La elite militar: foco de operación anticorrupción en Etiopía
Hace un año, muchos etíopes no se hubieran atrevido a imaginar el panorama de hoy: una operación anticorrupción que en cuestión de semanas puso en tela de juicio, entre otras, a la omnipotente institución militar del país.
El Gobierno intensificó en los últimos días las detenciones de altos funcionarios implicados en delitos de malversación, administración incorrecta de bienes sociales o violaciones de derechos humanos dentro de los servicios castrenses y de inteligencia.
La nación observó con incredulidad, y luego aplaudió, que decenas de oficiales fueran arrestados en operativos transmitidos en vivo por la televisión nacional.
Esposados, rodeados de personal de seguridad y conducidos en vehículos policiales hacia las prisiones, las imágenes conmocionaron a la opinión pública como muestra de que los tiempos han cambiado, en opinión de expertos.
Para los analistas no hay dudas de que es la mayor pesquisa de esta índole en la historia reciente de Etiopía y está encabezada por el reformista primer ministro, Abiy Ahmed, quien llegó al poder en abril.
Sus críticos aseguran que está llevando a cabo una purga de la vieja guardia, durante años casi intocables, pero que esta iniciativa solo responde a intereses políticos.
Así, sostienen que está dirigida a funcionarios de la región de Tigray, que controlaron por mucho tiempo los organismos militares y de inteligencia.
No obstante, las investigaciones han dado al traste con el arresto de miembros de otros grupos étnicos.
Ahmed parece estar respondiendo a las preocupaciones planteadas por el público, especialmente en los últimos cuatro años, cuando estallaron masivas protestas en muchas partes del Estado.
En el centro de las manifestaciones se encontraban serias preocupaciones sobre la supuesta corrupción que afectó al núcleo gubernamental y del ejército, comentó a Prensa Latina el investigador Alemayehu Kassa.
Los escándalos golpearan al conglomerado dirigido por los militares, Metals and Engineering Company (Metec), cuya veracidad siempre se cuestionó en hogares, pubs y cafés, recordó Kassa.
Sin embargo, nadie, al parecer, tuvo el coraje de abordar el problema hasta que Abiy asumió su puesto, puntualizó.
En esta lucha, el primer ministro parece tener un gran apoyo popular, habiéndose ganado incluso a algunos de los escépticos que pensaron que no contaba con la suficiente entereza y disposición para enfrentarse al blindado sector.
Muchos de los arrestados ya comparecieron ante el tribunal, enfrentando cargos de tortura, violación y sodomía.
Una pregunta que hasta ahora ha quedado sin respuesta es el paradero del exjefe de inteligencia, Getachew Aseffa.
El lunes, la Fiscalía General acusó a ‘la alta dirección de la agencia de seguridad nacional’ de estar detrás de un intento fallido de asesinato contra el jefe de gobierno durante un mitin en la capital, en junio.
Al menos dos personas murieron entonces, cuando una granada explotó a pocos metros del podio donde Ahmed se había dirigido a decenas de miles de sus partidarios.
Pero hasta ahora no se ha visto a Aseffa y no está claro si el gobierno inició una persecución para apresarle.
Antes de su salida de los servicios de inteligencia en junio, ejerció un poder masivo sobre el aparato de seguridad, señalan estudiosos.
Paralelo a ello, le acechaban acusaciones de graves violaciones de derechos humanos, incluida la tortura de sospechosos.
El mes pasado, el primer ministro acusó a una sección del ejército de intentar dar un golpe de Estado, una clara señal, precisan expertos, de que a pesar de las enormes reformas introducidas, aún se enfrentan focos de resistencia.
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