, igual le paso a Argudín, pero el Che tenía razón, ya en Madrid había desafectos de la revolución, bastitianos, latifundistas y contrarrevolucionarios que salieron huyendo de cuba.

El destacado fotógrafo español Cesar Lucas testigo presencial de la visita del Che recuerda: “Lo fuimos a buscar al Che  al aeropuerto, con el periodista Antonio Olano del diario Pueblo, por aquel entonces era un medio de comunicación del Movimiento Nacional, cuyo director era Emilio Romero. Fue Olano quien me aviso de su llegada. Este a su vez se entero  por la embajada cubana. Olano ya había realizado un viaje a Cuba y había entrevistado al Che en Sierra Maestra. Por aquel entonces yo tenía 18 años y recién me iniciaba en el mundo de la fotografía. Hacia tan solo unos meses me había contratado la Agencia Europa Press. Al llegar el avión, alrededor de las 19 horas los recibimos en las propias escalerillas del mismo.  Después de los saludos correspondientes, subimos todos a un autobús  para luego pasar los controles policiales y recoger las maletas. Desde allí en varios coches nos trasladamos hasta el Hotel. Yo me despedí de él y de la comitiva hasta la mañana temprano del otro día.” Otro de los testigos presenciales,  el periodista gallego Olano recuerda aquel encuentro: “Yo ya conocía al Che de haberlo entrevistado en Sierra Maestra. Desde la embajada, me llamaron por teléfono, para avisarme que Ernesto Guevara haría escala en Madrid. Con Cesar Lucas, un fotógrafo muy joven,  fuimos a recibir al Che al aeropuerto. Luego lo acompañamos con el embajador y otros miembros del personal diplomático, hasta el Hotel Plaza. Allí descargaron sus maletas y se acomodaron en sus respectivas habitaciones. Mientras tanto Cesar Lucas se despidió de nosotros, hasta  el otro día, que haríamos un lardo recorrido por Madrid. Yo me había comprometido con el Che a llevarlo  a la Feria del Campo.  Era lo más importante que tenía España por entonces. Nos dirigimos con una pequeña comitiva hasta la Casa de Campo, donde recorrimos los distintos estad regionales y luego cenamos en  un típico restáurate, comida gallega. Guevara quería comer pulpo. También degusto  otros productos de mi tierra gallega. El Che quedo muy a gusto con la comida.” Olano que ejercía de cicerone intentaba cumplir -en el poco tiempo que tenían de estancia-  todos los deseos que tenía Guevara. El Che era un gran conocedor de la historia de España. Desde niño se crio escuchando los relatos de la Guerra civil española.  “A la 6 de la mañana lo recogimos en el Hotel Plaza. Empezamos el recorrido por el Campus Universitario de la Complutense. Aunque era festivo, quería ver cómo vivían los estudiantes, los campos de deporte, las facultades… y posó delante de la Facultad de Medicina. Entro en uno de los patios donde lo fotografié  junto a un monumento. Luego fuimos caminando hasta el Arco de la Moncloa -en la carretera de la Coruña- muy cerca de la Ciudad Universitaria. A las 8 de la mañana aproximadamente  fuimos hasta la Plaza de Toros, de Vistalegre en Carabanchel, (hoy desaparecida) propiedad de Domingo Dominguín, hermano de Luis Miguel, que, como era de izquierdas, se mostró encantado de abrirla. El Comandante dio una vuelta al ruedo y dos albañiles le pidieron un autógrafo”. Señala Lucas. “Luego recorrimos el Palacio Real y regresamos al Hotel. El che tenía que recoger un objeto. Lo esperamos unos minutos y nos fuimos a caminar por la Gran Vía y Callao. Donde fuimos a desayunar a la Cafetería California, de parado. Allí la camarera lo identifico. Como no se anima a decirle nada. Se acerco a mí y me dijo si podía pedirle un autógrafo. Sin más se lo comente al Comandante aceptando el pedido. La joven salió de la barra y se acerco a él. Fue en ese momento que le realice una nueva fotografía. Cuando terminamos el desayuno nos fuimos caminando hasta la Galería Preciados” El Che le dijo a Olano que tenía que hacer compras ese domingo. Las tiendas estaban cerradas y el  periodista se acordó de Pepín Fernández, dueño de Galerías Preciados.  Olano no dudo de llamarlo por teléfono y de comentarle de quien se trataba el amigo, que necesitaba hacer unas compras. Pepín como lo llamaban popularmente era asturiano y  se había criado en Cuba.  Allí empezó a trabajar desde muy joven, como botones de los famosos almacenes El Encanto, que estaban en  la esquina de las calles Galiano y San Rafael. En aquel moderno comercio aprendió la profesión de comerciante, con un sentido moderno del comercio. Retorna a España durante la segunda república en 1931,  con su mujer cubana y funda Sedería Carretas. Posteriormente se convierte en  Galerías Preciados.

