Presionan a Azerbaiyán para que normalice relaciones con «Israel» y contribuya a aislar a Irán
Las últimas semanas mostraron una campaña creciente de Washington y “Tel Aviv” para incorporar a Bakú a los llamados «Acuerdos de Abraham».

Voces opuestas a la diplomacia trabajan arduamente para encontrar nuevas formas de mantener a Estados Unidos e Irán en una enemistad perpetua, mientras el presidente Donald Trump envía mensajes contradictorios sobre Teherán, consideró el sitio web Responsible Statecraft.
Según este contexto, las últimas semanas mostraron una campaña creciente tanto en Washington como en “Tel Aviv” para incorporar a Bakú, vecino del norte de Irán, a los llamados «Acuerdos de Abraham».
Aunque el país del cáucaso sur ya es un aliado cercano de la entidad ocupante, la verdadera agenda parece ser crear una alianza trilateral con EE.UU. para presionar a Irán.
El Centro de Investigación Begin-Sadat, un think tank israelí, consideró que la nación azerí sería una adición ideal a la lista.
Según el sitio, varios rabinos influyentes, encabezados por Marvin Hier, fundador del Centro Simon Wiesenthal en Los Ángeles, y el gran rabino de Emiratos Árabes Unidos, Eli Abadi, enviaron una carta a Trump promoviendo esta iniciativa.
Además, los periódicos The Wall Street Journal y Forbes amplificaron estos mensajes en sus artículos de opinión.
Una profunda alianza más allá de los acuerdos
La relación entre Azerbaiyán e «Israel» es sólida y estratégica. El régimen sionista es el principal proveedor de armas avanzadas para la nación del cáucaso sur, representando hasta el 70 por ciento de sus importaciones.
A su vez, Bakú es el principal proveedor de petróleo para los israelíes, cubriendo hasta el 40 por ciento de sus necesidades. La reciente adquisición por parte de la empresa petrolera estatal azerbaiyana, SOCAR, de una participación en el campo de gas israelí Tamar, consolida aún más esta cooperación estratégica.
La Sección 907 de la Ley de Apoyo a la Libertad, que prohíbe la asistencia estadounidense y la venta de armas a Azerbaiyán, se presenta como un obstáculo para la plena implementación de esta estrategia.
Pero, aunque los presidentes estadounidenses han optado por eximir esta cláusula, Bakú ejerce presión, incluso ilegítima, sobre miembros del Congreso para lograr su derogación completa, argumentando la inminente firma de un «acuerdo de paz» con Armenia, que aún no se concreta.
Este convenio se promociona como la justificación para eliminar la restricción.
La intensificación de mensajes desde Bakú sugiriendo preparativos armenios para una «guerra de venganza» parecen contrarios a la realidad.
Estas afirmaciones parecen contrarias a la lógica, ya que el equilibrio de poder en la región indica claramente que Ereván no está en condiciones de enfrentarse militarmente a Azerbaiyán, respaldado por Turquía e “Israel”.
Según el sitio, las tácticas dilatorias de Bakú pueden interpretarse como un intento de maximizar su influencia actual para obtener más concesiones territoriales de Ereván y luego culpar a Armenia por el fracaso de las conversaciones de paz.
Por su parte, Irán declaró categóricamente que cualquier cambio en las fronteras del sur del Cáucaso es inaceptable.
Teherán teme que perder su frontera con Armenia la aísle de la región y permita a su rival Turquía y a su enemigo «Israel» consolidar su presencia en su patio trasero.
Para evitarlo, Irán realizó grandes maniobras militares a lo largo de su frontera con Azerbaiyán y advirtió que intervendrá militarmente si es necesario.
Hasta la fecha, estas advertencias lograron disuadir los planes expansionistas de Bakú y ambas partes tomaron medidas para reducir las tensiones.
Responsible Statecraft concluye señalando que el esfuerzo por incorporar a Azerbaiyán a los Acuerdos de Abraham, considerados por Trump como uno de sus mayores logros en política exterior, busca fortalecer la relación de Bakú con Washington y alentar al país caucásico a adoptar una postura más firme contra la República Islámica.
Además, colocar a Azerbaiyán a la vanguardia de la alianza anti-Irán tiene como objetivo movilizar a la gran comunidad azerí en Irán, que representa aproximadamente el 20 por ciento de la población.
Sin embargo, es difícil imaginar cómo esta cooperación trilateral, preferida por la oficina de Netanyahu, servirá a los intereses a largo plazo de Estados Unidos, especialmente su intención de evitar nuevos compromisos militares en Medio Oriente que podrían involucrar a Washington en conflictos directos o indirectos en la región.