Resumen Latinoamericano •  Internacional •  23/08/2017

Lula en el lanzamiento del Instituto Futuro Marco Aurélio García: “La política y el fútbol son intensidad”

Ante un auditorio que combinó dirigentes políticos y sindicales, argentinos y brasileños, el ex presidente presentó el nuevo centro de producción de conocimientos creado por la UMET en acuerdo con Clacso. Las definiciones de un patrono.

Lula en el lanzamiento del Instituto Futuro Marco Aurélio García: “La política y el fútbol son intensidad”

Este señor de traje oscuro y remera azul eléctrico de mangas largas y cuello redondo explica que, hoy, para los directores técnicos el fútbol es intensidad. “Hay que tener la pelota, y si el contrario la tiene sacársela y conservarla, para avanzar”. Y explica: “La política, como el fútbol, también es intensidad”. Este señor que profesa la intensidad se llama Luiz Inácio Lula da Silva, fue presidente de Brasil entre el 1° de enero de 2003 y el 31 de diciembre de 2010 y ahora es el patrono de un nuevo centro: el Instituto Futuro Marco Aurélio García que acaba de crear la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo.

Le divierte lo de patrono. “Todos los patronos que conozco están muertos”, dice. “Es lindo ser un patrono vivo.”

Hace tres meses el secretario del Sindicato de Encargados y presidente del peronismo porteño Víctor Santamaría, el rector de la UMET Nicolás Trotta y el secretario ejecutivo de Clacso Pablo Gentili se reunieron con el ex presidente brasileño en el Instituto Lula y decidieron lanzar un centro con base en la UMET y con alcance hacia Sudamérica y América Latina entera que a su vez se conectara con experiencias mundiales. El ex secretario general de la Presidencia con Lula, Luiz Dulci, actualmente uno de los responsables del Instituto Lula junto con Clara Ant, sería el director del nuevo centro. Un periodista llamado Martín Granovsky, como el autor de esta nota, sería el coordinador ejecutivo.

Desde entonces el acoso judicial a Lula fue implacable. Recibió citaciones para declarar en juicios contra otros y él mismo terminó condenado, sin pruebas, por el juez Sergio Moro. Murió su mujer, Marisa, y uno de sus colaboradores históricos, Marco Aurélio García, consejero internacional y compañero de luchas y viajes en el Partido de los Trabajadores y en la Presidencia. Ahora Lula espera la sentencia en segunda instancia de la cámara de Porto Alegre. El misterio reside en ver si confirma la condena y si después la Corte Suprema brasileña insiste en la noción, inconstitucional según juristas de todo el mundo, de que ésa es una sentencia firme. Si lo fuera, Lula quedaría inhabilitado para presentarse en las elecciones presidenciales de 2018. Hoy las encuestas lo dan ganando en primera y en segunda vuelta. Una virtual proscripción.

Por el acoso las fechas de lanzamiento fueron cambiando una y otra vez hasta que fue posible combinar un encuentro en un sitio histórico: el Sindicato Metalúrgico del ABC, a una hora del centro de San Pablo. El ABC es el cinturón industrial del monstruo paulista de 30 millones de habitantes. La A es de Santo André. La C de Sao Caetano. La B de Sao Bernardo. En Brasil los obreros de la automotrices y de las terminales, como el tornero Lula, también pertenecen a los metalúrgicos. El mismo Lula fue secretario del sindicato. Es como su casa. En la campaña del 2002, la que lo llevó a la primera presidencia, la encargada del bar le contó a PáginaI12 cómo lo mimaba con comidas especiales.

“Yo también mantengo el principio de intensidad para mi vida”, dirá Lula después de la presentación del instituto, en un salón del sindicato. “Si no…”, añadirá señalando a su cabeza con los dedos imitando el hocico de un animal como si un bicho se la fuera a comer. Es su forma de anunciar una gira de 20 días por el Nordeste, que con las presidencias del PT pasó de la miseria a la dignidad.

“Para sacudir a estos tipos millones de brasileños tienen que salir a las calles”, decía Marco Aurélio unos días antes de su muerte, el 21 de julio. “Si no los conservadores buscarán quedarse 20 ó 30 años en el poder.” Otro cultor de la intensidad.

“Este salón del sindicato es parte de la historia de la democracia en Brasil”, dice Lula cuando le toca hablar. “En 1968 era un barracón de madera muy precario. En 1973 montamos una escuela que llegó a tener 900 alumnos y yo era director de la escuela. Pónganlo en mi biografía. Aquí decidimos huelgas, cantamos, lloramos, hicimos bailes de carnaval.”

Relación

La mención de la intensidad vuelve cuando Lula narra las presidencias que arrancaron, años más o menos, en el siglo XXI. “Los cuatro años se terminan, como se terminaron muchos cuatro años en América del Sur y no creamos instituciones multilaterales, no consolidamos el Banco del Sur, no comerciamos sin el dólar de por medio. Que los jóvenes no olviden que hubo un pasado y sobre todo que hay un futuro. Que entiendan a quién le interesa debilitar a los sindicatos y despolitizar a la sociedad.”