Cesar Lucas recuerda la escena de la llamada telefónica:

Agarró el teléfono:

-Don Pepín, tengo que pedirle un favor.

-Dígame, Olano.

-Una persona allegada a usted, venida de La Habana, necesita comprar el domingo. Es el Che Guevara.

-No se preocupe, Olano, les estarán esperando en los almacenes de Preciados, dos dependientes.”

Don Pepín sentía una gran nostalgia por Cuba y un gran agradecimiento por ser el país que le había dado la oportunidad de hacer su fortuna.

Cesar nos cuenta que le abrieron exclusivamente para ellos La Galería y el Che pudo recorrer este gran establecimiento. Entre las compras  realizadas estaban: material de fotografía, una máquina de escribir portátil, dos libros y elementos de aseo.

Luego de las compras regresaron al Hotel y desde allí se trasladaron hasta el aeropuerto. La policía durante toda la estadía mantuvo una discreta vigilancia de la comitiva. Policías de civil disimuladamente fueron acompañando cada paso de los cubanos. Cuando Guevara se despide de Olano y Cesar Lucas, al fotógrafo le regala tres habanos, ya que Olano no fumaba. Al marcharse el avión, tanto Olano como Cesar Lucas se trasladaron para regresar en taxi. Inmediatamente antes de subir al vehículo una pareja de policías de civil los abordan  de forma sorpresiva: “Ante esta situación inesperada realmente me asuste. La Policía inmediatamente nos indago.  ¿Qué les ha contado? ¿Dónde han ido? ¿A quienes han visto? No mienta que les hemos seguido».  Nos relata Cesar Lucas. El gobierno franquista informado de la visita había autorizado la escala en Madrid,  con la condición de que el Che, no tuviese contacto con la oposición. Omar Fernández nos cuenta la despedida de Madrid: “Nos trasladamos para el aeropuerto de Barajas. Abordamos un avión de la línea española Iberia rumbo a Roma. Antes de partir comunicamos a nuestra Embajada que pasaríamos por esa, antes de regresar a Cuba.” A partir de aquel día comienza un largo recorrido que dura tres meses: Egipto, Siria, India, Birmania,  Japón, indonesia, Ceilán, Paquistán, Yugoslavia, Sudan y Marruecos.

El 28 de agosto en pleno verano, con un día de fuerte calor, la delegación llega nuevamente a Madrid, procedente de Roma. Se hospedaron nuevamente en el hotel Plaza. El 29 viajaron a Marruecos con parada en Sevilla – por una hora- para continuar a la ciudad de Casablanca y luego a Rabat.

Al regresar a España en su última escalada de regreso a Cuba, el Che se sintió mejor de los  ataques de asma, que había tenido en Marruecos. La comitiva regreso al mismo hotel de la estancia anterior, que quedaba en la Plaza de España. El avión de Cubana de aviación se había averiado y tenían que quedarse varios días de espera. Por ello aprovecharon para recorrer algunas ciudades como Sevilla, el Escorial y Toledo. La delegación visito varios museos especialmente el Del Prado, donde contemplo extasiado las obras de Goya y Velázquez.

“El Che no quería que saliéramos de noche, -nos relata Omar Fernández Cañizares- pero tratamos de convencerlo argumentando un sinfín de razones como: quien sabe cuando volveríamos, que en España  nos parecía que estábamos en Cuba, que era una delicia hablar español ya que solo hablamos entre nosotros durante casi tres meses pues toda comunicación en el resto de los países era mediante interprete, etc. Al fin accedió y por la noche pudimos ir a varios lugares a conocer la vida nocturna de Madrid, donde pudimos admirar sus costumbres, sus bailes, sus cantos y sus diversiones.”

Otro de los integrantes de la delegación, el  primer teniente José Mendoza  Argudín, y el más joven del grupo nos recuerda aquel paso por aquella ciudad: “Madrid una hermosa ciudad situada a las orillas del rio Manzanares, contemplando la corrida del agua desde la baranda del puente y allí cantamos la popular canción de ese rio. (…) un mediodía cuando estábamos almorzando el Che me dice: “observa a ese hombre que está sentado solo en una mesa y no pidió comida, al salir del restaurant, me dice lo he visto dos veces en el pueblo. Luego se supo por nuestro embajador. Que era uno de los nuestros custodios de la seguridad española. El Che se vio contento cuando llegamos a Toledo, ciudad famosa por sus monumentos y catedrales, que tal vez sean las más bellas de España. En esa ocasión pudimos ver al hombre, caminando dentro del público muy cerca de nosotros, fue un momento de tensión para mí porque así es la vida para los que tuvimos que vivir perseguidos.”

En los días que paso en Madrid, Guevara aprovecho para comprar libros antiguos y usados en la famosa Cuesta de Moyano, donde se amontonan decenas de casetas de ventas de libros. La mayoría de los que compró eran de autores españoles, especialmente poetas. Durante aquel paseo aprovechó para caminar con Salvador Villaseca, por el Jardín Botánico, el Paseo del Prado y el Parque del Retiro.

