Continúa en Fuencarral la búsqueda de la fosa con los cuerpos de los 451 brigadistas de la Guerra Civil
El Ayuntamiento de Madrid ha otorgado una licencia de sólo un mes de plazo para la búsqueda de los cuerpos porque sobre ese mismo suelo quiere construir un cantón de limpieza.
La asociación científica Arqueoantro inició el pasado 13 de agosto los trabajos para buscar una posible fosa común en el barrio de Montecarmelo de la capital española, tras haber recibido, finalmente, el permiso por parte del Ayuntamiento de Madrid y haber sido contratada por el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática.
Los trabajos, para los que el Consistorio madrileño únicamente ha dado un mes de licencia, tratan de localizar los restos de 451 brigadistas internacionales que murieron en la Guerra Civil defendiendo la Segunda República. Se da la circunstancia de que bajo ese mismo suelo, el Ayuntamiento de Madrid quiere construir un cantón de limpieza, proyecto al que la Asociación Vecinal de Montecarmelo (ubicado en el distrito de Fuencarral) se ha opuesto de forma reiterada, reclamando que se ubique en otra zona alejada de viviendas y colegios.
De forma paralela, la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI) lleva tiempo denunciando que la construcción del cantón en estos terrenos, cercanos al Cementerio de Fuencarral, pondría en peligro la recuperación de la fosa común, por lo que solicitó al Gobierno español una autorización para llevar a cabo el estudio de la posible fosa.
Prorrogar la búsqueda. De esta manera, y con la visita del propio secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, han dado comienzo unas obras que la AABI ha pedido se extiendan hasta la “localización y exhumación” de los restos de los brigadistas. En ese sentido, el secretario de Estado mostró la disposición gubernamental de buscar “en otras zonas” aledañas al cementerio si en estos primeros trabajos no se localizan los restos de los brigadistas internacionales.
Por contra, el Ayuntamiento ha insistido en la continuidad de las obras del cantón ya que considera que no existe «posibilidad de fosa» en la parcela. Aún así, el delegado de Urbanismo del Consistorio madrileño, Borja Carabante, ha confirmado ese plazo de un mes para determinar si existe o no la fosa común. Lo que ocurrirá pasado ese plazo es aún una incógnita. De encontrarse los restos, y como recordó el secretario de Estado, se tendrían que paralizar las obras porque la Ley de Memoria Democrática es taxativa a ese respecto: no se pueden destruir fosas comunes.
Al inicio de las labores de búsqueda de la fosa común también acudieron miembros de la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales, quienes a través de su portavoz Andrés Chamorro recordaron que se tiene permiso para trabajar en las dos zonas que señalaron los estudios llevados a cabo por un georradar.
Chamorro mostró su confianza en la localización de los restos de los cuerpos de los brigadistas, ya que según manifestó son varias las evidencias que apuntan a que están en el lugar en el que actualmente se realizan las prospecciones. “Trabajamos con la hipótesis de que los restos se encuentren en esta parcela dada la evidencia de fotografías aéreas y de los testimonios orales de vecinos y antiguos trabajadores del cementerio”, aseguró a los medios que acudieron a la parcela de Montecarmelo. “Ésta ha sido una labor que desde su creación ha tenido la Asociación de Amigos de Brigadas Internacionales. Ha sido un proceso largo y burocrático”, sentenció.
Destrucción del cementerio en 1941. La pista clave para conocer el origen de esta fosa común la encontraron en un acta del Ayuntamiento de Fuencarral de 1941, donde se aprueba la destrucción del cementerio de las Brigadas Internacionales. A esa pista escrita se suma el testimonio de la nieta del enterrador del cementerio de Fuencarral, quien en vida relató dónde fueron enterrados lo restos de los brigadistas, sacados ilegalmente de sus tumbas por el régimen franquista.
Desde la AABI recuerdan que hasta 1941, los 451 cuerpos sin vida de los brigadistas estuvieron enterrados en el cementerio de Fuencarral, que por aquel entonces era un municipio independiente del madrileño. De hecho, aunque compartiera espacio con este camposanto, los restos de los voluntarios antifascistas estaban depositados en un cementerio específico creado para ellos por las Brigadas Internacionales. Todos ellos, en tumbas individuales y numeradas, con los cuerpos de aquellos que habían muerto en combate en las cercanías de Madrid desde finales de noviembre de 1936 hasta finales de 1937.
Sin embargo, el régimen franquista consideró que los cuerpos de estos soldados no merecían estar enterrados en el cementerio de Fuencarral, por lo que las tumbas fueron exhumadas en 1941 y los cuerpos trasladados a una fosa común cercana al camposanto, donde ahora se buscan.
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