Centenario de Pasolini; su visión del fascismo
“He nacido bajo el fascismo, aunque era todavía casi un niño cuando cayó. Y viví después mucho tiempo en Roma, donde, por lo demás, el fascismo seguía con otro nombre: mientras la cultura de la burguesía exquisita no daba señales de ponerse, yendo pareja de la ignorancia de las grandes masas de la pequeña burguesía…” Este relato autobiográfico en el libro La divina mímesis, señala alguno de los aspectos con que Pasolini enfocó uno de los temas sobre los que volvía con frecuencia: el fascismo.
Él no creía que el fascismo hubiese sido derrotado definitivamente en Italia, sino uno de sus rostros, el más peligroso, fuese fulminado, entregando la victoria a la emoción y la alegría de las gentes, para así, sobre esa base formal y emotiva, poder transformarse lo que tenía de dominio y poder político. También observó otras vertientes del fenómeno, un pre-fascismo o un fascismo social, rasgos de éste que se presentaban en quienes estaban muy lejos de esa ideología, incluso de quienes se reclamaban como antifascistas: “Existe hoy una forma de antifascismo arqueológico que no deja de ser un buen pretexto para gozar de un carnet de antifascismo real. Se trata de un antifascismo fácil que tiene como objeto y objetivo un fascismo arcaico que ya no existe, ni existirá.” Para él los fascismos de los años treinta que representaban de alguna forma en su tiempo el MSI y Giorgio Almirante, no dejaban de ser marginales y jugar la baza del “extremismo”, para así lavar la cara a quién él consideraba que representaba el verdadero fascismo, la DC. “En este sentido, Almirante, por mucho que haya intentado actualizarse, se me antoja igual de ridículo que Mussolini.
“¿…donde están los fascistas, si no en el poder y en el gobierno?”, se preguntaba y luego daba nombres de políticos desde democratacristianos, socialdemócratas, hasta comunistas. No se refería tanto a que fuesen fascistas, si no a que tenían actitudes fascistas.
Una de sus ideas más controvertidas es la que ve un nuevo tipo de fascismo en el consumismo: “Creo, y lo creo profundamente que el verdadero fascismo es lo que los sociólogos han llamado benévolamente “sociedad del consumo.” Para hacer tal afirmación Pasolini se baso, entre otros elementos, en que es el consumismo quien consigue alinear y uniformizar a la sociedad, quien le somete, aunque sea de una forma sibilina, a unos comportamientos de conformismo y aceptación, a los poderes, tanto el estado, como los económicos: “O sea que si la palabra fascismo significa la prepotencia del poder, la “sociedad de consumo” ha realizado muy bien el fascismo.” Para ello Pasolini señala la existencia de un campo de cultivo, así si el antisemitismo y el anticomunismo, una sobrevaloración del orden y la ley, de las jerarquías, estaban presentes en la Alemania pre-nazi, de su país señala: “Italia se pudre en un bienestar hecho de egoísmo, estupidez, incultura, habladurías, moralismo, coacción, conformismo: prestarse de algún modo a contribuir a esta podredumbre es, actualmente, el fascismo. Así, sobre la tolerancia/intolerancia que se ha tratado particularmente en los últimos años, bastante después de su muerte, tiene un particular análisis, “la verdadera intolerancia es la de la sociedad, la de la permisividad concedida desde arriba, que es la verdadera, la peor, la más taimada, la más fría forma de intolerancia. (…) Porque es el verdadero fascismo del que luego sale un antifascismo de boquilla.” Las bases sobre las que se asienta ese “fascismo” son capas de la pequeña burguesía y un interclasismo donde las clases subalternas quieren, aspiran o imitan, un mismo modus vivendi que la burguesía, “la cuestión es que estos actos culturales y este lenguaje somático son interclasistas.”
Como coronario a sus peculiares análisis sobre el fascismo nos encontramos con Saló o los 120 días de Sodoma, en los que utilizando a Sade, expone lo que dijera Foucault, de que el poder para dominar, una de las primeras cosas que hace es el control de los cuerpos y el sometimiento a algún tipo de régimen disciplinario. Así decía en una entrevista: “El hombre normal, con la ayuda del valor y la conciencia, consigue expulsar al fascista de Saló, al nazi de la SS, de su interior (donde la revolución siempre comienza). Pero ahora no.”