¿Son justas y equilibradas las comisiones de inmobiliarias?
Una de las principales críticas al proceso de compra, venta o alquiler de pisos y viviendas son las comisiones que se deben pagar a las inmobiliarias. Los precios suelen ser muy altos y, además, siempre existe la duda de saber quién paga o cuál es la razón de que la cantidad total a pagar sea tan excesiva para quienes venden.
Este negocio está amparado bajo la libertad de comercio. Es decir, si bien el precio de una comisión ronda entre el 3 % y 6 % del precio final de la venta, no existe ningún organismo gubernamental que sea capaz de regular cuál es el coste específico. Los expertos aseguran que todo depende de las características de la vivienda: si es nueva o vieja, su ubicación, su situación jurídica, el estado en el que se encuentra, entre otros.
Dicha situación de desconocimiento es lo que ha dado paso a la creación de nuevos métodos de venta, como lo es la contratación de una inmobiliaria digital, la cual, como principal ventaja, es no cobrar por comisiones.
Ahora bien, ¿son las comisiones inmobiliarias justas y equilibradas?
El aumento de precio
Una buena parte de la crítica a las comisiones inmobiliarias se basa en el hecho de que algunas suelen aumentar los precios de las viviendas a favor suyo. Es decir, el propietario da una cantidad específica a la empresa y, esta, al momento de promocionarla, añade un porcentaje que deberá pagar el comprador.
Este problema suele ser perjudicial para quien vende ya que, en muchos casos, los clientes se pierden debido al alto precio que las inmobiliarias les ofrecen por una casa o piso.
También existe el caso de que las comisiones inmobiliarias son para ambas partes. Es decir, la empresa le cobra al vendedor por vender y al comprador por comprar, lo cual es considerado como un fraude; sobre todo porque son ellas mismas quienes establecen el precio.
¿Hay justicia en esto?
Como se señaló con anterioridad, no existen leyes que regulen los precios colocados por las inmobiliarias. Por el contrario, muchas de ellas convencen a sus clientes para firmen contratos de exclusividad, en los que quien venderá la casa no puede contratar a otra empresa para ofrecerla a los clientes.
Lo mismo pasa cuando el vendedor, aún bajo el contrato de la inmobiliaria, decide contactar al comprador para así negociar un precio más accesible para ambos y sin comisiones. La empresa puede ser capaz de llevar esto ante los organismos legales y obligar a pagar.
De cualquier manera existen muchas cláusulas que las inmobiliarias incluyen en los contratos. Si bien no pueden parecer justas, si el cliente firma el documento pasan a ser obligatorias.
Otras formas de equilibrio
Unas de las ventajas que ofrecen las inmobiliarias es servir de mediadores para evitar fraudes o estafas a ambas partes. Esto es lo que le da la potestad de cobrar sus comisiones que, como se ha demostrado, no siempre suelen ser justas o equilibradas. Las mismas se cancelan en el momento de sellar el contrato final.
Afortunadamente, otras formas de hallar el equilibrio en estos casos han sido las que ofrecen las inmobiliarias digitales, sobre todo por su carácter mucho más personal, además de que se evita el pago de comisiones excesivas que no benefician a ninguna de las partes.
El hecho de poder tener una agencia que se encargue de gestionar el proceso de compra, venta o alquiler de cualquier inmueble, y todo desde un teléfono móvil, es lo que hace de este tipo de alternativas mucho más efectivas.