El jueves 3 de septiembre decide con una pequeña comitiva, disfrutar de una corrida de Toros. Siempre le había llamado la atención este tipo de espectáculos. A parte de haber leído literatura sobre el tema, había pasado por países como Perú, México y otros de Centro América, donde existía una gran afición por este espectáculo, hoy tan cuestionado.

Una de las anécdotas más graciosas que le sucedieron mientras vivió en Lima  en la casa de una amiga  enfermera, fue cuando con Calica Ferrer se probaron el traje  ajustado de torero,  del familiar de la señora Peirano, previo permiso del propietario. Según Calica se sacaron fotos,  mientras Ernesto con la ropa y el gorro de torero hacía gestos exagerados, de estar toreando. Las carcajadas eran tantas, que el propio novillero se acerco a su propia habitación, para ver lo que estaba sucediendo. Su cara no fue de mucha alegría, al ver que los dos argentinos se tomaban en broma el tema,  más cuando le faltaba un par de días para hacer su debut.

Aquel día de septiembre “a las 5 en punto de la tarde” como anunciaba el cartel de la  Monumental Plaza  de la Ventas y  tal como lo relatara poéticamente Federico García Lorca. Se inicio la corrida de Toros.

 El Che se  coloca en una barrera de la primera fila. Un lugar privilegiado. Guevara apoya su chaqueta en el borde de la barrera. Mientras la música suena al  ritmo de un pasodoble. Antes de iniciarse la fiesta taurina, el fotógrafo especializado en cubrir estos eventos Fernando Botán, le realizará varias fotos, que plasmarán su  tercer paso por Madrid.

En aquella jornada taurina con una Plaza llena, torearon  Tomas Sánchez Jiménez, Martín Sánchez “Pinto” y Juan Vázquez.

El 8 de septiembre parte el avión para Cuba. Al llegar realiza una conferencia de prensa, donde los periodistas le realizan múltiples preguntas, sobre el balance del largo viaje. En una de ella el periodista le pregunta:

Usted estuvo Comandante, dos veces en Madrid. ¿Puede darnos su opinión sobre España?

Bueno, es muy difícil dar una opinión sobre España. Hay muchas cosas controvertidas; en el pueblo se adivina un ansia de renovación…Nosotros no podemos decir sino que hemos contactado oficialmente, hemos pasado por Madrid como diplomáticos y no era nuestra misión ir a auscultar el pueblo. Sin embardo, puedo ofrecer un dato curioso. Salí una tarde solo. Paseando sin arma, y entonces varias veces vi un automóvil que cruzaba, volvía a cruzar…Me llamo la atención, y la cuarta vez que cruzo paro muy cerca de donde estaba: comencé a caminar buscando alguna protección porque no tenía armas; me acerque a un policía, tome un taxi, y el automóvil me siguió. Entonces hable con el Embajador, para que viera que era eso, porque en el primer momento creí que era gente que estaba interesada en eliminarme, después empezamos a razonar y entonces fuimos a ver al jefe de policía y este nos dijo que no era nada para alarmarse, que era una medida de seguridad, pero a veces exageraban un poco, porque por ejemplo en ocasiones, estaba sentado uno en un lugar y se sentaba cerca un individuo; si uno se levantaba y se ausentaba a donde tenía que ausentarse…,pues detrás iba el hombre…Pero el tratamiento siempre fue con mucha delicadeza.”

Posteriormente realizó paradas técnicas. El 18 de octubre de 1960 la embajada de España en Cuba a través de su encargado  de Negocios. J. Joaquín de Zavala le otorga una visa de transito para ese país. El 23 de octubre  hace escala en Madrid, presidiendo una delegación económica. Su destino  era Praga, la URSS, Republica Popular China, Corea y Alemania democrática. Lo acompaña Héctor Rodríguez Llompart, Alberto Mora, Eddi Suñol, el ecuatoriano Raúl Maldonado, el chileno Albán Lataste, Álvaro García Piñeira, Emiliano Ramos, Rafael Moré y Benigno Regueira, junto al periodista de Prensa Latina José Luis Pérez.

A parte de estas estadías en Madrid, bien documentadas, algunos biógrafos especulan sin fundamentos históricos, ni pruebas fehacientes, que Guevara visito Madrid en dos oportunidades más, con el fin de entrevistarse con el General Perón, de forma secreta. Solamente Guevara podría haber entrado en España de forma pública y con permiso del gobierno franquista.

Años después el Che Guevara se convierte en un comerciante uruguayo de nombre Adolfo Mena González con pasaporte No. 130748. Con esta identidad parte de Europa rumbo a Brasil para luego trasladarse a Bolivia. El pasaporte de Guevara consta con un sello de su paso por Madrid. A pesar de ello los historiadores consideran que el sello de su paso por Barajas, es otra falsificación, con el objetivo de  evitar ser detectado por la CIA.


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