Venezuela: Campesinos de Barinas rescatan 5 mil hectáreas de un terrateniente financista de la violencia
En el caso de Barinas se trata del rescate de Cajarito El Diamante, cuyo dueño, César García, financió la violencia en el asedio a Socopó, prestando un retroexcavador utilizado para arrasar la estación de policía. El reclamo por esas más de 200 hectáreas tenía años, y, en este escenario, los campesinos dieron un paso de frente. En el Sur del Lago los rescates fueron sobre dos terratenientes, Ramón Mesa y Reinaldo Celis, que también financiaron abiertamente con apoyo logístico a quienes destrozaron, por ejemplo, la alcaldía del Municipio Ramos Obispo de Lora.
Estamos en un constante reacomodo de posiciones dentro del empate violento, el equilibrio estratégico inestable, donde ninguno de los dos bloques tiene la capacidad de generar un desequilibrio y quebrar la correlación de fuerzas a su favor. La derecha amenaza con a todo o nada que impedirá las elecciones del 30 de julio, aunque no tenga la fuerza suficiente. La dirección, el chavismo, plantea a todo o nada que el domingo tendrán lugar los comicios. Hasta el momento la hipótesis indica que -salvo negociaciones de última hora- tendrá lugar la elección, antecedida de una nueva oleada de violencia.
Esa es la agenda que marca el tiempo público del conflicto, de difícil resolución en el corto plazo. Existen otros tiempos en simultáneo, que son parte del cuadro general y tienen su propia dinámica, como el caso campesino.
Allí están en marcha intentos de avances sobre posiciones del enemigo estratégico: los terratenientes. Estratégico por tres razones, porque son, en gran parte, quienes financian las acciones de violencia en zonas como Barinas, Táchira, Mérida/Sur del Lago; son propietarios de tierras improductivas en una época donde uno de los epicentros de la guerra es el alimento; y porque la redistribución de la tierra es parte nodal del proyecto de transformación del país, de su base productiva.
Desde el inicio de este nuevo ciclo insurreccional de la derecha, se han impulsado tres rescates de tierras. Uno en Barinas y dos en el Sur del Lago. En cada caso se trató de consejos campesinos -acompañados desde el inicio o en el desarrollo por la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora- que decidieron avanzar sobre terratenientes financistas de la violencia vivida en esa zona. Se unió el conflicto por la tierra con el conflicto político -que no es más que un conflicto de clase- y se iniciaron las acciones.
En el caso de Barinas se trata del rescate de Cajarito El Diamante, cuyo dueño, César García, financió la violencia en el asedio a Socopó, prestando un retroexcavador utilizado para arrasar la estación de policía. El reclamo por esas más de 200 hectáreas tenía años, y, en este escenario, los campesinos dieron un paso de frente. En el Sur del Lago los rescates fueron sobre dos terratenientes, Ramón Mesa y Reinaldo Celis, que también financiaron abiertamente con apoyo logístico a quienes destrozaron, por ejemplo, la alcaldía del Municipio Ramos Obispo de Lora.
En el primer caso las cerca de 2.200 hectáreas fueron rescatadas por 480 familias y están a la espera de las inspecciones del Instituto Nacional de Tierras (Inti), en el segundo caso, 500 hectáreas, el rescate fue desalojado, y se está a la espera de un diálogo con la institución para retomar las acciones.
Estos tres rescates se suman al mapa de rescates sin respuestas, unos 25 en el caso, por ejemplo, del estado Barinas. Sin respuestas y atravesados por intentos de desalojos en años anteriores y con particular fuerza a principios de este 2017. El caso de varios predios desalojados por la fuerza se había hecho de público conocimiento en el mes de marzo. Uno de ellos en particular: el Hato Las Mercedes, 7.700 hectáreas, donde habían sido, al momento del desalojo, envenenados los pozos de agua, contaminadas 500 hectáreas de siembra de arroz, incendiados ranchos, ropa, y robadas bombas de agua y semillas.
Esa situación estancada tuvo el día lunes una respuesta positiva por parte del Inti: fueron otorgadas 5.000 hectáreas en el Hato Las Mercedes, con carta de permanencia a los consejos de campesinos y campesinas. Una noticia no solamente importante por la necesidad de la tierra, de una lucha justa de varios años, sino porque se le quitaron esas hectáreas a otro de los financistas de la violencia en el estado Barinas: Andrés Alvarado, quien, como César García había sido parte del apoyo logístico y financiero al asedio al pueblo de Socopó. En cuanto al dueño del Hato, Ignacio Riera Zuluaga, estaría en Estados Unidos.
Se necesita ahora que se prosiga sobre otros rescates claves, como Cajarito El Diamante, La Primavera, El Otoño, los de Sur del Lago, y la larga lista de tierras en conflictos que pertenecen a quienes han vivido históricamente de la pobreza del campesino, y se han sumado a financiar a sectores golpistas, paramilitares, sicarios, guarimberos. Quieren recuperar lo que les fue quitado, ese fue un mensaje dicho en voz alta en el Sur del Lago. Están organizados, por ejemplo, en la Federación Nacional de Ganaderos, y son parte del bloque golpista.
Por eso dar respuestas concretas a los campesinos -cartas, financiamientos- es tanto un acto de justicia, como un avance sobre posiciones golpistas en zonas claves del conflicto. Cortar a los financistas es un paso imprescindible: mantener trancas de vías durante días, conseguir armamentos, reponer municiones, tener drones, bengalas, teléfonos, vehículos, alimentos, bebidas, cuesta dinero, y mucho. Al cerrar canales de financiamientos se golpea la estructura logística de la violencia en esas localidades.
Y la respuesta es una señal, tanto para la derecha como el campesinado/el chavismo. En el primer caso para decir que pueden existir medidas reales, algo que desalienta a quienes brindan la logística a los asedios -el terrateniente puede dar marcha atrás al ver la posibilidad real de ser expropiado-. En el segundo caso es un mensaje de avance: se pueden rescatar las tierras, el Estado, con demoras, presiones, contradicciones, puede dar una respuesta concreta. La necesidad ahora es multiplicar en una onda expansiva, rescatar las tierras de quienes la subutilizan en momento de guerra/crisis económica, y son parte activa de los planes de violencia.
Esto abre además las puertas a pensar la resistencia, y los posibles avances sobre las posiciones del enemigo no solamente desde el aparato del Estado, sino desde la organización y el protagonismo popular. Esto es clave: construye un rol activo de las clases populares, y no solamente de espera y de recibir lineamiento. Si los campesinos logran iniciativas propias y el Estado acompaña, entonces el motor de los avances puede crecer.
Estamos en días/semanas claves del conflicto. Avanzar sobre el otro, quitarle poder, es una necesidad.