Declaraciones de intenciones y escasos avances en los primeros días de la Cumbre del Clima
- Las primeras jornadas de la COP26 en Glasgow ponen de manifiesto los obstáculos puestos a la sociedad civil para entrar en la cumbre y monitorizar las negociaciones.
- A pesar de los grandes discursos, las negociaciones oficiales apenas han avanzado en sus conclusiones y no se vislumbra un camino claro en temas fundamentales como el de la financiación o el artículo 6.
- Ecologistas en Acción ve con preocupación cómo se están abordando ámbitos como el de la deforestación, donde Brasil tiene un papel fundamental.
Durante estos primeros días se han escuchado en Glasgow numerosos discursos y palabras de importantes líderes políticos que reflejan con contundencia la situación de extrema gravedad climática en la que nos encontramos. Sin embargo, Ecologistas en Acción recalca que nuevamente esos discursos no se reflejan ni en los compromisos de los países ni en el devenir de las negociaciones.
Estos días también se han escuchado grandes declaraciones sobre la importancia de la participación de la sociedad civil, los pueblos indígenas o la plataforma de género en las discusiones climáticas, en especial sobre el proceso de revisión de los objetivos previstos para 2023. Pero la realidad en la COP26 es otra, según ha podido comprobar la delegación de Ecologistas en Acción en Glasgow: enormes colas a la entrada de la Cumbre del Clima e importantes restricciones a la incorporación de observadores en las negociaciones oficiales dificultan la inclusión de estas voces.
A diferencia de lo que sucedía en otras cumbres, apenas se han repartido asientos al conjunto de la sociedad civil. Tanto es así que resulta imposible garantizar una presencia adecuada en las negociaciones climáticas, lo que supone una falta de transparencia y de participación por parte de la Presidencia británica.
Todos las personas observadoras han manifestado su enorme descontento con esta situación que hace que muchas de las discusiones y encuentros tengan que celebrarse de forma telemática, algo que no había sido anunciado con antelación a la COP26. Muy al contrario, las informaciones previas garantizaban que se intentaría celebrar este encuentro garantizando la participación presencial de la sociedad civil.
«Estas promesas han llevado a muchas organizaciones a hacer un importante esfuerzo humano y económico para llegar a Glasgow, en una ciudad donde los precios del alojamiento son inasumibles para muchas delegaciones y muy especialmente aquellas del Sur global», señalan desde Ecologistas en Acción.
Financiación, deforestación y artículo 6
El pasado martes terminaron las declaraciones de los presidentes de los gobiernos. Tras su marcha, ha llegado el momento de las negociaciones. El tema de la financiación es en estos momentos el punto más tenso en los debates, ya que las garantías de esos fondos podrían ayudar al desbloqueo de otros temas pendientes. Sin embargo, en lugar de avanzar en ese sentido, los líderes mundiales se mantienen en dar declaraciones de intenciones que carecen de ruta y de metas concretas para cumplir los objetivos.
Las últimas horas han servido para hacer declaraciones conjuntas de muchos países en temas como el metano y la deforestación, discusiones habituales en las negociaciones, donde los distintos mecanismos desarrollados para ello apenas han tenido efecto. La pérdida de bosques, por ejemplo, ha estado siempre dentro de las negociaciones y tiene un mecanismo propio conocido como REDD+. Aunque lleva varios años poniéndose en práctica, según Ecologistas en Acción sus resultados son «más que cuestionables», ya que la deforestación sigue siendo un problema creciente a nivel mundial. Además, REDD+ provoca la privatización y mercantilización de la naturaleza, así como la colonización de tierras indígenas.
El REDD+ está fuertemente vinculado a la recepción de fondos económicos, donde Brasil es uno de los mayores receptores. Según la organización ecologista, «la deforestación debería de haberse frenado ya, esperar a 2030 será demasiado tarde. La rápida aceptación de esta declaración de líderes tan cuestionables como Bolsonaro, muestra que este mecanismo será usado para obtener fondos internacionales sin que existan garantías para detener la deforestación de espacios tan fundamentales como el Amazonas».
En otros temas, las negociaciones oficiales apenas están avanzando. El ejemplo más claro son los textos sobre el artículo 6 que define los mecanismos de intercambios de derechos de emisiones entre países. Para este punto la Presidencia ha redactado un documento que contiene numerosas opciones entre las que debatir, en las que cabrían desde las peores posibilidades a algunas menos malas.
En algunas de las opciones a debatir sobre el artículo 6 se incluyen referencias explícitas a los Derechos Humanos y los Derechos de los Pueblos Indígenas, que también podrían ser eliminados finalmente. Para Ecologistas en Acción, «la inclusión de las menciones a la protección de los derechos de todas las personas y del planeta es fundamental y las Naciones Unidas no deberían olvidar que esa protección es la razón de su existencia y su primera obligación, por lo que esas salvaguardas deberían estar en todos y cada uno de sus acuerdos».
La organización ecologista concluye que en lugar de centrar tantos esfuerzos en la creación de mecanismos que permitan a los países y empresas incumplidoras lavar su imagen, se debería plantear instrumentos internacionales reales capaces de forzar a cumplir con las indicaciones científicas. De esta forma, además, se dejará de «apostar por someter a los mercados decisiones de vital importancia que deberían ser democráticas y responder a la necesidad de planificar un camino de transformación de un sistema depredador por un sistema que ponga la lucha contra la emergencia climática en el centro de las políticas».