8M: Ecofeminismo para una paz justa
- Con motivo mañana de la celebración del Día Internacional de la Mujer, y tras un año de la invasión rusa en Ucrania, Ecologistas en Acción lanza un manifiesto ecofeminista y antibelicista donde pide el fin de la guerra en Ucrania y el fin de todas las guerras presentes.
- La organización ecologista también se suma a las manifestaciones convocadas por los colectivos feministas en el Estado español y participará en algunas marchas con convocatoria y cartel propios.
Ecofeminismo para una paz justa es el manifiesto que Ecologistas en Acción ha creado para conmemorar el 8M 2023. El texto relaciona el militarismo con el patriarcado y defiende que la paz es un elemento necesario para garantizar cualquier forma de vida digna.
El manifiesto, que parte del paradigma poner la vida en el centro, defiende el cuidado, la cooperación, la redistribución y la reconstrucción cotidiana de la supervivencia. También señala al patriarcado (en interacción con el capitalismo) como el sistema que refleja y perpetúa la cultura militarista y belicista. Al tiempo analiza cómo las guerras, además de destruir vidas humanas, impactan en la vida natural, destruyendo territorios y vida no humana, e inciden particularmente en las condiciones vitales y los cuerpos de las mujeres.
El manifiesto ecofeminista defiende la cultura de la paz, del buen trato, de la construcción de acuerdos y del respeto así como el reconocimiento de las mujeres en los procesos de mediación, reparación y pacificación.
Por todo ello, la organización ecologista exige a la Unión Europea y a todos los gobiernos implicados que trabajen activamente para favorecer un acuerdo que ponga fin a la guerra en Ucrania y a todas las guerras del presente.
Además de lanzar su manifiesto ecofeminista, Ecologistas en Acción muestra su apoyo a las movilizaciones convocadas por colectivos feministas en el Estado español. En algunos territorios, como Madrid, Catalunya, Galiza o País Valencià la organización ecologista participará en algunas marchas con convocatoria y cartel propios, así como en otras actividades reivindicativas.
Manifiesto Ecofeminismo para una paz justa
El pasado 24 de febrero se cumplió un año desde que las tropas rusas invadieron el territorio de Ucrania. Este triste aniversario nos hace recordar que, como este, muchos conflictos bélicos de alta o baja intensidad permanecen activos en el planeta, a veces prolongados durante décadas, y que el punto de encuentro de todos ellos es siempre el sufrimiento de poblaciones que padecen los horrores de los enfrentamientos militares. El Área de Ecofeminismo de Ecologistas en Acción quiere aprovechar este 8 de marzo de 2023 para manifestar su repulsa ante todas las intervenciones armadas y su defensa de la paz con justicia.
La paz es un elemento necesario para garantizar cualquier forma de vida digna. Conservar el estado de paz debe ser siempre el primer objetivo en las relaciones políticas, sociales y humanas.
Como feministas y ecologistas, nuestras lógicas son pacifistas. El conflicto bélico se vale de la confrontación violenta, la apropiación indebida y la destrucción; el ecofeminismo defiende el cuidado, la cooperación, la redistribución y la reconstrucción cotidiana de la supervivencia. Eso que llamamos de forma sencilla «poner la vida en el centro».
El entramado militarista, los ejércitos, las infraestructuras, las tecnologías de la guerra son herramientas que reflejan y sostienen/perpetúan el sistema patriarcal, un orden de dueños que busca la dominación de mujeres, pueblos y tierras. Una herramienta en contra de la autogestión y el mantenimiento comunitario de lo que está vivo.
Cuando se rompe la paz las mujeres continúan haciéndose cargo de la reproducción social, tal y como impone el patriarcado, pero esa carga se hace más pesada en tiempos de conflicto, puesto que se da en condiciones de mayor carencia, de destrucción de redes de apoyo, de desabastecimiento y falta de salud.
En las guerras los cuerpos de las mujeres se convierten en territorio de apropiación y de violencia por parte de los soldados. Violaciones, exilio, pérdida de libertades, aumento de las violencias son prácticas que están vinculadas a la guerra y que las mujeres sufren en primera línea.
Durante las guerras se priorizan los requerimientos militares y se dejan en segundo término o se supeditan a otras las necesidades básicas de la población civil. No sólo durante las guerras -o podríamos decir que nuestro sistema siempre está en guerra, ya que siempre supeditan las necesidades de la vida al mercado, a los intereses económicos, al poder-.
Las guerras arrasan con vidas humanas, pero también destruyen el medio natural y la vida de muchos animales. La apropiación de bienes naturales escasos está en el corazón de muchos conflictos bélicos. En tiempos de recursos decrecientes por la sobreexplotación del planeta, la presión militar sobre ellos se vuelve un riesgo mayor.
Las guerras consolidan la posición de los grandes poderes económicos. El sistema capitalista se ayuda del poder militar, es más, lo promueve, para mantener o aumentar sus tasas de beneficio.
Las negociaciones de paz, si ocurren, se hacen de espaldas a las mujeres. Sólo se las visibiliza como víctimas, no como agentes capaces de ofrecer una visión más comunitaria, defensora de la vida, conciliadora. Los acuerdos de paz, si llegan, no se enfocan en las necesidades del grueso de la población o en la mejora de las condiciones de vida de las mujeres. Al terminar la guerra las mujeres que sobreviven asumen buena parte de los trabajos de reconstrucción material y social, muchas veces tras haber perdido a prole, parejas, amistades. «No tuvimos hijos», dicen, «para que mueran en la guerra».
El militarismo normaliza una lógica de odio y miedo al Otro en la que la violencia se presenta como necesaria. Esta lógica exacerba el racismo y la discriminación. Además, justifica el control de la población y la pérdida de derechos en pro de una supuesta seguridad que protege de una supuesta amenaza exterior. Ese mundo dividido según el binomio amigo-enemigo deteriora las redes comunitarias, esas que muchas mujeres tejen para sostenerse y sostener a las personas más vulnerables.
Nos negamos a aceptar un orden que se impone por la fuerza. Nos negamos a creer que la violencia sea el único camino para dirimir desacuerdos. Como ecofeministas somos pacifistas/antimilitaristas y defendemos la construcción de una cultura de la paz y la resistencia no violenta. Sabemos que no es fácil en estos momentos, pero nuestra condición de seres interdependientes nos debería obligar a proteger todas las vidas. Estamos convencidas de que la cooperación y no la competencia explican nuestros logros más valiosos. Por eso sabemos que la paz es posible.
Exigimos al Gobierno español, a la Unión Europea y a todos los gobiernos implicados que trabajen activamente para favorecer un acuerdo que ponga fin a la guerra en Ucrania y a todas las guerras del presente.
El mundo es una sola casa. Como ecofeministas nos oponemos a todas las guerras y a las violencias que el militarismo y la cultura belicista traen consigo. Necesitamos una cultura del buen trato, de la construcción de acuerdos y del respeto. Muchos pueblos, muchas comunidades, muchas mujeres caminan en esta dirección.