“Getúlio Vargas y Juan Perón cayeron casi juntos”, recuerda, hablando del jaque al brasileño que terminó en su suicidio de 1954 y en la Libertadora contra el líder argentino. “Con Néstor Kirchner teníamos nuestras diferencias porque yo era mucho más bonito que él, pero un día de 2004 lo fui a ver, le dije que cualquier crítica o duda me la dijera directamente a mí y que desplegáramos juntos políticas de inclusión y de industrialización como habían hecho Getúlio y Perón. Y nació una relación extraordinaria.”

“Me acuerdo de Cristina, de Tabaré, de Mujica… Cuando asumió Tabaré pregunté quién era ese maestro de ceremonias tan mal vestido. Y era Pepe, senador, que terminó siendo presidente. Nicanor Duarte Frutos no era progresista. Pero era solidario. Evo me llamaba hermano mayor. Hugo Chávez tuvo más virtudes que defectos. Nicolás Maduro no es Chávez, pero no podemos permitir que, cualquiera sea el error que haya cometido, un presidente norteamericano diga que va a derribarlo por la fuerza. Queremos que Maduro acierte, pero creemos sobre todo en la autodeterminación de los pueblos.”

Wagner Firmino, el presidente del sindicato anfitrión, dice que “es posible un mundo mirado desde el punto de vista de los trabajadores”.

Trotta rescata los “más de mil estudiantes de la UMET”, recuerda que la universidad “no es un espacio neutral” y constata que “estamos en Brasil, un país que vive un estado de excepción después del golpe parlamentario y donde todos los días avanza la restricción de derechos”.

Gentili toma las dos partes del nombre del nuevo instituto. “Futuro significa que no nos quedamos en la nostalgia sino que pensamos en próximas conquistas. Y MAG no solo nos acompañó en los últimos 30 o 40 años a los latinoamericanos sino que nos ayudó a pensar.”

Celso Amorim, canciller de Lula y ministro de Defensa de Dilma, afirma que “el interés nacional es compatible con la solidaridad” y que por eso “América del Sur, América Latina y el Caribe o se desarrollan juntas y obtienen juntas su autonomía o nunca obtendrán esa autonomía”. Sobre la amenaza de Donald Trump contra Venezuela advierte: “En nuestros tiempos la Unasur se habría reunido contra esa violación del derecho internacional”.

Su ex colega argentino Jorge Taiana coincide. “Países como los nuestros pueden defender su soberanía si estamos integrados y si logramos pensar cómo acumulamos poder juntos frente a un poder financiero y mediático con un proyecto regresivo que ya está en plena aplicación”.

Héctor Daer, uno de los tres secretarios de la Confederación General del Trabajo, confiesa estar “emocionado porque nos hayan invitado a su casa”. Dice que “en la Argentina no tuvimos un golpe, fueron los votos, pero igual hay que revisar las políticas”.

Hugo Yasky, secretario general de la Central de Trabajadores Argentinos, se refiere a “gobiernos con odio y sed de revancha hacia las organizaciones populares que nos culpabilizan a nosotros o de haber sido parte o de haber apoyado políticas populares”.

“¿Un mundo mejor es posible?”, se pregunta Santa María. “Sí, pero veamos sobre qué valores construirlo. Lula me dijo que solo planear la vuelta es muy conservador, que hay que pensar más.”

En la delegación argentina que viajó a Sao Bernardo para el lanzamiento del Instituto Futuro “Marco Aurélio García” estaban, también, el ex ministro de Educación Daniel Filmus, la encargada de relaciones internacionales de la Federación Nacional de Educadores Universitarios Yamile Socolovsky  y el ex embajador en el Vaticano Eduardo Valdés. También participó el ex gobernador Daniel Scioli, quien estaba de gira por Brasil y quiso acercarse.

Por Uruguay participó Álvaro Padrón, de contacto fluido tanto con Tabaré como con Mujica y a quien Dulci definió “como una las personas más integradoras y unitarias del continente”.

La asistencia brasileña contó entre otros y otras con la secretaria de organización del PT Gleide Andrade, con el investigador Renat Vieira Martins de la Universidad de la Integración Latinoamericana, con el con el presidente de la Central Única de Trabajadores Vagner Freitas y con su par de la Unión General de Trabajadores Ricardo Patah.

“Cuidado con la posibilidad de nuevos estados de excepción”, alerta Freitas, campera de cuero negra a lo Saúl Ubaldini. “Nos juzgan por lo que estamos haciendo bien, que es el enfrentamiento de clase. El instrumento del golpe es demonizar a la lucha política, y la reforma laboral aprobada es para debilitar a los sindicatos en beneficio de lo individual y poner el aislamiento como valor superior a la construcción colectiva.”

El nuevo instituto realizará seminarios de reflexión y cursos a distancia con participación de dirigentes políticos, sindicales y sociales e investigadores. Formará una red para la producción de conocimientos que se extenderá más allá de la Argentina, Uruguay y Brasil y abarcará tanto el análisis de las experiencias de poder ya realizadas como los nuevos desafíos.

“Hay una inversión de valores, porque la política está judicializada y el Poder Judicial está politizado”, dice Lula, que está entusiasmado por la creación del instituto en tiempos adversos y por el baño popular que le espera con la caravana por el Nordeste. “Si los políticos no vuelven a hacer política, si no formamos nuevos políticos, no tenemos solución. Porque la solución no es técnica ni judicial.”

Palabra de patrono.


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